Conexión Oscar 2021: “Una noche en Miami...”, la raza negra encuentra su voz activista

Conexión Oscar 2021: “Una noche en Miami...”, la raza negra encuentra su voz activista

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Querido Teo:

Este viernes se estrena en Amazon Prime "Una noche en Miami...", el debut en la dirección cinematográfica de Regina King, uno de esos nombres que se ha ganado el respeto a pulso en la industria USA en los últimos años. No sólo por trabajar también como actriz y productora sino por erigirse en una voz que se ha levantado en pro de los derechos de la raza negra en un siglo XXI en el que todavía siguen sufriendo episodios de discriminación, opresión y violencia fruto del racismo congénito de un país que no ha hecho más que polarizarse bajo el gobierno de Donald Trump. “Una noche en Miami...” se presenta como la gran apuesta de la plataforma para la temporada de premios (junto a la revelación que ha supuesto "Sound of metal") frente al arsenal que ha puesto Netflix sobre la mesa. La cinta de Regina King pasó por los festivales de Venecia 2020 (fuera de concurso) y Toronto 2020.

No es la primera vez que Regina King se ha puesto detrás de las cámaras ya que probó esta faceta en el campo televisivo en capítulos de series como “Scandal”, “Animal kingdom”, “This is us”, “Shameless”, “The good doctor” o “Insecure”.

King se ha convertido en una de las grandes hacedoras de la industria del entretenimiento desde muchas facetas, no sólo como actriz, y por ello no es de extrañar el respeto que tiene en el seno de la profesión en USA, cuando en España sólo es conocida por el público muy cinéfilo a pesar de haber ganado el Oscar 2019 a la mejor actriz de reparto por “El blues de Beale Street” y nada más y nada menos que 4 Emmys en seis años por sus participaciones en “American crime” (2015 y 2016) , “Seven seconds” (2018) y “Watchmen” (2020).

Ahora ha adaptado la obra de teatro de Kemp Powers, que ha sido su guionista además de haber codirigido y coescrito “Soul” este mismo año, narrando una ficción que recrea una noche histórica y en la que se juntaron cuatro nombres de referencia en la cultura popular afroamericana del siglo XX como fueron el boxeador Cassius Clay (Eli Goree), el activista Malcolm X (Kingsley Ben-Adir), el cantante Sam Cooke (Leslie Odom Jr.) y el jugador de fútbol americano Jim Brown (Aldis Hodge). Un encuentro que muestra una amistad y una influencia que sí que fue real y que sirve para actuar como punto de inflexión en un momento en Estados Unidos marcado por las revueltas, la crispación y la inseguridad para unos negros que seguían bailando al compás de los que tenían el poder y las oportunidades, los blancos.

Tras un 2020 marcado por las revueltas raciales y el #BlackLivesMatter en Estados Unidos, este proyecto se erige como más pertinente que nunca a la hora de mostrar la alianza que tejieron entre sí estos emblemas y líderes de opinión de su comunidad para seguir avanzando en la lucha por los derechos civiles a través de sus palabras, actos y profesiones. Unos tipos que se sienten en la obligación de encauzar su fama en pro de un bien común, aprovechar su condición de hombres negros para ayudar a abrir puertas a los demás miembros de su comunidad hablando entre bromas, guiños y alegatos sobre la religión, la independencia económica y en cómo ser dignos de asumir la responsabilidad que muchos de los suyos han puesto en ellos.

Una cinta atractiva y fascinante con una Regina King rotunda en la planificación en escena sabiendo que lo más vibrante va a tener que desarrollarse en una habitación de motel a través de las conversaciones de estos cuatro hombres en una noche tan normal en apariencia como reveladora para el futuro de todo un pueblo, ante el papel que cada uno de ellos estaba destinado a jugar con su legado, más en unos años en que todavía era raro ver a los negros ocupando esas posiciones de notoriedad alejados de los tiempos de las plantas de algodón y las servidumbres. En “Una noche en Miami...” no sólo ese núcleo central es el importante sino también en cómo se cuenta la llegada allí de cada uno de ellos y, sobre todo, cómo salen reforzados de cara al futuro, circunstancia que la cinta no pretende ocultarnos.

Regina King rueda con el empaque sobrio, elegante y melancólico de la película que le dio el Oscar como actriz de reparto pero también parece seguir la senda de ese cine de los 70 del que hicieron gala cineastas como John Cassavetes con films centrados en sus personajes y en el que un reducido espacio era el escenario para que estos se sinceraran sacando a la luz sus diferencias de criterios, egos y también puentes de unión para construir un futuro mejor para todos. Aquí ambientándose en la noche en la que Cassius Clay ganó su primer combate siendo lanzado al estrellato el 25 de Febrero de 1964 y justo antes de pasar a ser Muhammad Ali convirtiéndose al Islam, una noche en la que a pesar de alcanzar la gloria el hecho de ser negro le impide salir con sus amigos de fiesta para celebrarlo ante la vigencia de ese "Green book" que sobrevolaba la cinta de Peter Farrelly ganadora del Oscar.

Se respira gran cine en cada una de sus secuencias, desde las más ambiciosas como el combate de boxeo o las actuaciones musicales, así como en las más cotidianas como una simple llamada de un padre a su hija, ante las dudas del futuro que va a dejar para las nuevas generaciones, o cuando Malcolm X reprocha a Sam Cooke que el Blowin in the wind de Bob Dylan (que Cooke versionó con éxito) hable más de la lucha de los suyos que las canciones de un artista negro que parecen hechas más que nada para no incomodar a los blancos sin utilizar su talento y su arte para hacer causa y hablar de los suyos, lo que sería el germen del himno A change is gonna come.

Hay pasión y emoción ante la importancia de lo que se sabe que se está contando, con la habilidad de no pecar de grandilocuencia, y con unos actores jóvenes que no son engullidos por el peso de la iconografía de sus roles destacando a los dos que más llevan la voz cantante como son el aparentemente templado pero persuasivo y beligerante Malcolm X y el desvergonzado, verborreico y carismático Sam Cooke que pone broche de oro a la película con Leslie Odom Jr., catapultado por el musical “Hamilton”, interpretando en los títulos de crédito la canción Speak now, clara contendiente al Oscar. Un Malcolm que quiere ganar a sus amigos para la causa y que respira la indefensión de sentirse permanentemente vigilado por el FBI de Hoover y que, siendo mulato, todavía parece que tiene que demostrar más frente a sus hermanos negros.

La película crece cuando ambos sacan todo lo que guardan dentro el uno frente al otro, sea en esa habitación o en la terraza desde la que divagan y admiran la cámara de Malcolm, entre dardos y reproches por cómo encaran su papel en un tablero en el que cada pieza juega un rol fundamental en unos años clave. Una burbuja teñida de la calma tensa propia de una noche en tiempos revueltos que sirve para que salga a la luz un texto en el que se ve la herida arrastrada por siglos pero también el raciocinio que lleva a la necesidad de una rebeldía orgánica y reparadora para que los avances no supongan una derrota todavía mayor víctima de la complacencia y el conformismo.

“Una noche en Miami...” se enfrenta a dilemas importantes con honestidad e inteligencia en unas conversaciones de peso no sólo para ellos sino que son trascendentales en unos meses de alto voltaje en los que, todavía reciente la muerte de John Fitzgerald Kennedy en Dallas, la década más dramática para la cultura popular usamericana se saldaría posteriormente con los asesinatos de Malcolm X en 1965 y de Martin Luther King en 1968. Unos años en los que ser negro, y la consideración que ello implicaba, estaba por encima de cualquier logro, talento o genialidad en un momento que también muestra la fatalidad de todo fanatismo, sea desde el extremo que sea, ante el peligro de interpretarse sus reivindicaciones como una cruzada frente a los blancos en vez de en tender un puente para la convivencia.

Si Malcolm sustentaba su figura en su posicionamiento como líder activista en un momento en el que estaba a punto de romper con el Islam sabiendo su destino de mártir en pro de un bien mayor centrándose en la pureza del mismo y no a una jerarquía oxidada, Cassius Clay sopesa ante la influencia de Malcolm abrazar esta religión dejando patente su posición a hechos como la Guerra de Vietnam, Sam Cooke quiere evitar ser “el Sidney Poitier de la música” construido desde el imaginario de los blancos y contribuir con sus canciones a ser la voz y conciencia de todo un pueblo, y Jim Brown valora convertirse en actor de Hollywood y dejar atrás su exitosa carrera en la NFL tras comprobar cómo por muy admirado que sea en su pueblo seguirá siendo el negro que no puede pasar del portal. Entre bromas y guiños fruto de la amistad hay camaradería, lealtad, respeto, admiración y compromiso mientras se cuestionan el papel de cada uno sabiendo que la vida les ha puesto en una posición privilegiada que tienen que saber aprovechar para representar y favorecer a su pueblo.

Un brillante retrato, que respira gran cine en cada fotograma, en forma de interesante y didáctica conversación sobre activismo y cultura afroamericana que a buen seguro hará ruido positivo en esta carrera de premios ante una de las adaptaciones teatrales más inteligentes, auténticas, divulgadoras y conmovedoras que nos ha dado el cine reciente aunando magistralmente tanto desolación como esperanza en la revisión de una época y un contexto social que suena muy vivo desde los ojos de la realidad actual. Una de esas películas que pretenden generar conversación y ser útiles para seguir avanzando y no repetir errores del pasado.

Vídeo

Nacho Gonzalo

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Coron
Coron
3 años atrás

¿Por qué en esta página os pasáis por el forro la gramática inglesa? ¿De verdad os compensa cuando publicáis una lista de películas ir película por película quitando mayúsculas? En los títulos ingleses, deben ir en mayúscula todos los sustantivos y adjetivos, no solo la primera letra.

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