El vagabundo ya había aparecido y ahora había que ver hasta que punto podía llegar. Si convertirse en un mero condimento para los espectáculos de la época o ser un símbolo intemporal. Nadie hubiera apostado por lo segundo, quizás sólo Chaplin dentro de su perseverancia patológica. No pintaba muy bien para él cuando Sennett estuvo a punto de rescindirle su contrato, circunstancia que si se hubiera producido tampoco hubiera provocado ningún cataclismo en una carrera que ya se presentaba como crecientemente prometedora. Sennett estaba muy a disgusto con los métodos chaplinescos lo que provocaba unas diferencias creativas constantes. Tras “Veinte minutos de amor”, Sennett pensaba que ya no le salía rentable mantener a alguien que cuestionaba todas sus decisiones pero en el último momento desestimó esa intención cuando le llegaron noticias desde Nueva York con los éxitos de las películas protagonizadas por Charlie, mucho más beneficiosas que cualquier otra producción de la compañía.
Mientras la I Guerra Mundial asolaba el mundo quedando California como un reducto de modestos creadores de ilusión en el formato del cine, Chaplin era cada vez más grande aunque ya totalmente desligado de Sennett desde el punto de vista creativo. Triunfa con “Charlot camarero” pero otras cintas en las que Sennett metía más baza como “Charlot y la sonámbula” son un auténtico fiasco. Al igual que el ambicioso proyecto de la adaptación de la obra teatral “Idilio desinflado” que pretendía competir con “El nacimiento de una nación” de Griffith y a la que ni siquiera le hace cosquillas a pesar de que a Chaplin también le acompañaba Marie Dressler, una de las grandes figuras que se podían ver en las tablas.
Era cuestión de tiempo que Charlie se alejara del manto de Sennett y el segundo día de 1915 se hace oficial el acuerdo por el que Chaplin pasa a formar parte de la Essanay Company, empresa de productores con más verborrea que talento que supieron captar a Chaplin con una oferta mareante de diez mil dólares de prima y mil doscientos cincuenta a la semana. Sennett sólo estaba dispuesto a quinientos. Y es que aunque hablar de dinero en estos primeros momentos de la carrera de Chaplin puede hacernos pensar que éste se vendía siempre al mejor postor, era evidente que el talento del genio estaba de alguna manera maniatado dentro de la mentalidad de la organización de Sennett, piramidal y en la que Chaplin nunca llegó a tener la libertad creativa que se merecía ni incluso cuando comenzó a dar resultados.
Aunque la primera película con la Essanay se rodó en Chicago, Chaplin detestaba ese ambiente burocrático que respiraba más negocio que cine por lo que pidió rodar sus siguientes películas en California, petición que le fue concedida.
Es “Charlot vagabundo” la película que le permite experimentar con su arte y descubrir al genio con un trabajo puramente artesanal, siendo uno de los mejores trabajos de su serie de películas para la Essanay y en la que siguió horneando al personaje que daría el salto al largometraje.
“Charlot vagabundo” revela ya una perfección clásica. La mayoría de las películas Essanay están perfectamente construidas. Cada aventura está expuesta, desarrollada concluida con un rigor notable. Pero, además, “Charlot vagabundo” introduce por vez primera en la comedia ciertos elementos dramáticos. Las últimas escenas esbozan un tema de emoción que señalan que detrás del vagabundo cómico hay un corazón que siente.
El triángulo amoroso, del que Chaplin era protagonista incluso cuando peinaba canas en “Candilejas”, y las marchas hacia el horizonte en busca de esperanza y un futuro mejor ya comienzan a ser características comenzando en esta película. Como después de enamorarse de la hija de un granjero, tras salvarla de unos criminales, descubre que ésta ya tiene a alguien que es dueño de su corazón. El vagabundo deja a los enamorados en su felicidad y se aleja por el camino, con la desesperación en el alma. Pero, inmediatamente, se libera de esta amargura con una cabriola. Se anuncia así el puntapié a la estrella que ha de señalar el final de “El circo”. Ello es, en la conciencia misma de lo trágico, el rechazo del drama, lo que hay de más libre y de más grande en el carácter de Charlot.
Charlot ya no es sólo pícaro y, en ocasiones, malévolo con la autoridad, sino que también es sentimental e ingenuo. Cuando Charlot intenta ordeñar la vaca moviéndole la cola como el brazo de una bomba, o cuando riega concienzudamente el pie de los árboles, tocamos la comicidad del absurdo. Pero al mismo tiempo, descubrimos ese rasgo inocente de su personalidad. En “Charlot vagabundo” ya encontramos un personaje con el alma al aire, ya formado y que ahora sólo cabía conocerlo para después quererlo.
Hoy vamos a hablar de "Centauros del desierto" (1956), una de las películas más conocidas de John Ford. El mismo año de su estreno vieron la luz dramas como "Gigante" de George Stevens o "El hombre que sabía demasiado" de Alfred Hitchcock. Y por estos pagos se estrenaba "Y Dios creó a la mujer" del francés Roger Vadim o "Calle mayor" de Juan Antonio Bardem. Pero hoy nos vamos a Monument Valley con John Ford.
Estamos escuchando I remember youde Christopher Bear y Daniel Rossen para la banda sonora de "Vidas pasadas", una de las nuevas películas de A24 que se ha convertido en uno de los fenómenos del año entre crítica y público. Hoy analizaremos la intimista y preciosa composición de estos artistas indies en una nueva tendencia al alza dentro del mundo de las bandas sonoras.
Molly es camarera en un hotel de lujo y el personaje femenino más entrañable de los thrillers publicados en el último año. A sus veintipocos años no tiene amigos, vive con su abuela en un apartamento pequeño, es tímida y reúne todos los requisitos para ser víctima de abusadores y desaprensivos. Observa la realidad y la analiza con una sencillez y una bondad que puede hacerla pasar por boba. Pero no lo es.
Partiendo de los cuatro años de ocupación nazi de París durante la II Guerra Mundial, entramos en un drama bien construido, donde la moda no es lo único, aunque sí las personas que vivieron de ella y con ella. La mañana del 12 de febrero de 1947 Dior presentó su primer desfile de moda. Todavía estaban muy presentes los dolores y las angustias de la guerra. Estados Unidos vertía en Francia más millones de dólares que en ningún otro país, pero todo parecía poco para superar la depresión social de varios millones de franceses divididos entre resistentes y colaboracionistas.
para que poneis un video que no existe no pone cuales son sus caracteristicas todos savemoos que charlot era un vagabundo 🙁 esta fatal
es verda esto es una mierda os odio es una caca ... suspendi el trabajo de lenguaje por tu culpa :_