Querido diario:
En los extremos del mundo de la entrevista cinematográfica se encuentran dos tipos de personalidades. Pedro Almodóvar representa uno de esos extremos y
Benicio del Toro el otro. Una antigua compañera de celda en este mundillo lo define así: a Almodóvar le haces cualquier pregunta y te puedes ir a poner una lavadora, en el programa largo. Benicio en cambio parece estar en el espacio exterior, las palabras tardan tiempo en llegar a su nave y necesitan otro rato más para volver. Tiene además la “fea costumbre”de contestar a lo que se le pregunta y esto es algo que desconcierta a muchos periodistas que prefieren la charleta distendida, la tertulia abierta, sin cuestionario. Claro, como las preguntas se pueden responder entonces con un sí o un no, un nombre o un adjetivo, el resultado aparente es que Benicio es más soso que un gota a gota.
En realidad parece haber decidido que en este mundillo de brillantina, diálogos ocurrentes y salidas oportunas, resulta atractivo abrir la boca sólo si es muy necesario. Hablar despacio y mirar intensamente con la confianza de que el otro interprete que detrás de eso hay profundidad y sienta curiosidad. Es una actitud muy positiva de confianza en los demás.
Sus personajes también son siempre así, basta con que le revises en “Traffic”, de 2000, y entiendes que Terry Gilliam, lo eligiera para su película “Miedo y asco en Las Vegas” en la que tanta iniciativa demuestra para dejar las habitaciones de hotel convertidas en cochiqueras sin necesidad de muchas palabras.
Benicio sabe que a menudo se necesita mucho trabajo para mejorar el silencio, y en esta Clínica siempre tendrá una celda reservada donde poder estar callado, o quedarse mirando el vacío fijamente durante horas sin que a nadie le parezca raro. Pero aquí le tienes hablando y entonces vale la pena escucharle por esa manera de decir… yo uso algunas de sus entrevistas para practicar yoga….
VisitanteBenicioDeltoro.mp3