“La gran seducción”
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El argumento: Los habitantes de Tickel Head, un pueblecito costero de Canadá, se ven obligados a vivir de subsidios. Su destino puede cambiar cuando una empresa pretende instalar una pequeña fábrica pero con una condición; que el pueblo tenga un médico residente. Los habitantes no lo ven posible, pero pronto se enteran que un joven doctor deberá pasar un mes en el pueblo. Conscientes de su única posibilidad, deciden convertir el pueblo en el lugar ideal para convertirse en el hogar del médico. Así empieza la gran seducción.
Conviene ver: Las bazas de esta película son un Brendan Gleeson tremendo, como viene siendo habitual en él, y una fotografía que remarca la belleza del entorno sin llegar a ser en una guía turística. Comedia de buenas intenciones que relaja un poco la cartelera de la semana, tan repleta de dramas y terror, y que huye de planteamientos más peliagudos (laborales, ecológicos, etc…), para centrarse en las buenas intenciones y la alegría bonachona en el contraste de un encantador pueblo al que quieren llegar las ideas de progreso frente a una población marcada por la tradición y su bendita rutina del día a día. Es entrañable ver a los lugareños intentando conquistar al joven médico que llega al pueblo con la intención de que se quede para tener un mejor futuro laboral. En todo caso, no hay publicidad engañosa, la película ofrece un rato agradable y no defrauda en su tierno enredo capriano.
Conviene saber: Diez años después de que el canadiense Jean-François Pouliot estrenara “La gran seducción” nos llega este remake de la mano de Don McKellar.
La crítica le da un CINCO