Cine en serie: "Todas las criaturas grandes y pequeñas", el encanto rural

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Querido Teo:

Cuando James Herriot murió en 1995, con casi 80 años, toda Inglaterra se puso de luto, en especial la rural. Su verdadero nombre era James Alfred Wight, el responsable de cientos de vocaciones de veterinarios rurales ingleses del siglo XX. Su serie de novelas autobiográficas se hicieron tan populares como las escritas por “Los Durrell”, reflejando el mismo amor por la naturaleza y los animales. Apenas hay ingleses que no hayan visitado su clínica veterinaria convertida en museo y su nombre no es menos conocido que el de la propia reina de Inglaterra, con la que por supuesto se reunió en más de una ocasión.

Llegó a la gran pantalla en 1975 por primera vez en la interpretación de Sir Anthony Hopkins, y regresaría aún una vez más, después de que la BBC convirtiera, en 1978, sus historias en una serie que sentaba a los espectadores ante la televisión con audiencias millonarias y que se terminó en los 90. Ahora se cumplen cincuenta años de la publicación del primer libro y el éxito se ha repetido.

La serie refleja la imagen de un país tan sencillo y característico como su forma de escribir y su propia vida en el Yorkshire de los años 40, donde atendió a los animales con el paréntesis de su incorporación a la fuerza aérea inglesa durante la II Guerra Mundial. James fue tan coherente como para continuar con su trabajo veterinario hasta su muerte, a pesar del enorme éxito económico que le proporcionaron los cientos de miles de ejemplares vendidos tanto en el reino Unido como en Estados Unidos. Es una de las referencias más respetadas de la Inglaterra tradicional, llena de pasteles de carne, vecindad colaboradora y sentido del humor típico.

Seis capítulos y un especial de Navidad para una primera temporada que no será la única y que ofrece relajación, amabilidad y sonrisa complaciente, además de una ducha de nostalgia por un mundo conservado con dificultades, pero todavía existente y sobre todo evocado en cientos de historias para la imprenta y la pantalla.

No todo es felicidad en la historia, pero no hay nada incómodo, nada violento, nada que no atraiga hacia esa campiña idílica y soñada que, por supuesto, es bastante más dura, húmeda y difícil que la reflejada por James. Esta serie es un masaje apreciable para espectadores maduros, urbanitas amantes de una cierta idea del campo inglés. Puede que no arrebate a todos los espectadores, pero desde luego que no echará a ninguno.

Se puede recomendar con la misma seguridad que una galleta de jengibre y un té "ordinary", de los que parecen cubrir toda necesidad, ya sea para matar el hambre, facilitar conversaciones difíciles o etiquetar toda una cultura.

La historia comienza con la llegada de un James recién salido de la Facultad de Veterinaria, para sumarse como nuevo ayudante de un veterinario experto, más cascarrabias de lo que en realidad es, y que atiende lo mismo a la vaca de un ganadero desconfiado de cualquier novedad, que al perrito malcriado de una dama de la nobleza rural.

Vídeo

Carlos López-Tapia

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