Cine en serie: “Broadchurch”, la serie que nos descubrió a Olivia Colman

Cine en serie: “Broadchurch”, la serie que nos descubrió a Olivia Colman

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Querido Teo:

Hoy hablamos de una serie que ya tiene un tiempo pero que es una de las mejores producciones que nos llegaron del Reino Unido en la última década. "Broadchurch" se convirtió en todo un éxito a nivel internacional (incluso hubo un remake usamericano con el mismo protagonista que fue un fiasco) y permitió descubrirnos a Olivia Colman justo antes de su estrellato definitivo con "La favorita" y "The crown". 3 temporadas, un misterio y esa calidad del mejor procedimental británico convierten a “Broadchurch” en una serie imprescindible para descubrir o recuperar que salió triunfadora en los Bafta 2014 por su magistral primera temporada y que después mantuvo el nivel en la segunda para ya perder fuelle en la tercera y última. Todas ellas pueden verse actualmente en Netflix.

“Broadchurch” es una serie que eleva ese suspense británico tan característico habitual en las producciones televisivas que nos han llegado desde Reino Unido en las últimas décadas. ITV impulsó el proyecto a partir de la idea de Chris Chibnall, creador de la serie que pretendía reflejar cómo un hecho imprevisto dejaba en shock a toda una pequeña comunidad pesquera y les afectaba a todos sus miembros en mayor o menor medida. En este caso a raíz de la muerte de Danny Latimer, un niño de 11 años cuyo cuerpo es encontrado en la arena de la playa frente al acantilado y que rompe de dolor a sus padres en crisis, Mark y Beth, muy conocidos dentro del pueblo.

De la investigación se encargan Alec Hardy (David Tennant) y Ellie Miller (Olivia Colman). Él es un inspector recto y desagradable en el trato que es destinado a ese pueblo dejando cargas familiares y un pasado tormentoso que le ha afectado a su corazón, además de la acusación dirigida hacia él por la mala gestión de unas pruebas de ADN en una anterior investigación. Por su parte, Miller, tiene un carácter más campechano propio de la familiaridad de una comunidad en la que todos se conocen y en la que nunca ha pasado nada extraño. Será un crimen de este tipo el que ponga a todos en alerta y active tanto los chismorreos como las presuntas culpabilidades ante los cadáveres que quien más quien menos se guarda en el armario.

En una serie como ésta no es conveniente contar mucho ya que lo más importante son los giros y cómo, cuando parece que uno sospecha de alguien, todo cambia de perspectiva hasta llegar a un desenlace sorprendente pero bien hilvanado que dejó una serie en todo lo alto pero, por otro lado, cerrada ya de por sí en una primera temporada que no se vio superada por las siguientes.

Olivia Colman confesó en una entrevista en el show de Graham Norton que sólo cuatro miembros del reparto conocían quién era el culpable lo que permitió el desarrollo orgánico de la serie y las reacciones emocionales que desprenden cada uno de los actores. Y es que, entre los miembros del reparto, encontrábamos también a Andrew Buchan y Jodie Whittaker como los padres de Danny que, además de la pérdida, viven en un mal momento personal ante una evidente crisis de pareja marcada por la rutina y la insatisfacción.

“Broadchurch” ha terminado conectando con el universo de la emblemática “Doctor Who” ya que su creador, Chris Chibnall, está ahora al frente de la longeva franquicia y en el reparto de “Broadchurch” encontramos a dos de las reencarnaciones del Doctor ya que Tennant le dio vida entre 2005 y 2010 y Jodie Whittaker es la actual versión desde 2017 y la primera mujer en ponerle rostro. Por si fuera poco, David Bradley, que da vida en la primera temporada al tendero y monitor del grupo de chicos de la escuela, también fue una versión del mismo en la transición entre Peter Capaldi y Jodie Whittaker en 2017.

El éxito de “Broadchurch” no habría sido tal sin la química que lograron los personajes de Tennant y Colman que de rivales pasaron a compañeros para después ser amigos y confidentes que en cierta manera comprendían la vocación e integridad del uno y el otro a la hora de abordar su trabajo. Además, la solidez del guión y la adrenalina de la serie (abrazando el noir puesto de moda por el audiovisual nórdico) le vino muy bien a la hora de crear esa atmósfera en el que la habitualmente idílica campiña inglesa podía encerrar también sus miserias frente al imponente y escarpado acantilado que se erige como vigía y enclave de West Bay, la pequeña localidad del sur de Inglaterra que sirvió de escenario para este pueblo ficticio.

Un juego narrativo que despista pero no confunde al espectador en el que se da cita no sólo la investigación sino el drama y desorientación de una familia rota que se culpabiliza por lo sucedido, un joven párroco con dudas de fe y la carnaza entre la que escarba el sensacionalismo periodístico cuando un lugar se pone en el mapa por un hecho lúgubre y desolador transformando el drama en puro morbo con el fin de vender titulares a cualquier precio.

Aunque la serie estaba previsto que terminara en sus 8 capítulos con la resolución del asesinato, ya se sabe que el éxito también puede condenar y alargar el recorrido de cualquier trama y eso es lo que ocurrió con una segunda temporada que supo con cierta dignidad mantener el tipo trasladando el desarrollo de la misma al juicio del asesino confeso de Danny y las marañas legales y éticas en las que acaba envuelto ante la posición que toma cada uno de los miembros de la comunidad y la disputa personal y de egos de las abogadas que se enfrentan en el tribunal, encarnadas por Charlotte Rampling (“45 años”) y Marianne Jean-Baptiste (“Secretos y mentiras”). Maestra y discípula que se toman el caso como algo personal.

Además, para avivar algo más la temporada, la serie exploró también los cabos sueltos de las dos niñas desaparecidas de Sandbrook que llevaron al personaje de David Tennant a Broadchurch en su momento. El inspector se enfrenta a su pasado y a la posibilidad de redimirse cuando se pone en su camino Lee Ashwoth, sospechoso del crimen y que mantiene una relación de masculinidad tóxica con su mujer, una pieza también en el tablero que intenta poner en orden el atormentado inspector.

Un doble juego, el judicial y otro crimen del pasado, que intenta reforzar argumentalmente una segunda temporada que sabía que sus mejores cartas se habían jugado ya pero que seguía ahondando en el duelo a través del tiempo de los padres de Danny, intentando reconstruir su vida en común a pesar de los vaivenes de un juicio que no hace más que recordarles su drama más cuando, incluso, existe serio riesgo de que el presunto culpable pueda terminar siendo exculpado ante unas pruebas que no terminan de erigirse como definitivas.

La tercera temporada de “Broadchurch” intentó el reinicio de la misma, con Alec y Ellie trabajando más como socios por vocación que como miembros del cuerpo de la ley, encarando un caso de violación en Dorset suponiendo el leitmotiv todo un alegato feminista centrando la carga del relato no en la pérdida de un hijo sino en todos los reproches, culpas, inseguridades y traumas que sufre una víctima de este tipo. En este caso una mujer divorciada que, tras una fiesta, es atacada en el bosque contiguo no recordando nada de lo acontecido.

El gran acierto de la temporada era reflejar ese peso que una mujer ya no puede quitarse mientras viva y la serie volvía a demostrar su acierto a la hora de reflejar el dolor humano de una manera certera, auténtica y nada forzada incluso pasando por las diferentes fases por las que deambula la mente de la víctima y el hecho de que, intencionadamente o no, en el escalafón delictivo una violación queda siempre eclipsada y ninguneada frente al asesinato, que no deja de ser el suceso estrella que siempre se lleva todo el foco, interés y esfuerzos de las autoridades.

Trish Winterman es la mujer que lleva en su rostro (interpretada por Julie Hesmondhalgh) esos vaivenes emocionales que llevan a la serie a sus inicios con un nuevo caso en el que todo el mundo parece culpable. Una fórmula que en este caso no lograba estar tan engrasada ya que los nuevos personajes no terminan de interesar y los heredados de las dos anteriores temporadas (que tenían el fin de conectar con el espectador habitual de la serie) confirmaban que sus historias ya estaban más que amortizadas.

Y es que volver al dolor de los padres de Danny, especialmente la devastación y culpabilidad de Mark, tuvo que ser salvado por el hecho de que el personaje de Beth (Jodie Whittaker) encontrara un trabajo como asesora para víctimas de violaciones fomentando así el encuentro entre ella y el personaje protagonista de esta temporada que tienen en sus conversaciones el dolor de dos víctimas que han perdido algo que no les será devuelto nunca.

“Broadchurch” cerró con su tercera temporada un recorrido que la deja como una serie destacada en lo que llevamos de siglo y que se suele utilizar como referencia cuando se estrena algún título de corte similar. Una producción que exploró el drama, llevó al espectador a nuevos terrenos en sus giros de guión y ofreció grandes interpretaciones para unos personajes con aristas que, seguramente, han dicho menos veces “te quiero” de las que debieran y que al final encuentran en los pequeños detalles, el reencontrarse con la familia o el tomar una cerveza con un colega de trabajo, el mayor de los placeres. En todo caso siempre será la serie que descubrió al mundo a esa actriz ya imprescindible llamada Olivia Colman.

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Nacho Gonzalo

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