"Bullshit: Contra la charlatanería. Ser escéptico en un mundo basado en los datos"

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La unidad de precrimen policial que aparece en la película "Minority Report" (2002), basada en un relato corto de Philip K. Dick, o agencias similares de previsión en historias de ciencia ficción, se convirtieron en una referencia directa cuando, a finales de 2016, dos investigadores en ingeniería, los chinos  Xiaolin Wu y Xi Zhang, colgaron un artículo titulado "Inferencia automatizada de la criminalidad usando imágenes de caras" en arXiv, un archivo online para guardar los borradores de publicaciones científicas en el campo de las matemáticas, la física, las ciencias de la computación y la biología cuantitativa. En su artículo, afirmaban que su algoritmo puede distinguir con alta precisión a los criminales de los que no lo son, usando simples fotografías de carnet. Decenas de medios informaron de un nuevo avance de la inteligencia artificial. Era puro bullshit. 

Título: "Bullshit: Contra la charlatanería. Ser escéptico en un mundo basado en los datos" 

Autor: Carl T. Bergstrom y Jevin D. West

Editorial: Capitán Swing

El médico norteamericano Andrew Wakefield, cabeza de un estudio fraudulento que relacionaba autismo con vacunas, acabó dirigiendo un documental titulado "Vaxxed (Vacunados)", en el que alegaba que el CDC, el Centro para el Control de Enfermedades, estaba encubriendo problemas de seguridad relacionados con las vacunas. La película recibió una enorme atención mediática y revitalizó el miedo a la vacuna.

A pesar de todas las evidencias contra Wakefield y la aplastante avalancha de pruebas que desmentían su hipótesis; a pesar de ser condenado, de ser abandonado por varios de los colegas que firmaban el estudio junto a él; a pesar de demostrarse que se había lucrado con financiación fraudulenta e interesada; mantuvo la credibilidad dentro de un segmento determinado de la población, y los temores infundados sobre el vínculo vacuna-autismo persistieron hasta el punto de que dos décadas más tarde, el fraude de Wakefield ha tenido consecuencias desastrosas para la salud pública. Las tasas de vacunación han aumentado después de que tocaran fondo tras el artículo de Wakefield, pero siguen peligrosamente más bajas que a principios de 1990. En los primeros seis meses de 2018, Europa informó de un récord de más de 41.000 casos de sarampión. Los Estados Unidos, que casi habían eliminado por completo este virus, en la actualidad sufren brotes cada año. Era puro bullshit.

Estos son dos de los múltiples casos que recogen Carl T. Bergstrom y Jevin D. West en el curso que imparten en la Universidad de Washington dedicado a detectar y denunciar el bullshit, que han convertido en libro: "Tenemos motivos de conciencia cívica para querer ayudar a la gente a descubrir y refutar el bullshit. No es una cuestión de ideología de izquierdas o de derechas; la gente de ambos lados del espectro político ha demostrado ser hábil en la creación y difusión de desinformación. Más bien (a riesgo de ser grandilocuentes), creemos que la detección adecuada de bullshit es esencial para la supervivencia de la democracia liberal. La democracia siempre se ha basado en un electorado con pensamiento crítico, pero esto nunca ha sido más importante que en la actual era de noticias falsas y de interferencias internacionales en los procesos electorales a través de la propaganda difundida en las redes sociales".

En español tenemos varias palabras que coinciden con el término inglés, bobadas, bulos, tonterías, patrañas, etc... el propósito es disimular o engatusar pero engloba actitudes muy diversas para las que no hay una única palabra en español. El que hace bullshit incluso puede ser ajeno a la veracidad o falsedad de lo que cuenta. cualquiera de nosotros lo hace o puede acerlo sin ser consciente de estar transmitiendo algo falso. West y Bergstrom tratan de ayudar a saber como detectar y luchar contra esta desinformación más compleja que las noticias falsas y proponen multitud de ejemplos entre los que destaco los que funcionan en el terreno de la ciencia porque los autores son defensores y amantes de la ciencia y por eso se han centrado precisamente en las patrañas "científicas", más complejas de detectar que las políticas o de la mercadotecnia, aunque también son mencionadas, no sin humor:

"Mucha gente cree que se le da muy bien detectar el bullshit. Esto puede ser cierto cuando este se presenta envuelto en un estilo retórico o elegantemente elaborado, lo que los autores definen como el bullshit de la vieja escuela. Si decimos, por ejemplo: Nuestra misión colectiva es poner en funcionamiento soluciones bilaterales para aprovechar oportunidades infrautilizadas de la cartera de recursos humanos. (Estamos diciendo simplemente que somos una agencia de trabajo temporal).

Al igual que hicieron nuestros antepasados, miramos hacia los interminables horizontes de nuestra gran nación con las mentes fijas y los corazones encendidos para reavivar las chispas amortiguadas de nuestro destino colectivo. (Esto no quiere decir nada, ahórratelo y dinos cómo diablos vas a devolver los puestos de trabajo a nuestra región).

El bullshit de la vieja escuela no va a desaparecer, pero el «bullshit de la nueva escuela» es mucho más pernicioso por lo difícil de detectar, porque no se dirige a las emociones que nos obnubilan sino que se sirve del lenguaje de las matemáticas, la ciencia y las estadísticas con el propósito de crear la impresión de rigor y precisión. A las afirmaciones se les da un barniz de legitimidad con números, cifras, estadísticas y gráficos de datos, cuya contrastación es trabajosa. Un ingeniero de software italiano publicó en 2014 un estudio que dio lugar al principio Brandolini; según este principio, se necesita 8 veces más energía para refutar el bullshit del necesario para producirlo.

Producir bullshit cuesta mucho menos trabajo que erradicarlo; también es mucho más simple y más barato. Unos años antes de que Brandolini formulara su principio, el bloguero italiano Uriel Fanelli ya había señalado algo que dice más o menos lo mismo: «Un idiota puede crear más bullshit del que uno podría esperar refutar durante toda su vida»".

Los autores emplean recursos de todo tipo para mostrarnos como responder y donde dudar, incluyendo hasta ejemplos zoológicos fascinantes como la manera de "mentir" de la angosta mantis, capaz de hacer que sus pinzas golpeen a una velocidad de 80 kilómetros por hora y que, aviso, no deberíais meter en vuestro acuario.

Un ensayo valioso, sorprendente en muchos casos y que lamento que no sea una aplicación para mi móvil, que yo pasaría por multitud de las informaciones que nos inundan.

Carlos López-Tapia

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