Jodie Foster en 'The mauritanian" y el estigma de "la mediana edad" de las mujeres en el cine

Jodie Foster en 'The mauritanian" y el estigma de "la mediana edad" de las mujeres en el cine

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Querido primo Teo:

Hace poco Candela Peña explotaba contra el machismo imperante por considerar que las mujeres a partir de los 40 años entran en ese grupo de la “mediana edad” algo que no se hace con los hombres. Nadie en su sano juicio diría que Tom Cruise es un hombre de mediana edad y menos después de verle colgarse de un avión en marcha en una de las entregas de “Misión imposible”. La edad más que suponer la riqueza que nos da la experiencia es mirada como una carga, en cualquier ámbito, solamente hay que ver quiénes son los primeros sacrificados en los momentos de crisis. Pero la condena de cumplir años es muchísimo más dura en el caso de las mujeres y el cine jamás ha sido una excepción. Bette Davis en un momento de desesperación tuvo que anunciarse en Variety para encontrar trabajo, Shelley Winters fue a un casting con uno de sus Oscar en el bolso y le dijo al director que si no le gustaba ese que tenía otro en casa, Joan Crawford, al igual que su archienemiga Davis, se convirtió en una autoparodia para poder seguir trabajando (muchas veces en proyectos de tercera división) porque tenía que sobrevivir y pagar facturas, ella no tuvo la suerte de hacerse mayor en un momento en el que la televisión fuera mirada como una oportunidad para desarrollar proyectos de prestigio y a la altura de su talento. Tilda Swinton se convirtió en una estrella y comenzó a atraer a las masas cuando estaba cerca de los 50 años pero eso ha sido posible porque la actriz nunca ha abrazado lo convencional, lo mismo le sucede a Isabelle Huppert que a sus 67 años vive al margen de la crisis. Pero son muy pocas las que gozan de ese estatus, con 23 años Julia Roberts puso a Hollywood (y de paso al mundo) a sus pies gracias al éxito de “Pretty woman” y ahora nos estamos perdiendo su mejor versión y lo peor de todo es que no somos conscientes de ello. También son muy pocos los proyectos que se centran en la figura de una mujer de más de 40 años y menos desde el seno de la gran industria. Si “Nomadland” de Chloé Zhao ha podido salir adelante con el respaldo de Fox Searchlight (antes de ser engullida por Disney) fue porque se convirtió en un empeño personal de Frances McDormand y por ser una producción que no ha llegado ni a los 5 millones de dólares. El pasado lunes se dieron a conocer las nominaciones a los Oscar y hemos echado en falta a Jodie Foster por "The mauritanian", un proyecto que nos ha devuelto a la intérprete con la que muchos de nosotros hemos crecido como espectadores, una de las que mejor representaron al star system de los 90, y cuyo talento interpretativo hemos añorado en los últimos años. 

Al igual que le sucedió a Bette Davis, Jodie Foster alcanzó la cima de Hollywood antes de entrar en la treintena. Pasó a formar parte del elitista grupo de actrices que habían conseguido la doble corona otorgada por la Academia. 2 Oscar a la mejor actriz principal por sus trabajos en “Acusados” en 1989 y “El silencio de los corderos” en 1992. Foster era una privilegiada porque comenzó su carrera en el mundo de la interpretación siendo una niña, debutó en un spot de un protector solar, y a pesar de sus coqueteos con Disney no fue vista como una actriz infantil sino como una intérprete que casualmente era una niña. Tuvo la suerte de no ser una Lindsay Lohan o un Macaulay Culkin porque ella no era la estrella sobre la que giraba todo lo demás. Con 13 años llegó la confirmación de todo eso que se sospechaba de Foster, su papel de prostituta infantil en “Taxi driver” (1976) no solamente le proporcionó su primera candidatura al Oscar sino que le libró de cualquier trámite para demostrar que podía asumir papeles de adulta y tener por lo tanto una carrera de largo recorrido, no todos han tenido esa suerte. 

Su madre era una publicista separada, su matrimonio finalizó antes del nacimiento de Jodie, que quiso que sus dos hijos menores trabajaran en la industria del espectáculo para salvar la maltrecha economía familiar. Buddy, que en los 90 publicó un libro que le hizo ser repudiado por el clan, tuvo una breve carrera como actor infantil interviniendo en algunas series conocidas de la década de los 70 como “El hombre de los seis millones de dólares” (1974-1978). Jodie sin embargo era diferente. No era una niña como las demás, leía con tres años, era muy aplicada en sus estudios y hablaba francés. Si la carrera de Buddy estaba estancada la que realmente llamaba la atención era ella. Su primer trabajo lo hizo a los tres años en publicidad y se curtió en la televisión, protagonizando incluso la versión televisiva de “Luna de papel” (1974) retomando el papel de la oscarizada Tatum O’Neal y que no tuvo ningún éxito. 

Su talento, profesionalidad e inteligencia posibilitaron que no fuera mirada como una niña e incluso la prensa que la entrevistaba con bastante paternalismo quedaba en evidencia ante su madurez. En eso también fue determinante su madre a quien le preocupaba que la carrera de Jodie muriese cuando dejara de tener un aspecto infantil así que se enfocó en buscar proyectos destinados al público adulto. Trabajó interpretando a la hija de una prostituta en “Alicia ya no vive aquí” (1974) de Martin Scorsese y ese fue el casting para encarnar a la prostituta infantil de “Taxi driver” (1976). Tenía tan solo 13 años, tuvo que estar acompañada de un trabajador social en el set, fue evaluada psiquiátricamente para comprobar si ese trabajo iba a dejarle secuelas emocionales y su hermana fue la encargada de doblarla en las escenas más comprometidas. Rodando el film se dio cuenta de lo que era el oficio de actuar, no estaba haciendo de sí misma, sino de alguien muy parecido a ella que tenía que esforzarse por ser el pilar económico de su familia.

Su interpretación de Iris, una prostituta preadolescente, supuso un escándalo y ella confesó que lo pasó mal con Scorsese que a pesar de que creía firmemente en el personaje y en las posibilidades de Jodie Foster con él no dejaba de sentirse cohibido porque tenía a una niña de 13 años delante. Afortunadamente Robert De Niro se dio cuenta de lo que estaba pasando y se convirtió en el mentor de la joven actriz durante el rodaje. “Taxi driver” se hizo con la Palma de Oro en el Festival de Cannes, sus críticas fueron espectaculares, fue premiada con el Bafta y Foster recibió su primera candidatura al Oscar. “Taxi driver” le hizo conectar con ese animal interpretativo que llevaba dentro, le permitió saborear las mieles del éxito pero también le hizo conocer el lado más amargo de la fama y es que se convirtió en la obsesión de John Hickley Jr. quien atentó contra el presidente Ronald Reagan en el año 1981, emulando a Travis Bickely, para impresionar a la actriz. 

Jodie Foster se convirtió en la nueva princesa de Hollywood, aunque evidentemente tuvo que iniciar un camino hacia la confirmación como actriz adulta. Consiguió muy buenas críticas por “Bugsy Malone, nieto de Al Capone” (1976) y “Viernes loco” (1976), se fue a vivir a Francia y estudió Literatura en la Universidad de Yale. Durante sus años universitarios siguió trabajando en sus vacaciones aunque ninguno de esos proyectos llegó a ser un éxito. Estuvo a punto de tirar la toalla antes de que le llegara la oportunidad que necesitaba de relanzar su carrera como actriz con “Acusados” (1988) aunque no las tuvo todas consigo porque los productores no confiaban en ella después de sus últimos fracasos pero estos también estaban un tanto desesperados porque otras actrices habían rechazado el papel de víctima de una violación múltiple a la que la sociedad prefiere juzgar en lugar de a sus agresores.

La historia estaba basada en un caso real y Foster no lo pasó nada bien con este film, no sólo por lo complicado que le resultó a nivel emocional e incluso físico (la escena de su violación se rodó durante cinco días) sino porque sintió que a nivel interpretativo no estaba rindiendo como el personaje exigía e incluso llegó a pensar que su carrera iba a terminar con “Acusados”. Se equivocó. Su actuación fue elogiada, ganando su primer Globo de Oro y Oscar a la edad de 26 años y teniendo rivales tan poderosas como Glenn Close por “Las amistades peligrosas”, Sigourney Weaver por “Gorilas en la niebla” (con quien compartió el Globo de Oro), Meryl Streep por “Un grito en la oscuridad” y Melanie Griffith por “Armas de mujer”. 

“Camino de retorno” (1990) fue un desastre del que renegó Dennis Hopper, su director y protagonista, pero a Jodie Foster le esperaba el papel de su vida con un bolso bueno y unos zapatos baratos. Foster se había enamorado del personaje de Clarice Starling de “El silencio de los corderos” (1991) porque representaba a una verdadera heroína femenina y había sido rechazado por algunas actrices (Michelle Pfeiffer, por ejemplo) por la oscuridad del proyecto, pero a Jonathan Demme no le convencía demasiado, afortunadamente a los productores sí les venía muy bien tener a Jodie Foster implicada. Demme se dio cuenta de lo equivocado que estaba con ella durante el rodaje porque estaba asombrosa no dejándose engullir por el caníbal de Hannibal Lecter. “El silencio de los corderos” ha sido uno de esos títulos capaces de trascender a su género convirtiéndose en uno de los vencedores más incontestables de la Historia de los Oscar, ganando los cinco galardones más importantes: película, dirección, actriz, actor (Anthony Hopkins) y guión adaptado.

Tras el éxito de “El silencio de los corderos” Jodie Foster se situó en la cima de Hollywood y su sola presencia en un proyecto aseguraba la venta de entradas porque los espectadores querían verla, como a Bette Davis cuando era la reina de la Warner en la edad dorada de Hollywood, aunque los papeles interpretados en “Sommersby” (1993) y “Maverick” (1994) no estuvieran a la altura de una mujer que se ha tomado a sí misma como un desafío. Dichos personajes fueron peajes para poder desarrollar su carrera como directora, su primer largometraje fue "El pequeño Tate" (1991), y producir y protagonizar “Nell” (1994) de Michael Apted, en donde encarnaba a una mujer que se crió en un estado salvaje y que trata de adaptarse a la sociedad, por la que recibió la que es hasta el momento su última nominación al Oscar siendo galardonada por el Gremio de Actores (SAG).

La década de los 90 la cerró con dos éxitos, “Contact” (1997) de Robert Zemeckis y “Ana y el rey” (1999), basada en la historia de la institutriz británica Anna Leonowens quien inspiró el musical “El rey y yo”, por este último trabajo Foster cobró 15 millones de dólares. Las críticas obtenidas por su interpretación en “Ana y el rey” no fueron especialmente buenas, se vio deslucida ante su compañero de reparto Chow Yun-Fat y también por verla incómoda en el perfil de heroína dramática. A los 90 también les dio un carpetazo rechazando repetir el personaje de Clarice Starling en “Hannibal” (2001) que dirigió Ridley Scott y que fue a Julianne Moore. Hizo bien porque la continuación de la historia no estuvo ni por asomo a la altura de “El silencio de los corderos” (lo escrito por Thomas Harris tampoco lo era) pero lamentablemente la época de esplendor de la Foster terminó ahí. 

El siglo XXI se inició rodando con David Fincher “La habitación del pánico” (2002), sustituyendo a Nicole Kidman y rechazando la oferta del festival de Cannes de presidir el Jurado de la sección oficial. Fue un éxito, el mayor de un título protagonizado por ella de todos estos años, “Plan de vuelo: Desaparecida” (2005) o “La extraña que hay en ti” (2007) se quedaron muy lejos. Foster depositó sus esfuerzos en la dirección y sintió muchísimo que “Flora Plum” no pudiera salir adelante, sí llegaron a buen puerto “El castor” (2011), ella defendió la elección de casting de Mel Gibson que en ese momento no contaba con el respaldo de la industria, y “Money monster” (2016), que no funcionaron, también dirigió episodios de las series “House of cards” (2014) y “Orange is the new black” (2013-2014) siendo por esta última candidata al Emmy

Jodie Foster se ha lamentado de la ausencia de grandes papeles femeninos para las actrices que oscilan entre los 40 y 60 años. La hemos visto crecer en la gran pantalla, convertirse en una de las actrices más poderosas de la industria sin haber cumplido los 30 años y es una lástima que su carrera como intérprete comenzara a languidecer por comenzar a entrar en una tierra que apenas es explorada y si se hace es como un ejercicio de valentía y entendiéndose como un ejercicio autoral. Gozamos viéndola en la adaptación cinematográfica de “Un dios salvaje” (2011) de Roman Polanski y eso nos supo a muy poco.

En “The mauritanian” (2021) de Kevin Macdonald (responsable de “El último rey de Escocia”) nos encontramos a esa Jodie Foster que tanto añoramos, la que despliega todas las armas que tiene a su alcance para luchar contra el sistema. Interpreta a Nancy Hollander, una de las abogadas que defendieron a Mohamedou Ould Slahi, quien permaneció más de una década en la prisión de Guantánamo sin que se presentaran cargos en su contra y sin tener un juicio, pero se le obligó a confesar crímenes que no cometió y que le implicaban en los ataques del 11-S. El personaje de Foster se vale de su veteranía como letrada y a pesar de la mochila que lleva a cuestas es incapaz de asumir que su cliente es una presa fácil de un sistema que necesita exhibir trofeos y cuyo mayor delito es su nacionalidad. 

Hace unas semanas fue premiada con el Globo de Oro a la mejor actriz de reparto por “The mauritanian”. En estos tiempos dominados por la pandemia las campañas se han tenido que reinventar, alejarse de los encuentros personales con los periodistas y académicos y de los selfies, pero a Foster se la ha visto cómoda desde la distancia, disfrutando de vivir una carrera sin la voracidad de una aspirante a convertirse en reina de Hollywood sino desde la serenidad de alguien con su experiencia y que es consciente de que lamentablemente trabaja en una industria en el que las mujeres siguen siendo minoría y en donde resulta realmente incómodo que Susan Sarandon sea a sus 74 años muchísimo más sexy que la nueva chica de moda de la siempre pacífica comunidad de Tinseltown.

Mary Carmen Rodríguez 

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