Conexión Oscar 2021: Festival de Toronto: "Holler" y "My best part"

Conexión Oscar 2021: Festival de Toronto: "Holler" y "My best part"

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Querido Teo:

Hemos continuado la programación virtual de Toronto con dos óperas primas. Una heredera del cine "indie" usamericano con marchamo de America profunda y precaria y la otra una cinta francesa en tono naif y maternofilial que no oculta sus referencias con el cine de Xavier Dolan y Christophe Honoré. 

"Holler" (Nicole Riegel)

La Usamérica de la falta de oportunidades

“Holler” está dirigida por Nicole Riegel y es una propuesta de cine “indie” que nos lleva a esa Usamérica profunda marcada por las naves industriales, casas prefabricadas, caravanas y pocas oportunidades de salir de esa espiral que se extiende generación tras generación. Es lo que le ocurre a Ruth, una joven que encuentra una oportunidad para salir de allí cuando es aceptada para acceder a la universidad tras la solicitud presentada por su hermano mayor, el único que parece preocupado por ella y que tiene asumido que él no es más que una pieza más de ese engranaje aspirando únicamente a tener un trabajo que le dé un salario para mantener a él y a su familia mientras la máxima distracción que puede ofrecer el lugar es tomar unas cervezas con los amigos.

Un Ohio marcado por las fábricas cuyos humos harán tirarse de los pelos a cualquier ecologista mientras suenan en la radio las promesas de un Donald Trump que promete trabajo y riqueza para todos frente a la realidad de continuos recortes de personal en las empresas y una miseria generalizada y dependiente de la compañía de turno que tiene allí sus naves y que da trabajos a familias enteras generando una perversión de dependencia capitalista que lleva a asumir cualquier condición laboral con tal de mantener el puesto.

La ópera prima de Nicole Riegel bebe de la sombra de Courtney Hunt (“Frozen river”) y Debra Granik (“Winter´s bone”), una vez más con un personaje femenino fuerte al que da vida una destacable Jessica Barden que convierte su gorro rojo casi en un icono simbólico de lucha en una cinta en la que tanto ella y los suyos tendrán que sortear el riesgo de pisar terrenos pantanosos en un entorno chatarrero en el que también hay mafias e intereses y en el que ganarse un sobresueldo no es tan fácil. Una película sobria, sencilla y emotiva que de manera muy natural y certera no sólo habla de la precariedad laboral sino también de esa brecha educativa que hace tan difícil que los más desfavorecidos puedan acceder. Esa discriminación de clase que hace que una oportunidad como la que se presenta a la protagonista sea de una entre un millón.

No es especialmente innovadora dentro de esta corriente de cine “indie” en territorios genuinos de la USA profunda, pero se le valora por su autenticidad y la capacidad de construir un arco dramático en el que, sin cargar tintas ni forzar las situaciones o las desgracias, logra conmover, ante el buen equilibrio de la cinta y el meritorio trabajo actoral ya que además de Jessica Barden están estupendos el joven Gus Halper, como su abnegado y cómplie hermano Blaze, y las cada vez más imprescindibles Becky Ann Baker y Pamela Adlon, que de protagonizar la serie “Better things” aquí se come la pantalla como la madre de estos chicos que cumple condena en prisión por consumir drogas y que no puede evitar culparse por haberlos dejados a su suerte.

"My best part" (Nicolas Maury)

El peso de la madre como centro de los celos patológicos

También es un debut en la dirección “My best part” de Nicolas Maury que dirige, coescribe y protagoniza una cinta que tiene como protagonista a Jérémie Meyer, un treintañero homosexual que vive un mal momento ya que, además de no tener trabajo, acaba de romper con su pareja, Albert, entre otras cosas por su inseguridad y complejos que le llevan a ser un celoso patológico. Agobiado y hundido, ante una personalidad infantil y timorata que tampoco le ayuda, y tras alguna terapia de grupo infructuosa, decide irse con su madre a la casa de campo familiar a pasar una temporada y poder preparar con tranquilidad su audición para el musical “Spring awakening” para el que le han convocado con la sombra también de un padre ausente, separado ya hace años de su madre pero del que hace poco ha conocido que se ha suicidado.

Un viaje para reconectar con el yo del pasado y que eso le ayude a comprender la persona que es en el presente y qué es lo que puede hacer para no ahuyentar a los que le quieren y poder conformar una vida estable. Una cinta algo irregular y errática, con un Maury que como director es acartonado, como actor demasiado hierático y cansino, y como guionista reiterativo en el drama de un personaje que necesita de una madre interpretada por Nathalie Baye, un perro, un nuevo objeto de deseo y una monja japonesa para paliar lo que no es más que un egocentrismo subrayado por el drama de seguir siendo un niño pero ahora en el cuerpo de un hombre.

Un momento de autodescubrimiento que puede tener en esos días el asidero y el punto de inflexión necesario para salir adelante. Menos esteta que Xavier Dolan, es indudable que la sombra del joven realizador canadiense está presente, tanto por lo extremo de su protagonista como por su siempre intensa y tormentosa relación con las madres, pero Maury apuesta por un tono más convencional que le entronca también con el Éric Rohmer campestre y sensorial en su relación con la naturaleza y sus frutos y con Christophe Honoré en su soledad desorientada.

Nacho Gonzalo

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