Ciencia ficción es toda ficción que necesita de la ciencia para ocurrir, pero no puede aún. Eso es tan antiguo como el hombre “imaginarius”, medio millón de años, año arriba o año abajo.
Para cuando el cine abrió los ojos la literatura convertía esas historias en algo respetable gracias a gente como Herbert George Wells, que publicó “La máquina del tiempo” en 1895. El cine apenas abrió el ojo y se le incrustó un cohete enviado por Georges Méliès con su “Viaje a la luna”, cuyo valor estaba más en lo técnico que en lo argumental, pero que no deja de representar el primer paso. El género avanzaría durante los siguientes sesenta años, "Frankenstein" incluido, hasta el segundo gran paso.
En 1968 la ciencia-ficción dejó de ser para Hollywood un cine de adolescentes. "2001: Una odisea del espacio" fue el equivalente para el cine a lo que había ocurrido con la literatura ochenta años antes: respetabilidad.
Por entonces la otra ciencia, la comprobable, no había encontrado todavía restos de los homínido que explicaran la cadena de la evolución inteligente, y Arthur C. Clarke imaginó la manera de explicar los pasos evolutivos con mucho ingenio.
La película no tuvo el éxito esperado y además terminaba con las imágenes de un feto viajando por el espacio camino de la Tierra… que dejaban a la peña saliendo de los cines con unas comeduras de coco elefantiásicas. La novela, como casi siempre, aclaraba lo que es una metáfora simple de la teoría del escritor. Otros seres nos marcaban el salto evolutivo de la inteligencia y gracias al avisador en forma de monolito negro, nos habíamos ganado el derecho a pasar del homo sapiens al siguiente pockemon. El feto volador era el primero de la nueva especie. Desde 1968 hasta hoy se fueron encontrando los eslabones perdidos, desde Atapuerca hasta Lucy, la hominida más antigua, con más de tres millones de años y hallada en Etiopía. Los neurobiólogos terminan de tejer la cadena.
Diez años después, 1977, se vio “Encuentros en la tercera fase” , la más imaginativa desde la Odisea, pero hija suya en parte. Para los efectos especiales, Spielberg quiso contratar a todo el equipo de efectos especiales de la Odisea, pero solo dos vivían en Los Ángeles; generaron por ordenador tres discos de luces que volaban sobre un campo de fútbol. En 1976 todavía esta tecnología no estaba demasiado desarrollada así que se mezclaron con las maquetas clásicas, al “viejo” estilo de "La guerra de las galaxias", y se usó por primera vez un sistema digital de filmación. “Encuentros” barrió con otra idea clásica del género, la de los alienígenas malvados por defecto, gratuitamente devoradores y asesinos. Eso fue importante para la futura diplomacia interestelar, pero el salto a un nuevo estilo lo dio una de las pocas películas que fue solicitada a la productora por el Archivo de Conservación de Películas de la Biblioteca del Congreso de Usamerica en 1993. Un logro al alcance de muy pocos filmes, menos aún de uno perteneciente a un género tradicionalmente considerado “poco serio” como la ciencia-ficción. Se trataba de “Blade runner”.
Sólo quedan diez años para alcanzar la época "Blade Runner" , y no parece que estemos cerca de hacer réplicas, que no replicantes puesto que ellos no replican nada”. Esa es otra de las características del género, no acertar nunca. Lo que visto lo visto, ¡pufff!... relaja.
¿Un viaje en pocos minutos por el género? Pues aquí tienes uno de los psicos LQYTDiga para el Canal TCM de cine clásico….
Hoy vamos a hablar de "Centauros del desierto" (1956), una de las películas más conocidas de John Ford. El mismo año de su estreno vieron la luz dramas como "Gigante" de George Stevens o "El hombre que sabía demasiado" de Alfred Hitchcock. Y por estos pagos se estrenaba "Y Dios creó a la mujer" del francés Roger Vadim o "Calle mayor" de Juan Antonio Bardem. Pero hoy nos vamos a Monument Valley con John Ford.
Estamos escuchando I remember youde Christopher Bear y Daniel Rossen para la banda sonora de "Vidas pasadas", una de las nuevas películas de A24 que se ha convertido en uno de los fenómenos del año entre crítica y público. Hoy analizaremos la intimista y preciosa composición de estos artistas indies en una nueva tendencia al alza dentro del mundo de las bandas sonoras.
Molly es camarera en un hotel de lujo y el personaje femenino más entrañable de los thrillers publicados en el último año. A sus veintipocos años no tiene amigos, vive con su abuela en un apartamento pequeño, es tímida y reúne todos los requisitos para ser víctima de abusadores y desaprensivos. Observa la realidad y la analiza con una sencillez y una bondad que puede hacerla pasar por boba. Pero no lo es.
Partiendo de los cuatro años de ocupación nazi de París durante la II Guerra Mundial, entramos en un drama bien construido, donde la moda no es lo único, aunque sí las personas que vivieron de ella y con ella. La mañana del 12 de febrero de 1947 Dior presentó su primer desfile de moda. Todavía estaban muy presentes los dolores y las angustias de la guerra. Estados Unidos vertía en Francia más millones de dólares que en ningún otro país, pero todo parecía poco para superar la depresión social de varios millones de franceses divididos entre resistentes y colaboracionistas.