Cine en serie: “Gambito de dama”, una jugada maestra

Cine en serie: “Gambito de dama”, una jugada maestra

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Querido Teo:

"Gambito de dama" se ha convertido en la relevación de la temporada televisiva siendo uno de los mayores éxitos de Netflix, más cuando no estaba concebido ni como fenómeno popular ni como apuesta de prestigio para dar empaque al canal. Una miniserie de siete capítulos que no ha sufrido quedar sepultada rápidamente por la siguiente novedad de turno sino que, tres meses después de su estreno en la plataforma, sigue siendo de lo más visto gracias al boca-oreja. Scott Frank, responsable de "Godless" (2017) y nominado al Oscar por los guiones de “Un romance muy peligroso” en 1999 y “Logan” en 2018, es el creador de semejante logro televisivo.

“Gambito de dama” no sólo ha puesto el ajedrez de moda, un juego de mesa siempre asociado a lo cerebral por todo lo que tiene de solitario y estratégico, sino que tiene como principal baza una narración ágil y nada confusa logrando que el lenguaje ajedrecístico que se utiliza no suene farragoso y encaje bien con la personalidad obsesiva de la protagonista, Beth Harmon, una huérfana criada en un orfanato y que descubre este juego casi por accidente, así como unas pastillas verdes tranquilizantes que le abren la mente.

El bedel del centro, que pasa las horas muertas en el sótano del centro jugando consigo mismo, empieza a enseñarle a la niña ante el gran interés de ésta, asombrándose pronto con el prodigio que tiene delante de él. Dos personas muy diferentes, separadas por sus distintas vivencias y generaciones, pero que conectan ante una pasión común que les hace encontrar en el otro la compañía y la comprensión que no les aportan los demás.

Beth Harmon no es un personaje real sino que nace de la mente del escritor Walter Tevis, el cual se inspiró en varios jugadores profesionales para hacer creíble a una protagonista que vive por y para ese deporte, el cual fue su tabla de salvación y que le genera fama y prestigio allá por dónde va. El escritor falleció en 1984 calificando su obra como un tributo para las mujeres inteligentes, una circunstancia que ha encajado muy bien con una sensibilidad actual más proclive en acoger a estas historias en la que se demuestra la personalidad, talento, empuje y determinación de una mujer en un mundo de hombres que, a pesar de su juventud, deja a los grandes maestros con una mezcla de estupefacción y admiración cuando ella irrumpe en el circuito competitivo partiendo desde cero.

Si los dos primeros capítulos bien pueden recordarnos al universo de los huérfanos de Dickens o la “Matilda” de Roald Dahl, ayudando a poner contexto a la personalidad de la protagonista desde su infancia, dejando atrás su posible trauma y carencia de afecto decidiéndose en abrazar lo que le apasiona, la serie pronto coge ritmo cuando una pareja infeliz decide adoptarla, cuando ya tiene 15 años aunque se haga pasar por alguien de 13, y ello acaba suponiendo su salto al mundo exterior. Es el caso del instituto como cualquier adolescente de su edad, un mundo en el que no encaja basando su seguridad en el dominio del propio universo que ha generado en su cabeza con las 64 casillas del tablero de ajedrez como protagonistas.

Beth Harmon empezará a sacar partido de su talento, tanto a nivel de economía como de prestigio, cuando empiece a participar en competiciones en las que empieza a encontrar a una camarilla de colegas, compañeros y fans fascinados por su capacidad para mover las piezas de una manera incisiva y directa. Su nombre va haciéndose muy popular y cada vez va asumiendo más retos, como el poder ser campeona de Estados Unidos o viajar a Rusia, la cuna del ajedrez en la que los grandes maestros imponen su ley estableciendo una especie de Guerra Fría en la que, por primera vez, y gracias a Harmon, Estados Unidos puede participar sin ningún complejo, de tú a tú, pero siempre resaltando una de las máximas de este juego, el respeto al contrincante a pesar de los divismos y egos que tiene más de uno.

No sólo el ritmo y el empaque de la serie ha hecho mucho por el éxito de esta propuesta. Anya Taylor-Joy presta sus ojos felinos y su figura desgarbada a una Beth Harmon que no pone los sentimientos en el tablero a pesar de que su juventud y lo vertiginoso de su fama le hace atravesar algún bache, como cuando se queda prendada de un atractivo fotógrafo que no le corresponde (Jacob Fortune-Lloyd) o cuando existe el riesgo de que cruce el límite con sus adicciones.

Todo ello no impide que el grupo de amigos y compañeros que va conociendo a lo largo de los años y viajes, conectando casi con el espíritu de esas comedias adolescentes USA entre amores, camaraderías y lealtades, sean su mejor apoyo como un Harry Beltik que se queda prendado de ella tras caer derrotado (Harry Melling), el presuntuoso y vivaz campeón de Estados Unidos Benny Watts (Thomas Brodie-Sangster), los gemelos Matt y Mike (Matthew Dennis Lewis y Russell Dennis Lewis) y su descarada compañera de internado Jolene (Moses Ingram). Una carrera de fondo que llevará a la protagonista hacia Vasily Borgov (Marcin Dorocinski), el gran campeón mundial.

Uno de los escasos momentos en los que se nos presenta a la Harmond humana es en esa relación que establece con su madre adoptiva (Marielle Heller), casi más una socia y confidente, o cuando antes de su viaje a Rusia le da fuerza el buen recuerdo y el conocer todo lo que el bedel que tanto le enseñó (Bill Camp) la ha admirado realmente durante su periplo. Taylor-Joy es una de las actrices del momento tras revelarse con “La bruja” (2015) y “Múltiple” (2016) viéndola recientemente en la serie “Peaky Blinders” (2019) y en las películas “Los nuevos mutantes” (2020) y “Emma” (2020).

“Gambito de dama” muestra bien como una joven crea su mundo a partir de la destrucción del anterior. Destinada a ser una ama de casa más en los Estados Unidos de los 60 y 70, Harmond se rebela y defiende su autonomía llenando su mundo de su gran pasión y haciéndolo propio en una aventura continua en la que su oxígeno es estudiar las partidas, diseñar las mejores estrategias y sentirse única, especial y auténtica en el universo que ella controla y reconoce como suyo.

Una soledad salpicada de algunos tics que la actriz resuelve con acierto y que, a pesar de su esquiva personalidad, hace que el espectador conecte con ella y con su lucha personal frente a lo antipática que podría haber resultado en otras manos. Es mérito de la actriz y de un Scott Frank que tanto en la dirección, pulcra y hermosa, como con el guión demuestra un oficio pulido tras varias décadas trabajando en la industria resolviéndolo con inteligencia, claridad de ideas y apretando los resortes que conectan con el público sin pecar de obvio.

Allan Scott, cocreador de la serie, se hizo con los derechos de la novela en 2003 y finalmente ha sido una plataforma como Netflix la que ha dado luz y visibilidad a uno de esos proyectos que han ido dando tumbos por Hollywood durante años. Scott reveló que, tras pensar en nombres como Michael Apted o Bernardo Bertolucci, el fallecido actor Heath Ledger mostró interés en el proyecto antes de fallecer para debutar con él como director trabajando ambos en un borrador del guión. Finalmente el tiempo ha hecho justicia a una de esas historias que merecían ser contadas con la misma pasión con la que Harmond, antes de triunfar en todo el mundo, se interesa en una tienda por una revista de ajedrez especializada robándola al no llegarle el dinero que su madre le ha dado para la compra.

El guionista y director de "Gambito de dama", Scott Frank, contó en Entertaintment Weekly como “El caso Fisher” (2014), una de las cintas recientes sobre el mundo del ajedrez, se convirtió en referencia sabiendo que la clave del proyecto era no perderse en la densidad de las jugadas sino transmitir a través de los gestos, dudas y la fina línea que separa la victoria de la derrota mostrada en la cara de los jugadores: "Había visto la película de Edward Zwick, y eso me hizo darme cuenta de que no tenía que mostrar el tablero demasiado. Gran parte de la película se centró en los rostros de Liev Schreiber y Tobey Maguire, que es todo lo que necesitas saber".

Las críticas han sido muy positivas hablando de cómo la serie logra mostrar la personalidad del juego y ha manejado con precisión todo lo que rodea a su mundo y a los que lo componen. Una serie que parecía destinada a quedar engullida por el inabarcable océano de la plataforma catódica y que, gracias al boca-oreja a nivel mundial, en apenas un mes se convirtió en la miniserie más vista del canal con 62 millones de usuarios habiéndola reproducido durante ese tiempo y en el ámbito general sólo por detrás de "Los Bridgerton" (82), “Lupin” (70), “The witcher” (67), la cuarta temporada de “La casa de papel” (65) y “Tiger King” (64). Adictiva, magnética y con una gran riqueza visual es una muestra del poder de la pantalla que ha elevado al siempre elitista ajedrez a uno de sus momentos de mayor popularidad contemporánea.

 “Gambito de dama” se ha erigido como un gran éxito por originalidad, brillantez y por haber sabido transmitir con acierto y dinamismo una de esas historias que demuestran que todavía hay mucho que contar como en este retrato eterno del genio con sus obsesiones y adicciones llevándolo a un público amplio y deseoso, sobre todo, de buenas historias que le inspiren, conmuevan y entretengan.

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Nacho Gonzalo

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