"El infinito en un junco: La invención de los libros en el mundo antiguo"

"El infinito en un junco: La invención de los libros en el mundo antiguo"

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"La cámara se desliza por la enorme sala de lectura abierta, asciende por las escaleras y se asoma al impresionante espacio vertical desde las pasarelas superpuestas que flotan como los palcos de un auditorio. La gente hormiguea bajo la luz cenital, entre los bloques paralelos de estanterías, cargando pilas de libros pegados al vientre. O permanece sentada con variados gestos de concentración (la mano bajo el mentón, el puño sosteniendo la mejilla, un bolígrafo que gira entre los dedos como una hélice…). Sin que nadie llegue a percibirlo, entra en la biblioteca un grupo de ángeles ataviados con esa memorable estética de los años 80: amplios abrigos oscuros, jerséis de cuello alto y, en el caso de Bruno Ganz, el pelo recogido en una pequeña coleta. Como los humanos no pueden verlos, los ángeles se acercan con libertad, se sientan a su lado o les colocan una mano en el hombro. Intrigados, se asoman a los libros que están leyendo. Acarician el lápiz de un estudiante, sopesando el misterio de todas las palabras que salen de ese pequeño objeto. Junto a unos niños, imitan sin comprenderlo el gesto de rozar las líneas con el dedo índice. Observan a su alrededor, con curiosidad y asombro, rostros ensimismados y miradas sumergidas en las palabras. Quieren entender qué sienten los vivos en esos momentos y por qué los libros atrapan su atención con tal intensidad". Así describe Irene Vallejo la secuencia de "El cielo sobre Berlín", rodada por Wim Wenders en la Staatsbibliothek (Biblioteca Estatal) de la ciudad, una de las reflexiones cinematográficas de la autora en este libro de Historia y amor por los libros, y lo que les rodea.

Título: "El infinito en un junco: La invención de los libros en el mundo antiguo"

Autor: Irene Vallejo

Editorial: Siruela

Irene se apoya en Historia, Filosofía, Arte, recuerdos de infancia y todo lo que su estilo de escritura fluida desea relacionar. Así, salta con naturalidad del fragmento de memoria en la Biblioteca Riccardiana, donde tuvo por primera vez entre las manos un manuscrito de pergamino muy valioso, tal vez la chispa inicial de este ensayo, a contarnos detalles de fabricación. Es reveladora la influencia del cine en esta sacerdotisa de los libros, con referencias constantes, incluso con piruetas geográficas: "Al principio Faro era un lugar; así se llamaba la isla del delta del Nilo con la que soñó Alejandro y donde decidió fundar la ciudad. En el mar Báltico, otra pequeña isla se llama Faro. Allí rodó Ingmar Bergman su película Como en un espejo, entre muchas otras, y allí se retiró para vivir como un ermitaño abismado".

Historia de letras, alfabetos, mensajes cifrados, recuperación de autoras enterradas por el mundo patriarcal, leyendas y realidades. Tanto como ensayista histórica, Irene se muestra escritora que hace volar su imaginación. Recurre directamente al "imagino" una decena de veces para hacernos "ver" un personaje o un mercado. Me he dejado llevar por la lectura directa de Irene como el que se desliza en una alfombra voladora, sin el menor esfuerzo. Sólo he notado "turbulencias" en el vuelo cuando Irene reproduce una idea más establecida que documentada: "Entonces, como en un sueño, el filósofo es asaltado por una jauría de extrañas visiones. En una Europa dominada por caudillos guerreros analfabetos, cuando el ocaso parece inevitable, las fábulas, ideas y mitos de Roma encuentran un paradójico refugio en los monasterios. Cada abadía, con su escuela, biblioteca y scriptorium, alberga un destello del Museo de Alejandría en tiempos menguantes. Allí, algunos monjes (y también monjas) se convierten en infatigables lectores, conservadores y artesanos librarios. Aprenden el laborioso arte de la fabricación de pergaminos. Letra a letra, palabra por palabra, copian y preservan los mejores libros paganos".

Parece que los datos, escasos, que nos ofrece la Historia reciente, van más en dirección de destrucción que de conservación. Dicho con más claridad, el equipo de destrucción de obras paganas goleó escandalosamente al de los conservadores. Los pocos casos de conservación en la Europa cristiana confirman esto como regla, al ser considerados extraordinarios. La Historia es un barco gigantesco que se mueve lenta e incansablemente, que necesita muchos años para virar, alejándose de viejos mensajes establecidos.

Irene nos ha regalado un viaje romántico y erudito al mundo clásico, y hay que agradecer la erudición cuando se divulga como hace ella. Se siente una ráfaga de esperanza cuando libros como éste empiezan a sumar ediciones, va por la cuarta.

Carlos López-Tapia

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