Fantasías de cine: “Excalibur” (1981), la leyenda artúrica

Fantasías de cine: “Excalibur” (1981), la leyenda artúrica

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Querido Teo:

Quizá sea la leyenda artúrica la más mágica y evocadora de todas las leyendas. Realmente, quien no conozca mucho de la leyenda de Arturo, tiene en esta película una buena base para empezar.

En los bosques que rodean el castillo de Tintagel, Uther Pendragon, tras una larga y cruenta guerra, le ruega a Merlín que le haga propicia la seducción de la novia de su nuevo aliado, el Duque de Cronwall, Merlín accede a sus deseos, pero con la condición de que el fruto de su lujuria sea para él. Esa misma noche, Arturo es concebido y, dieciocho años después, los nobles de un reino cuyo trono está vacío compiten para hacerse con el derecho de liberar la espada encantada, llamada Excalibur, de la piedra en la que fue incrustada al morir Uther.

El director John Boorman decidió dejar a un lado cualquier apunte histórico (como cualquier referencia cristiana) para centrarse en la historia mítica, el hombre como un ser a caballo entre la esperanza y la desesperación. Y es que el mito artúrico es tratado casi como un western crepuscular: asistimos a los orígenes, auge y decadencia del Rey Arturo y sus caballeros, en dos partes bien diferenciadas (aventurera, luminosa y romántica la primera; oscura, sucia y sangrienta la segunda) y con Merlín como eje central.

Rodada en Irlanda, tiene gran sentido visual y un buen uso de los espacios naturales… pero por otro lado también la película tiene un nulo ritmo; ya que llega a ser lento en exceso y algo tedioso. De hecho en su intento de concentrar el mito artúrico entero en poco más de dos horas, asistimos más a una sucesión de episodios donde la historia se detiene en un momento o salta varios años hacia delante de forma abrupta y confusa.

Boorman sabe combinar elementos reales e irreales (mágicos en este caso), imponiendo una lógica y verosimilitud interna, y la fuerza necesaria para que todo eso nos llegue. Esa es la principal virtud de la película. No es una historia de aventuras, princesas y héroes, sino la Edad Media en esencia: pobreza, poder, oscuridad cotidiana. Pero al mismo tiempo es un cuento de hadas (y demonios). La Edad Media llena de calamidades y sufrimientos, peleas entre caballeros por el control de la tierra y el poder. Hay que mencionar la banda sonora, donde escuchamos a Wagner y Carl Orff, entre otros. Parece que esas partituras se escribieran a propósito para la película.

Las notables interpretaciones de casi todos (en ese tiempo jóvenes actores como Helen Mirren o Liam Neeson), dieron el toque adicional a la magia lírica que significa la leyenda de la espada y su rey.

Los espectadores actuales podremos descubrir con esta película las peripecias de unos caballeros que, como Lancelot del Lago, campaban en una época en la que aún se temía a los dragones, sin olvidarse en ningún momento de vivir bajo las banderas del honor y de la verdad.

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Juan Israel Aldana

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