Cine en serie: "Laëtitia o el fin de los hombres", impotencia e indignación en un caso mediático

Cine en serie: "Laëtitia o el fin de los hombres", impotencia e indignación en un caso mediático

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Querido Teo:

Cuatro años después del asesinato que conmocionó a Francia y levantó a los magistrados del poder judicial contra el presidente del país, el historiador Ivan Jablonka terminaba el libro en el que llevaba trabajando meses para reconstruir la vida y las circunstancias que rodeaban al caso. Lo tituló con el mismo nombre que la serie de televisión que inspira y que ahora podemos ver en seis capítulos en la plataforma Filmin.

Durante una de las últimas entrevistas de Jablonka con la hermana de la joven asesinada, preguntó a Jessica cuál era la imagen más feliz que conservaba de su hermana. Respondió sin dudarlo: «La tarde en la que aprendimos a bailar el Madison». Fue en el jardín de los Ermont en la Alta Saboya, el 7 de julio de 2007, o el 7/7/7, después de la boda del hijo en el Registro Civil. Había que prepararse para el gran baile de la noche. El Madison se baila en fila. Hay que avanzar, dar pasos de costado con cada pierna, retroceder y avanzar otra vez. Laëtitia llevaba un vestido, se había maquillado con cuidado. Se reía, descalza sobre la hierba, hacía buen tiempo, estaba feliz.

"Laëtitia o el fin de los hombres" es más que una reconstrucción respetuosa y crítica con muchos de los actores que intervinieron en este drama. Hay un esfuerzo por entender, incluso, a las personas que convirtieron la vida de dos adolescentes en una tragedia de las que lleva toda una vida recuperarse. Hay un esfuerzo de contención, siempre evitando el menor rastro de sensacionalismo, que la serie deja a cargo de una prensa encarnada por periodistas y empresas arrastrados por la codicia del momento, el ansia de detalles perturbadores.

Trece años después, la memoria y la historia sigue viva, se puede constatar en Internet. Cualquier búsqueda que hagáis os llevará a una docena de imágenes, sin contar los innumerables reportajes sobre las marchas, el entierro y los juicios. Un periódico incluso publicó un fotomontaje donde Laëtitia, con el cabello inundado por el sol, los ojos risueños y las mejillas rosadas, aparece al lado de su asesino, cuyo retrato se reproduce en forma de medallón. Laëtitia fue llorada por toda Francia. Su entierro fue cubierto por todos los medios y garantizó que cada espectador, con su mente y su corazón, pudiera dejar una rosa sobre su ataúd. Así nació "el caso Laëtitia", uno de los sucesos más siniestros de principios del siglo XXI.

Algunos momentos de la serie expresan una violencia interior en los protagonistas que la convierten en el centro del drama, la ira descontrolada evidencia que la violencia ejercida sobre los niños y los jóvenes es la que se reproduce cuando se convierten en adultos. En su meticulosa reconstrucción del caso tienen un espacio destacado la impotencia de la trabajadora social, la frustración del inspector de policía, del juez, el fiscal o el oportunismo populista de Nicolas Sarkozy, el entonces presidente de la República Francesa, que por un lado dijo sentirse próximo a la familia y a la víctima, que compartía su pena, pero al mismo tiempo explotó su dolor para su propio beneficio.

Abogó por endurecer las penas y acusar a los jueces de no hacer su trabajo, a lo que ellos contestaron con una movilización que paralizó los tribunales de buena parte del país. Los conocedores de la situación, que condujo a lo que nos cuenta con rigor documental esta serie, coinciden en que, en vez de construir más cárceles, se debe destinar esos recursos a financiar mejor los servicios sociales y el sistema judicial.

Esta tragedia que, como los casos de las niñas de Alcásser o Diana Quer en nuestro país, levantó un revuelo mediático y político en Francia, es un ejemplo de buena televisión en lo que se conoce como el género de "true crime". Su responsable es Jean-Xavier de Lestrade, pionero del género gracias a "Un culpable ideal" (documental ganador del Oscar en 2002) y "The staircase" (2004-2018), que también es el responsable de otra serie sobre una adolescencia truncada, "La vida de Manon" (2017) (disponible en Filmin).

La serie no puede alcanzar el detalle que nos ofrece el libro en que se basa, publicado en español, donde el autor demuestra el detalle que logró alcanzar para descifrar la vida de la adolescente, recurriendo a un análisis minucioso de su huella en Internet. Aunque la policía cerró la cuenta de Laëtitia, incluso logró acceder a ella. "En Facebook, tenía cuarenta y ocho amigos, principalmente compañeros de Machecoul y La Bernerie, colegas, algunos familiares de la parte Perrais. En su foto de perfil, sacada desde arriba con un teléfono que sostiene lo más lejos posible de la cara, aparece con su hermana, mejilla contra mejilla, risueñas y cómplices (no hay muchas personas con quienes tengamos un contacto físico frente a una cámara de fotos). Le puso like a doce cantantes, tres series televisivas, dos películas y un libro. En cuanto a la música: Rihanna (R’n’B), Green Day (punk-rock), Grand Corps Malade (slam) y La Fouine, Sexion d’Assaut, Soprano (rap). Nada prueba que realmente haya visto Avatar y Crepúsculo, pero seguro que sus melodías le suenan: una parábola de ciencia ficción sobre la humanidad y la tolerancia por un lado, una love story entre vampiros adolescentes por el otro”.

En buena medida, la serie es una representación de la vida y los intereses de muchos adolescentes actuales. Vale la pena.

Vídeo

Carlos López-Tapia

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