Conexión Oscar 2014: ¿Realmente pueden ganar Leonardo DiCaprio y Amy Adams?
Querido Teo:
Desde luego esta semana no se puede decir que Leonardo DiCaprio y Amy Adams no estén felices. Y eso que no sé si habrán captado esa corriente de apoyo entusiasta que han recibido desde España. Y es que si los cinéfilos de este país votaran en los Oscar, sin duda, DiCaprio ya tendría (al menos) un Oscar. Es uno de esos nombres como Brad Pitt, Johnny Depp, Tim Burton o Woody Allen que funcionan muy bien en nuestro país, tanto en taquilla como a nivel de cariño por el público. Lo mismo se puede decir de Amy Adams, una actriz que ha ido creciendo con el paso de los años intentando vencer ese perfil de secundaria que siempre termina eclipsada por otra compañera de reparto. DiCaprio y Adams consiguen este año llegar a su quinta nominación (el actor ha sumado también una nominación como productor de “El lobo de Wall Street”) pero, a pesar de que se han jugado la nominación hasta el último momento, muchos piensan que ya les toca y se pueden terminar llevando el gato al agua. ¿Realmente es así?
Leonardo DiCaprio ha vuelto a conseguir el respeto académico después de sus omisiones de los últimos años. Y es que, si exceptuamos su primera candidatura cuando no era más que un adolescente en “¿A quién ama Gilbert Grape?”, el actor sólo había conseguido dos nominaciones en su fase adulta (“El aviador” y “Diamante de sangre”). “Revolutionary Road”, “Shutter Island”, “J. Edgar” y “Django desencadenado” fueron trabajos esforzados y valorados que se quedaron sin ninguna recompensa lo que hizo acrecentar su imagen de “desesperado” por obtener el reconocimiento académico. Ha sido casi a los 40 años cuando DiCaprio por fin suma una meritoria nominación al Oscar, la segunda con Scorsese, por (hay que decirlo) posiblemente su mejor trabajo, o al menos el más extremo, complejo y vistoso actoralmente como el broker excesivo Jordan Belfort.
La pregunta es… ¿puede ganar? ¿La Academia siente que le debe algo? Los Oscar han demostrado más de una vez que no se casan con nadie y DiCaprio no tiene pinta que vaya a ser una excepción. Es verdad que la película ha recibido 5 nominaciones al Oscar en las categorías más importantes (quedando sólo fuera de montaje) pero la impresión es que la cinta ha llegado demasiado tarde para ganar algo. Es verdad que el año pasado no impidió que Christoph Waltz se llevara su segundo Oscar, aunque “Django desencadenado” llegó tan justa de tiempo que seguro que no pudo optar en iguales condiciones en otras categorías importantes, pero el austriaco se aprovechó de una categoría emocionante y sin dueño en la que ni Tommy Lee Jones ni Philip Seymour Hoffman, ganadores del SAG y el Critics´Choice respectivamente, llegaron a ocupar la posición de favoritos. DiCaprio tiene en contra (al margen de las antipatías de un personaje amoral, sin escrúpulos y clara muestra de los años de excesos vividos y sufridos) que Matthew McConaugheyhaya cogido ya una inercia que parece imparable en la categoría de mejor actor. Ya se sabe lo que se valoran los cambios físicos y la progresión actoral, y tanto el personaje bombón que tiene en “Dallas Buyers Club”, como la evolución de la carrera del texano tan vertiginosa a su favor, le convierte en el mejor perfil de ganador de la estatuilla. No obstante, parece que todo el mundo ha olvidado a Chiwetel Ejiofor (a pesar de que muchos proclamaron su favoritismo hace bien poco). Yo no diría que va a ganar ni mucho menos, pero sí que a día de hoy sigue siendo la alternativa más real para McConaughey como así ha sido a lo largo de la carrera. Los Bafta deberían de certificar esta teoría si, como parece, ante la ausencia de “Dallas Buyers Club” en los premios de la academia británica, Chiwetel (que para más inri es británico) se alza con el premio por delante de DiCaprio. A DiCaprio se le quiere y se le aprecia mucho pero (además de no tener un calado dramático en su papel tan grande como los otros dos, aunque sí que demuestra todas sus bazas actorales con un personaje extremo y arribista) no hay que inflar sus opciones cuando todo parece indicar que su techo este año ha vuelto a ser la nominación. Y, por si hay dudas, que McConaughey tenga una breve pero inspiradora intervención en su película no le ayuda en absoluto.
¿Y Amy Adams? Por nominaciones (cinco) podría pensarse que ya se lo merece, y no hay duda de que la Academia la quiere porque siempre que ha podido (salvo en el caso de “Encantada”) la ha nominado. Pero no hay que olvidar los casos de Glenn Close, Deborah Kerr y Thelma Ritter (6 nominaciones y 0 Oscar) para pensar que, en efecto, la Academia no se deja llevar por las lamentaciones. Amy Adams ofrece un gran cambio de registro (ayudándose del escotazo y su melenaza pelirroja) pero aunque no haya más que reinventarse como actriz (y cada vez esté dejando más atrás esa imagen tierna y añiñada que podría haberla colocado como la nueva Julie Andrews) lo que hace con David O. Russell es la evolución lógica tras lo que ya vimos en “La duda” (monja débil) “The fighter” (choni) y “The master” (arpía). Aun así, no hay que olvidar que también ha entrado entre las candidatas por la espectacular subida de las acciones de lo nuevo de O. Russell (ha entrado hasta Bale cuando la categoría de mejor actor estaba realmente competida) y entrando en foto-finish con un duelo que parecía mantener con Meryl Streep por la quinta plaza y que, finalmente, ha tenido como perjudicada a Emma Thompson.
Y otros dos inconvenientes son los que lastran sus opciones. Uno es que, realmente, podría haber competido también como secundaria (siendo en la primera hora cuando tiene más protagonismo en verdad) y otro que Cate Blanchett ya es un ciclón imparable en la categoría de mejor actriz por una de las interpretaciones más alabadas de los últimos años y que es, sin duda, todo un tour de force que será recordado y que se enseñará en escuelas de interpretación.
Por tanto, Leonardo DiCaprio y Amy Adams siguen avanzando en el camino, pero este año tendrán que seguir esperando. Que no desesperen, lo importante es estar en la órbita de los Oscar para que así, más tarde o más temprano, si logran mantener la regularidad de su carrera, con insistencia y un poco de suerte, terminarán ganando el Oscar por el papel adecuado en el momento justo. Por lo menos, y no es poco, que tengan el cariño del público (que al menos en las redes sociales reclaman sus Oscar) debería ser el mayor reconocimiento para un actor, aunque sin olvidar que ese aprecio no tiene que confundirnos y dar emoción (o desvirtuar) a una carrera que ya parece tener acuñados este año los nombres del Oscar al mejor actor y a la mejor actriz.
Nacho Gonzalo