10 películas ideales para ver la noche de Halloween, brujas, vampiros y habitantes inciertos

10 películas ideales para ver la noche de Halloween, brujas, vampiros y habitantes inciertos

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Querido Teo:

El 31 de Octubre es la noche de Halloween, forma abreviada de acortar las palabras en inglés All Hallow’s Eve, frase que se traduce al castellano como Víspera del Día de todos los Santos. En España, hasta hace dos décadas, era una festividad que asociábamos a Estados Unidos y que habíamos podido ver en varias películas, pero que no se celebraba con la asiduidad y cotidianidad con la que se hace hoy en día. Pero... ¿cuál es su origen?

Veamos, para empezar, todas las culturas evolucionadas han rendido algún tipo de tributo o respeto a la muerte de algún modo u otro. Aunque el origen de esta celebración concreta podemos encontrarlo en la cultura celta y la festividad del “Samhain”, una celebración pagana que, principalmente, celebraba el fin de la cosecha (el solsticio de otoño) y el año nuevo celta, donde era costumbre vaciar nabos y calabazas y ponerles una vela dentro para protegerse de las ánimas de los difuntos que esa noche vagaban entre los vivos. En ciertas partes de Escocia e Irlanda, durante el "Samhain", los celtas usaban máscaras e intercambiaban sus vestimentas para confundir a los espíritus de los muertos.

Cuando el cristianismo llegó a los territorios celtas, los cristianos calificaron este tipo de celebraciones paganas como una herejía. Así, en el año 840, el Papa Gregorio IV ordenó que la Fiesta de Todos los Santos se celebrara universalmente el 1 de Noviembre (en lugar del 13 de Mayo), al igual que su vigilia. Con el fin de que los paganos se convirtieran al cristianismo, el Papa siguió permitiendo que las gentes se disfrazaran de ángeles, santos o demonios. Además, comenzó a extenderse la costumbre pedir algún tipo de donativo (comida o dinero) a cambio de rezos o plegarias por las ánimas de los buenos cristianos. Posteriormente, esos rezos y plegarias, comenzaron a derivar en cánticos, bromas o agravios y han llegado hasta nuestros días como el famoso (y repelente) “truco o trato”.

A finales del siglo XIX, la versión irlandesa de la festividad quedó arraigada y evolucionando en América del Norte y comenzó a celebrarse de forma masiva en Estados Unidos en 1920. 50 años después, gracias al cine y a la televisión, la internacionalización de Halloween comenzó a producirse poco a poco hasta llegar a nuestros días. Así que es hora de ponerse cómodos y repasar 10 títulos eclécticos e ideales para ver en una noche tan especial como esta. Una noche fría, con chimenea, calabazas encendidas y algún otro susto. Una noche con murciélagos, brujas que vuelan en aspiradoras, ángeles y ánimas sin rumbo.

“Drácula” (1931). Yo nunca bebo… vino

Aún sin ser la primera adaptación cinematográfica (ni la mejor) de la inmortal novela de Bram Stoker (ese honor le corresponde a la superlativa y apócrifa “Nosferatu” de F. W. Murnau), el Drácula de Tod Browning sí es la primera versión que sienta las bases de la idiosincrasia e imaginería vampírica que dura hasta nuestros días. El vampiro como un ser elegante, refinado y educado. Un ser de maldad disfrazado de buenas maneras. Algo que entronca directamente con los cuentos tradicionales y de folklore que tanto y tan bien hablan de la naturaleza humana y sus peligros.

Basada en la obra de teatro inspirada por la novela original y escrita por Hamilton Deane y John L. Balderston, “Drácula” supone probablemente la construcción del personaje de terror más famoso del cine, pese a que anteriormente se hubieran realizado otros títulos por parte del Estudio. Y es que es imposible resistirse a la propuesta de Tod Browing que, pese a su cierta torpeza en el manejo del sonoro y su puesta en escena teatral, se ve reforzada con la absorbente fotografía de Karl Freund y, sobre todo, la inmortal interpretación del legendario Bela Lugosi (que ya había interpretado al personaje en la versión teatral). Todo un "tour de force" interpretativo que bebe del teatro europeo, el clown e incluso el mimo para componer un personaje absolutamente terrorífico.

Hipnótica, terrorífica en algunos momentos y estática en otros, “Drácula” de Tod Browning representa, mejor que muchas otras obras, esa transición del cine mudo al sonoro en los equipos de rodaje, puesta en escena e interpretaciones y se erige por méritos propios como la joya de una corona tan icónica como fuera de su tiempo.

“La leyenda de Sleepy Hollow” (1949). Por las noches se le ve galopar

Durante la década de los 40, Disney, al igual que el mundo entero, sufrió los estragos de la II Guerra Mundial. Concretamente, en la compañía, la falta de liquidez, las huelgas y la escasez de personal (muchos animadores fueron reclutados) hicieron estragos. Lo suficiente como para no poder levantar un solo largometraje animado en toda la década. Aun así, Disney supo encontrar una solución: las películas paquete. No había dinero para producir largometrajes animados, pero sí cortometrajes. Los exhibidores no querían cortos, así que Disney encontró una solución barata y rentable; aglutinar dos o más cortometrajes a través de un hilo conductor y estrenarlos en salas de cine. “La leyenda de Sleepy Hollow” es uno de los dos cortometrajes que forman la película “Las aventuras de Ichabod y el señor Sapo”.

Lo auténticamente reseñable de este cortometraje es que se trata de un relato de terror animado, algo totalmente atípico para la época en general y Disney en particular. Cierto es que tiene salpicaduras de humor, pero el tercer acto es aterrador. Basada en la historia corta del mismo título escrita por Washington Irving, esta historia animada nos cuenta la historia de Ichabod Crane, un profesor difícil de mirar que se muda a la pequeña localidad de Sleepy Hollow a finales del siglo XIX. Su llegada provoca miradas de recelo por parte de los jóvenes del pueblo y miradas de admiración por parte de las mujeres. Sobre todo por parte de Katrina, la hija del hombre más adinerado del pueblo cortejada a su vez por uno de los mozos, Brom Bones.

La rivalidad entre Ichabod y Brom por el amor de Katrina dará lugar a algunas situaciones cómicas que se tornarán tétricas en la parte final. Durante la celebración de la noche de brujas, Brom contará una historia sobre un jinete sin cabeza con ansias de venganza que ronda el bosque que rodea a la aldea y por el que tiene que regresar el supersticioso profesor. El viaje de vuelta del profesor y su enfrentamiento con el vengativo jinete es todo en un hito de la animación. Fluida, plástica y con una artesanía ya perdida, sin duda es un tesoro al que merece la pena echarle un ojo. O una cabeza.

“Noche de miedo” (1985). Temerás a tu vecino

Inspirada de forma más o menos lejana en “El baile de los vampiros” (1967), esta comedia negra de Tom Holland nos cuenta la historia de un joven aficionado a las películas antiguas de vampiros que cree que su vecino de al lado es uno de ellos. Ayudado por un presentador de un programa de televisión decadente y cuyo personaje ficticio es de cazador de vampiros, el terror y la comedia se darán la mano de una forma bastante equilibrada en esta propuesta que, más de treinta años después sigue conservándose fresca. Mucho más que su infame remake de 2011.

En un ejercicio de metaficción, la película de Holland actúa como bisagra entre el cine clásico de vampiros y el mito moderno en el que el aristócrata gótico da paso a un vecino corriente que es capaz de camuflarse entre sus víctimas y pasar desapercibido en la sociedad contemporánea, en la línea de lo que hizo Burton con “Sombras tenebrosas”, pero pasado por otro filtro.

Noche de miedo, además, abrió un camino que posteriormente recorrerían cintas como “Jóvenes ocultos” o “No matarás al vecino”, ese subgénero de comedias de terror suburbano que tanto proliferó en los 80 y 90. Además, tiene uno de los carteles más alucinantes que jamás se han hecho.

“El retorno de las brujas” (1993). I put spell on you…

Un título que no podía faltar en este recopilatorio y todo un clásico de Disney protagonizado por una Bette Midler soberbia en una de sus mejores composiciones. Y eso es decir muchísimo de esta leyenda de la escena. Una divertida y magnífica cinta familiar en la que un adolescente resucita sin querer a tres brujas condenadas a muerte 300 años atrás y que, con ayuda de su hermana, una (algo más que) amiga, un ex novio zombi y un gato negro parlante que en realidad es víctima de un hechizo de las brujas, deberán detener para que no siembren el caos.

Una premisa que da bastante juego a nivel de guión e injustamente tachada de infantil (obviamente), que se sustenta principalmente por un trío protagonista chispeante y entregado a la causa Bette Midler, Sarah Jessica Parker y Kathy Najimy en su encarnación de las hermanas Sanderson ha trascendido el imaginario colectivo. Su número musical a ritmo de I put a spell on you de Jay Hawkins es ya parte de la cultura popular. Amén de ser el cénit del film.

Dirigida por Kenny Ortega (que años después traería las muy reivindicables y generacionales películas de “High School Musical”) y con una comedia que va de lo físico al "slapstick" pasando por los juegos de palabras, “El retorno de las brujas” es una estupenda película que, misteriosamente, se encuentra bastante olvidada. Algo muy injusto ya que aunar calidad, cine familiar, entretenimiento, disfrute y diversión no es tarea fácil, por mucho que haya gente que se empeñe en menospreciar “el cine para niños”.

“El día de la bestia” (1994). Mire como vuelo, padre. Como los ángeles

Lo que ahora es habitual, en 1994 no lo era tanto y en la deficiente industria patria que empezaba a florecer se estaba alzando un talento que ya había cosechado cierto éxito con sus cortometrajes y con su primera película, titulada “Acción mutante” (1993). Nos referimos a Álex de la Iglesia. El director que tuvo la dura tarea de dignificar el cine de género y redirigirlo a un público mayoritario consiguiendo aquello tan difícil como es cosechar buenas críticas y recaudar millones.

Su segunda película, titulada “El día de la Bestia”, se nos presentaba como una comedia negra con tintes de terror en la que un sacerdote (el desaparecido Álex Angulo) descubre que el Anticristo nacerá en Nochebuena en Madrid. Para evitar el apocalipsis tendrá que viajar a la capital y reclutar a su particular ejército formado por un yonki de Carabanchel, interpretado por un Santiago Segura que nunca ha estado igual de pletórico, y un vidente charlatán italiano que presenta un programa en la línea de "Cuarto milenio" (Armando de Razza). El terror y la comedia negra se dan la mano con un exquisito equilibrio que únicamente ha sido igualado por Paco Plaza en “[REC3]”.

La película supuso tal soplo de aire fresco que acabó alzándose con 6 premios Goya, incluyendo el de mejor director. Su guión lleno de ingenio, crítica social y diálogos rápidos y tronchantes, las interpretaciones de un grupo de actores superlativos, un ritmo endiablado (nunca mejor dicho) y una dirección solidísima, dio como resultado una de las películas más recordadas de nuestra cinematografía. Y no es para menos. Nunca una historia satánica ha sido tan terrorífica y divertida a la vez.

“El habitante incierto” (2005). Te están mirando

¿Nunca habéis vuelto de trabajar y habéis encontrado algo tirado o cambiado de sitio que no debiera estar ahí y no le habéis dado importancia? ¿Nunca habéis tenido la sensación por un momento de que hay alguien más viviendo en vuestra casa? Precisamente eso es lo que explora el director Guillem Morales en su ópera prima: la sensación de no estar solos en nuestra casa. ¿Hay algo más terrorífico que eso? Es uno de los temores primarios del ser humano y catalogados antropológicamente: la invasión de la madriguera por “un extraño”.

Inspirada e influenciada por “El quimérico inquilino” de Roman Polanski y con influencias de terror europeo e incluso de Hitchcock, “El habitante incierto” nos cuenta la historia de un arquitecto al que abandona su novia. A partir de ahí, su equilibrio mental y emocional se pondrá en jaque cuando, presuntamente, un intruso se cuele en su casa y comience a dudar de que haya salido de ella y de si no se ha quedado a vivir con él en las sombras. Estableciéndose una sensación de angustia y fobia entre el protagonista y su propia casa que será el eje conductor del film.

La cinta parte de una premisa tan potente que acaba por diluirse a lo largo del metraje, si bien es verdad que el propio guión de la película fragmenta el relato y lo parte por la mitad de tal manera que la primera parte es superior a la segunda por propia concepción en el guión. Pero es algo que se solventa con la dirección de Morales, que planifica al milímetro cualquier movimiento de cámara y de los actores para ofrecernos un ejercicio de estilo que acaba teniendo una coherencia interna para mantener arriba el castillo de naipes que plantea durante todo el metraje de una forma muy habilidosa donde sugerir siempre es mejor que mostrar.

“La novia cadáver” (2005). Lágrimas que derramar

Sus estudios de Bellas Artes, sus cortometrajes y su trabajo en animación para Disney no hacían presagiar que Tim Burton tardaría 20 años en dirigir una película animada. Esta primera incursión en la animación supone uno de los grandes éxitos críticos de Burton (un 83% en Metacritic). Cabe decir que la principal motivación de Burton a la hora de levantar este proyecto es meramente económica. Al ser propiedad de Disney, Burton no cobraba ningún beneficio de la venta de merchandising de “Pesadilla antes de Navidad” (1993), que comenzó a hacerse muy rentable a partir de 2003. Tras lanzar una línea de figuras basada en su libro de poemas, “La melancólica muerte de Chico Ostra” (1997), Burton decidió embarcarse en este proyecto asegurándose, esta vez sí, un buen contrato con la compañía de juguetes de Todd McFarlane, teniendo la última palabra en cada uno de los elementos de merchandising y venta de licencias.

Embarcado en la postproducción de la que sería su película previa, “Charlie y la fábrica de chocolate” (2005), Burton buscó la ayuda de Mike Johnson, quien había trabajado como animador en “Pesadilla antes de Navidad” (1993) para que codirigiera la cinta junto a él y se asociaron con la productora Laika, en uno de los primeros largometrajes de la compañía. Y todo ello para contarnos una versión muy particular de un cuento del folklore judío-europeo y la leyenda escocesa de “La desdichada comitiva”, mostrándonos la eterna dicotomía entre la vida y la muerte. Un cuento con una plasticidad y una puesta en escena apabullantes de una sensibilidad que roza lo exquisito por momentos. Un trabajo que le valdría su primera nominación al Oscar en la categoría de mejor película de animación.

Con los talentos vocales de Johnny Depp, Helena Bonham Carter, Emily Watson, Christopher Lee y Albert Finney, “La novia cadáver” (2005) consiguió recaudar 117 millones de dólares en todo el mundo (con un presupuesto de 40) y acercar al público un cuento macabro, gótico y romántico a partes iguales, en la mejor tradición de su admirado Edgar Allan Poe. Un cuento rodado con pasión y pulso de hierro; donde lo visual y lo conceptual se dan la mano para celebrar la muerte con la alegría que merece.

“[REC]” (2007). Grábalo todo

En 1999 una película de presupuesto irrisorio titulada “El proyecto de la bruja de Blair” se había convertido en la película más rentable de todos los tiempos. Su secreto fue una campaña de publicidad que se aprovechó de las posibilidades de una cosa que estaba comenzando por aquel entonces, llamada internet, y del boca a boca. Una película que se enmarcaba en el género del "found footage" (que podría traducirse como material encontrado) y que dio el pistoletazo de salida a toda una serie de películas con un formato similar. Ninguna de ellas tuvo el impacto y, sobre todo, la calidad necesaria para trascender. Hasta que en 2007 los directores Paco Plaza y Jaume Balagueró nos presentaron “[REC]” en el año en el que el cine de género alcanzó su cima.

“[REC]” nos cuenta un relato en primera persona a través de la reportera de un programa de televisión y su cámara que están acompañando a los bomberos de Barcelona durante una noche. En un aviso acaban en un edificio donde, al parecer, hay un brote de algo que está atacando a la gente volviéndolos en una especie de animales salvajes. Al tratar de escapar, el edificio ha sido precintado por las autoridades y han aplicado un protocolo de emergencia sanitaria. A través de la cámara y la reportera asistimos a un relato vertical que, como si de un videojuego se tratase, va subiendo de piso en piso y escalando en tensión y opresión para desembocar en un final con tintes lovecraftianos y de tintes religiosos que no dejará a nadie indiferente.

Cabe destacar la gran labor de realización por parte de Balagueró y Plaza, la interpretación de Manuela Velasco y, sobre todo, el portentoso montaje de David Gallart que debería estudiarse en las escuelas de cine ya que es el elemento que da coherencia y sentido a toda la narrativa de la película. Un presupuesto de 2 millones de euros que se tradujeron en 32 millones en taquilla. Todo un éxito que propició tres secuelas más (y siendo la tercera la mejor de las cuatro, paradójicamente), dando pie a una de las sagas más rentables de nuestro cine y un ejemplo de modelo de negocio y franquicia/marca pocas veces visto en el cine español.

“The Babadook” (2014). El monstruo interior

“If it's in a word, or it's in a look you can't get rid of the Babadook” . Así rezaba una de las frases más míticas de la cinta dirigida en 2014 por Jennifer Kent. Una cinta que se eleva por encima del resto como una de las obras cumbres del terror de todos los tiempos. Una obra maestra absoluta sobre la pérdida, el dolor y la maternidad. Cada año se estrena “la película de terror de la década”; cuando se afirmó esto sobre “The Babadook” era cierto. Y no sólo de la década, sino del siglo.

En 2005 la actriz australiana Jennifer Kent debutaba en la dirección con un cortometraje de terror titulado “Monster” que, posteriormente, acabó siendo el germen y la base para su debut en el largometraje con esta “The Babadook”. Pocas veces una cinta de género tiene tanta autoría como la que imprime Kent a su film, del que también escribe el guión y al que acaba dotando de una violencia intrínseca y un dolor interno tan melancólico como terrorífico. Porque “The Babadook” en última instancia nos habla de un miedo tan básico, tan primario y tan entroncado con el terror antropológico del que es difícil despegar la mirada: el miedo a nuestra propia madre y a nosotros mismos. Al monstruo que vive en nuestra propia casa.

Con un uso de la atmósfera asombroso y un manejo de la cámara con un brío y una agilidad dignos de estudio, “The Babadook” se erige por méritos propios como una obra maestra del cine que logra ofrecer un terror terrenal a la misma vez que una profundidad psicológica de los personajes que la convierten en todo un triunfo y una cinta imprescindible para saber de qué va eso del cine.

“Coco” (2017). La Bikina

Tomando como referencia la celebración mejicana de “El día de los muertos”, que no deja de ser una variante del tema que nos ocupa, pocas películas hablan de las almas y tocan el alma con tanta perfección y delicadeza como “Coco”. Un film que apela al amor familiar, a las emociones más sencillas y profundas de cualquier ser humano, para contarnos una maravillosa historia de tintes latinos sobre el perdón y la aceptación, que celebra la vida y la muerte como las dos caras de una misma moneda, no entendiéndose la una sin la otra.

Un cuento de aventuras que nos susurra temas como el recuerdo y el paso de un mundo a otro como parte natural de la propia existencia, visto todo a través de los ojos de un niño que persigue una ilusión. Enraizado en el folklore mejicano, es una cinta ideal para ver en Halloween y dejarnos llevar por ese más allá vibrante y colorido, lleno de música y melancolía.

Ganadora de 2 Oscar, unas excelentes críticas y con más de 800 millones de dólares recaudados en taquilla, Lee Unkrich y Adrián Molina nos sumergen en este fantástico relato repleto de una imaginería visual desbordante que, en última instancia, acaba funcionando por acumulación de recursos narrativos tan perfectamente hilados y tan directamente relacionados con el corazón y los sentimientos que consigue que, del más pequeño al más grande, el público acabe con los ojos empañados y aplaudiendo sin parar al encenderse las luces de la sala. Maravillosa.

Sr. Finch

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