Poco a poco vamos perdiendo a una serie de grandes actores de la escena que han marcado el siglo XX español. Algunos han logrado también el cariño popular de las nuevas generaciones trabajando hasta el último día de su vida en proyectos relativamente populares con el que han logrado estar en el candelero bien en cine o en televisión. Pero hay otros tipos de actores veteranos de nuestro país que se han curtido en mil batallas, han sido testigo con nosotros de la evolución vivida en España en las últimas seis décadas, pero que pasan a ser como una figura de otra época cayendo en cierto olvido inintencionado. Sólo por no trabajar en algo de consumo rápido y muy popular. Fernando Delgado, uno de esos actores de presencia inconfundible pero de identificación mental confusa, ha pasado al otro lado trabajando hasta el último momento en una carrera en la que ha primado más el esfuerzo y el amor a la profesión que la intención del reconocimiento o del aplauso fácil. Un representante de una generación de actores que han dignificado y llevado al concepto más álgido de arte la profesión de actor.
Fernando Delgado ha fallecido a los 79 años tras estar batallando en los últimos tiempos con una Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica que ha terminado con él y que le ha ido retirando poco a poco de la profesión que más quería. Al final la muerte sólo es la que ha podido poner fin a un actor que representó en los últimos tiempos la obra de teatro “La vida” de Juan Ramón Jiménez acompañado de una bombona de oxígeno para poder respirar. Eso ya dice hasta que punto el gusanillo de la interpretación corría por sus venas jienenses.
Y es que si a algunos les cuesta encontrar su vocación se puede decir que Delgado nació con ella. Debutó a los seis meses en la compañía teatral de sus padres al necesitar la presencia de un bebé en algunas funciones. También tendría un papel a los cuatro años para representar la obra “Numancia” de Miguel de Cervantes.
Fue el teatro por el que pasa a la historia de la interpretación española. Su etapa de mayor popularidad la vivió en los clásicos "Estudios 1" de Televisión Española en la que una España todavía en blanco y negro vio representada en sus hogares las mejores obras del género teatral. Aquellas que Fernando Delgado ya había representado con éxito en el teatro. Desde “El jardín de los cerezos”, “Una jornada particular”, “Caimán” de Buero Vallejo o “La zapatera prodigiosa” de García Lorca, hasta la histórica versión en teatro televisivo de “Doce hombres sin piedad” en la que Delgado era uno de los brillantes actores de su generación que se reunieron para llevar a la pantalla el texto de Reginald Rose. Entre ellos Ismael Merlo, Jesús Puente, Manuel Alexandre, Rafael Alonso, José Bódalo o José María Rodero.
Su trayectoria en el cine fue más circunstancial pero eso no le impidió trabajar con algunos de los mejores como Pedro Lazaga, Mariano Ozores, José María Forqué, Carlos Saura, Pilar Miró, Juan Caño, Agustín Díaz Yanes y José Luis Garci. Éste le recuperó para sus dos últimos trabajos en el cine: “Tiovivo c. 1950” y “Ninette” en la que dejaba patente algunas de las virtudes que más valoraban de él los que le trataron: su irónico cinismo y las ganas de vivir que le han hecho no sólo aferrarse a la vida hasta el último momento sino tener la satisfacción de haber pasado por este mundo viviéndola plenamente.
He sido uno de los afortunados que tuvieron el privilegio de trabajar junto a Fernando en el escenario: a su calidad como artista hay que mecionar su gran personalidad, humanidad y compañerismo.
Merecería un homenaje, por ejemplo en TV, para rememorar alguno de sus trabajos.
Fernando: mucha mierda allá donde te encuentres.
En 1955 la Unión Soviética desalojó la base militar que poseía a las afueras de Helsinki. Era el final de una lucha muy larga por la independencia del que hoy es un país famoso por su tecnología y su industria, uno de los países más ricos del mundo, con una renta per cápita comparable a la de Alemania o Suecia. Su estabilidad está fundada en una paradoja: se trata de una socialdemocracia liberal que durante muchas décadas mantuvo una excelente relación de confianza con la antigua Unión Soviética comunista y hoy lo hace con la actual Rusia autocrática.
Ruth Galloway es arqueóloga y forense. La conocí en el verano de 2019 cuando comenzó sus aventuras en español con "Los ecos del pantano", la primera novela de la serie que viene publicando Elly Griffiths desde hace años. Su atractivo es que no lo es. Es corriente, con tendencia a engordar, acaba de cumplir los 40 y parece sentir más empatía por los restos que por los vivos, aunque en esta entrega nos sorprenderá con una novedad en su vida que nunca hubiera esperado.
* Visto lo visto parece ser que el 2001 fue una época de creatividad absoluta, los directos y guionistas estaban on fire y surgieron films que ahora están de 20º aniversario. El plato fuerte lo vamos a dejar para el mes de Abril pero este mes que viene con un portadón (esto es un cebo y no los de "Sálvame") pero la revista Sofilm se rinde a los pies de David Lynch y nos presenta en portada a "Mullholland Drive". Con un dossier completísimo que celebra los 20 años de la obra, la revista se ha hecho un lavado de cara y ahora es más extensa.
Las Asociaciones de Críticos van dando sus últimos coletazos y si les siguiéramos a ellos a pies juntillas no habría discusión con "Nomadland" y "Una joven prometedora" como claras favoritas de esta carrera. El próximo domingo con los Globos de Oro puede llegar la hora de la verdad y que se produzca el cambio de tendencia en los premios gordos de la temporada.