CSI: CONFIDENCIAL”

 

Autor: David Hernando

 

 “Que no veamos algo que habríamos de ver no implica que no esté ahí”

Gil Grissom, Episodio 2.3 Sobrecarga.

 

CAPÍTULO UNO:

 

RECREANDO LOS HECHOS

 

 

            Año 2002. La serie de televisión C.S.I. Crime Scene Investigation es un éxito absoluto de audiencia en todo el mundo. Multitud de merchandising sale a la venta en torno a la serie, miles de jóvenes deciden estudiar criminología. Alliance Atlantis, el productor Jerry Bruckheimer, el canal CBS, todos los que están implicados en la serie no pueden ocultar su entusiasmo. El que más emocionado está es el creador: Anthony E. Zuiker. El éxito es tal que le invitan a una convención internacional sobre ciencia forense. El nerviosismo se nota en todo gesto que hace. Sale al podium para decir unas palabras. La ovación es inmediata. Gracias a la serie, muchas personas aprecian el trabajo de los forenses, aunque la serie se tome muchas licencias con respecto a la vida real, el objetivo es lo importante y los forenses están agradecidos. El micrófono funciona correctamente. Zuiker se aclara la garganta y dice: “Sé que conseguimos pruebas de ADN en media hora y resolvemos crímenes en cuarenta y cuatro minutos. Sé que en realidad resolver un caso lleva meses, años o incluso décadas. Somos la televisión. Por favor, perdonadnos”.

            El éxito es palpable pero ¿cómo se llegó a todo esto? ¿cómo le vino la idea a Zuiker? ¿Cuándo se unió Bruckheimer? ¿Cómo se ruedan los episodios que han encandilado a millones de personas por todo el mundo? Para responder a todo esto hay que recrear lo acontecido durante los últimos años igual que hacen los CSI al reconstruir un crimen. Para conocer todos los detalles y secretos que se esconden tras el nacimiento de una serie de éxito como ésta, debemos volver a 1997.

 

            Anthony E. Zuiker (17 de agosto de 1968) trabaja ayudando a que la gente entre y suba del tranvía que conecta el Mirage con Treasure Island, dos casinos muy importantes de Las Vegas, con un sueldo de ocho dólares la hora durante el turno de noche (de once de la noche a siete de la mañana). “Era el turno más frío y duro, con todos los borrachos”, recuerda Zuiker. “Más que borrachos, eran más bien esas multitudes ocasionales que van de fiesta. Cuatrocientas personas cada cuatro minutos intentando entrar en el tranvía”.

Está a punto de entrar en los treinta años, tiene un trabajo medio estable que le aporta algo de dinero mientras busca alguna otra cosa. Es para estar contento. Zuiker no lo está. “Tenía veintiocho años, con dos licenciaturas universitarias en mi haber, y pensaba que algo tenía que estallar. Sabía que tenía mucho talento como para trabajar en un tranvía. Veía a gente que tomaba grandes decisiones, que hacía cosas realmente importantes con una octava parte de mi talento. Estaba a punto de volverme loco”.

            Un día, mientras descansa de su trabajo y continúa dando vueltas a esa sensación de estar desaprovechando su vida, el teléfono comienza a sonar. Es un amigo suyo de la infancia, uno al que le escribió un monólogo para una representación con tan sólo diecisiete años. El amigo, ahora actor, le ha hablado a su agente de él. Quieren que escriba un guión. Zuiker no se lo piensa dos veces. Acude a la librería más próxima, compra libros sobre cómo escribir guiones y se pone manos a la obra. En seis meses escribe The Runner (1999), película de venta directa en video con John Goodman y Courtney Cox. A pesar del poco éxito de la cinta, ésta ha cumplido su propósito: abrirle las puertas y sacarlo de los casinos. Mientras se muda a Los Ángeles en 1998, otro proyecto cae en sus manos: The Harlem Globetrotters Story, un proyecto que queda estancado. El que la película no se haga nunca da igual, porque esto sí que le sirve para dar el primer paso hacia la realización de CSI. El guión de The Harlem Globetrotters Story llega a las manos de Jerry Bruckheimer (1945), productor de películas de gran éxito como Top Gun (1986), Dos policías rebeldes (Bad Boys, 1995), La Roca (The Rock, 1996), Con Air (1997) o Armageddon (1998). El guión le gusta. Mucho. Tanto que llama a Zuiker y le propone trabajar juntos para la televisión, un medio que Bruckheimer echa de menos: “Siempre me ha gustado la televisión, crecí con ella. Sentía que tenía que devolverle las series que me encantaron de pequeño. Está claro que son otros tiempos y hay que actualizarlas. Me encanta esa caja que cuando vuelves a casa te reconforta ver encendida todo el tiempo. Además, hacer televisión es más rápido que hacer películas. Desarrollas algo, haces el episodio piloto y en tres semanas sabes si estás en el aire o no. Las películas tardan una eternidad en hacerse realidad. He llegado a trabajar en guiones que han tardado diez años en materializarse, mientras que en la televisión todo se mueve en una franja de tiempo de unos seis meses”.

Ambos se ponen a trabajar. Zuiker siempre se ha sentido atraído hacia el campo forense. Ya ingresó con unos amigos en un club forense del instituto, ganó premios por discursos forenses en la Universidad y veía junto a su mujer los documentales del Discovery Channel sobre detectives llamados “The New Detectives: Case Studies in Forensic Science”. Aun con todo este conocimiento acumulado, Zuiker quiere saber más. En 1999 hace las maletas y vuelve a Las Vegas para visitar el laboratorio criminalístico de la policía científica de su ciudad con el ánimo de obtener cuanta más información mejor para la futura serie de televisión con Bruckheimer.

Una vez allí, los policías del departamento pueden ver la emoción en los ojos de Zuiker y, en vez de dejarle un día para que recoja datos, el tiempo normal del que gozan los periodistas en estos casos, le permiten estar cinco meses. Durante todo ese tiempo Zuiker observa, toma notas, fotos y, sobre todo, aprende. Prácticamente se funde con esas personas para comprender cómo hacen su trabajo y darse cuenta que el elemento más importante para un Investigador de la Escena del Crimen (NOTA: CSICrime Scene Investigation- en inglés) es fijarse en los detalles, incluso aquellos que no se ven. Ya tiene la base y el nombre para su serie: CSI. Cinco meses después, regresa a Los Ángeles y le presenta sus ideas a Bruckheimer: “No sé qué quiere ver la audiencia, pero sé qué es lo que yo quiero ver”, confiesa el productor. “Hago cosas por las que me interesaría pagar para ver o sentarme en el sofá y no cambiar de canal. Quiero algo que me intrigue y CSI está diseñada para eso. Empiezas con la víctima, lo primero que ves es el cadáver. Con eso ya estoy intrigado. Me interesa el proceso de cómo se descubren las cosas. Quiero saber cómo y por qué han muerto. Entrar en un mundo totalmente ajeno y aprenderlo todo de él. De eso tratará esta serie. Te acercamos a sus vidas como profesionales y como seres humanos. Puedes ver cómo resuelven los crímenes. El caso de O. J. Simpson atrajo el interés de toda América hacia la ciencia forense debido a las pruebas que se presentaron. Eso ayudará a lanzar nuestra serie. Así que de eso trata todo: de lo que me interesa. Creo que cualquiera que entre en el mundo del entretenimiento e intente adivinar qué es lo que el otro quiere fracasará”.

 

La decisión está tomada. Deciden saltar al ruedo. Recorren varias cadenas de televisión con la esperanza de que alguna compre la serie. Nadie la quiere. El problema: sale muy cara para ser una serie de televisión. Demasiado cara. Las películas de Bruckheimer siempre suelen ser de las más caras del mercado, sobrepasando los cien millones de dólares en su realización. CSI comete el error de reclamar más de dos millones por episodio. Una cifra astronómica. El motivo para tan alto presupuesto radica en su tecnología: si se sigue la visión de Zuiker y Bruckheimer, la serie se rodará en 35 milímetros, el formato conj el que se ruedan muchas películas, más caro que el utilizado normalmente en televisión. Además, tendrá que contar con múltiples cámaras, efectos visuales nunca vistos en la pequeña pantalla para la recreación de las heridas en los cadáveres y, por si fuera poco, el retocado de los colores se producirá en Alta Definición, utilizando la gradación digital y no el negativo original como es costumbre.

Por si esto fuera poco, el momento en el que Zuiker y Bruckheimer presentan el proyecto no es el más idóneo. Las series de televisión se producen a un año vista y la propuesta de CSI llegaba más tarde de principios de otoño, la temporada en la que las cadenas se movilizan para cazar nuevas historias. El que no fuera la época de mayor accesibilidad de las televisiones y el alto presupuesto manda al traste todas las expectativas. Fox y NBC no quieren saber del tema. ABC se muestra interesada pero al enterarse del precio, declara: “La única manera en que el presupuesto de esta serie tiene sentido es si se convierte en el mayor éxito de la televisión. No se puede dirigir un estudio de televisión con la premisa de ganar dinero sólo si la serie se convierte en un mega-éxito”.

El guión del episodio piloto, escrito por el propio Zuiker, sigue dando tumbos por los canales de televisión, con los directivos soltándolo rápidamente, como si sujetaran una patata caliente. Algunas cadenas se atreven a leer el guión y proclaman: “Este tipo usa flashbacks, hace recreaciones, presenta el tiempo fragmentado... ¡no hacemos esto en la televisión!”.

Completamente deprimido y sin ningún vestigio de esperanza, Zuiker llega a las oficinas de la CBS. Nina Tassler, vicepresidenta de series dramáticas de la CBS le acoge amablemente y lee el guión. Al cerrar la última página mira a un desesperado Zuiker y le dice: “Me encanta. Comienza a escribir”.

“Con CBS conseguí capturar un rayo en una botella”, confiesa Zuiker. “Era una cadena intentando rejuvenecerse. Nosotros les mostramos una versión más fresca de la típica serie de policías y se morían por darle una oportunidad”. CBS se asocia con Disney Touchstone para que le ayude en la producción de la serie. Zuiker, al fin y al cabo un novato en este campo, cuenta a partir de este momento con la ayuda de Carol Mendelsohn (1951) y Ann Donahue (1955) para que tenga mejor radio de acción y esté asesorado al cien por cien. Ambas productoras, con series en su haber como Gabriel’s Fire (1990) o Melrose Place (1992) la primera, y China Beach (1988), Sensación de vivir (Beverly Hills, 90210, 1990) o Murder One (1995) la última, se convierten en la mayor fuente de sabiduría para el creador de la serie.

“Por mí mismo nunca habría pasado de seis episodios”, confiesa Zuiker. “Ann y Carol, esas dos mujeres expertas con una lista de acólitos tan larga como mi brazo, abrazaron mi visión y la hicieron madurar lo suficiente para que le salieran piernas. Todo el crédito ha de ir a esas dos mujeres. Yo no era lo suficientemente maduro ni experimentado. Podrían haberme dicho: ‘Gracias por la idea, adiós’, pero me dejaron seguir. Soy diez veces más guionista de lo que era gracias a ellas y, como equipo, hacemos una televisión dramática e interesante. Si quieres tener éxito en Hollywood lo primero que debes hacer es aprender y trabajar con mujeres”. “Tiene un don”, declara Donahue. “He estado haciendo este trabajo durante veinte años y no ocurre muy a menudo que aprenda cosas de alguien que nació el año que yo entraba en el instituto”.

Cuando todo parece funcionar a las mil maravillas, CSI recibe un nuevo golpe casi mortal: Disney se retira de escena. La CBS se queda sola para producir la serie, algo que es incapaz de hacer económicamente hablando. La serie pasa por su momento más delicado y está a un paso de cancelarse para siempre antes de haber visto la luz. La salvación llega desde Canadá. Alliance Atlantis, una empresa de producción relativamente pequeña, decide ayudar a CBS con la realización de CSI. Una nueva oportunidad brilla entre el equipo de producción y éste vuelve al trabajo. “Alliance Atlantis vino en el momento apropiado para salvar la serie”, reconoce Bruckheimer. “Son unos grandes productores de Canadá y ahora están entrando en América. Es una relación estupenda y tienen una fuerte presencia en el exterior, algo que ayudará a impulsar la serie por todo el mundo”.

Mientras se ultiman detalles de casting para conseguir a los actores adecuados para cada papel, Bruckheimer va a la caza y captura de un director. Su primer candidato es Danny Cannon (1968), realizador de películas como Juez Dredd (1995) o Aún sé lo que hicisteis el último verano (I Still Know What You Did Last Summer, 1998). Cannon, al oír por teléfono la oferta del productor, creyó que no iban a escogerle porque impondría muchas condiciones para poder hacer bien su trabajo: “Quise utilizar un técnico del color, escoger a los directores de fotografía y a los montadores. Todo”. La respuesta de Bruckheimer no se hace esperar: “Por eso te necesitamos. Ven y hazlo. Sorpréndenos”.

 

CAPÍTULO DOS:

LOS SOSPECHOSOS HABITUALES

 

            Año 2000. El equipo de casting busca a los actores que encajen mejor con los personajes del primerizo guión piloto de Zuiker. El protagonista se llama Gil Sheinbaum, un tipo de unos cuarenta años, un cruce entre Bill Gates y Albert Einstein. Como describe el guión: “Su tarea es la de supervisar a chavales de entre veintiséis y treinta y dos años a quienes se les paga para resolver rompecabezas durante diez horas”. El equipo lo forma Catherine Willows, madre divorciada y ex-bailarina exótica; Nicky Stokes, un chaval rubio proveniente de Nebraska; Warrick Brown, un ex-jugador; Sara Sidle, una obsesa de su trabajo, y Jim Brass, jefe de homicidios. Los cambios no tardan en sucederse y el primer afectado es, precisamente, el protagonista. Gil Sheinbaum desaparece para dar lugar a Gil Grissom. Mantiene la edad pero adopta un estilo más solitario con respecto al resto de sus compañeros. Zuiker lo describe como enigmático, intelectual, distante y frío. “El no saber mucho de él es lo que le hará ser interesante de cara a la audiencia”, explica el creador. El otro en sufrir un ligero retoque es Nicky Stokes, a quien se le llama oficialmente ‘Nick’ en vez del diminutivo, cosa que le restaba seriedad, y pasa a ser un tipo moreno de Texas. El resto permanece igual, aunque la serie comenzará con Brass como supervisor para más tarde cederle el puesto a Grissom y Sara no aparecerá hasta el segundo capítulo.

            El equipo de casting comienza a buscar actores y un nombre resalta entre el resto: William Petersen (1953), que además de actuar co-producirá la serie. Petersen, gran seguidor del género negro y las películas de Sherlock Holmes con Basil Rathbone, interpretó a un detective en Manhunter (1986), la primera película de Hannibal Lecter, dirigida por Michael Mann. Con semejantes antecedentes, no tarda un segundo en mostrar interés por la serie. Una vez le explican de qué va todo, su implicación está más que asegurada. “La serie me daba la oportunidad de aprender cosas”, declara Petersen. “Pensé: ‘Dios, si pudiera aprender algo mientras hago esto, estaría emocionado por venir cada día a trabajar’. Esto fue el máximo aliciente. Trabajo con auténticos CSIs, los que nos asesoran. Puedo ver cómo trabajan, las historias en las que se ven envueltos y el tipo de conocimientos que tienen y que yo no tendré nunca. Yo era malísimo en ciencias, con las matemáticas y todo eso, así que esto es una oportunidad real de vivir otra vida completamente distinta. Gracias a eso la serie me parece siempre igual de fresca que el primer día. Mi mayor objetivo a la hora de trabajar en televisión es que mi personaje logre captar mi atención durante varios años. No quieres aburrirte, pero se corre ese riesgo al interpretar el mismo papel cada día durante años. Grissom me parece fascinante porque no se sabe casi nada de él. No lo definimos mucho porque su trabajo lo define por sí mismo. Es un personaje que no estamos acostumbrados a ver en televisión. Ante todo es un científico, es un tipo que vive la vida en su mente. Le fascinan los rompecabezas y poder resolverlos, algo no muy común. Me han ofrecido en varias ocasiones papeles de todo tipo de policías: tipos duros, agresivos, de los que sacan una confesión a la fuerza... ese tipo de papeles ya no me interesan. De alguna manera, lo que me ofrece Grissom es una forma completamente nueva de ver las cosas”.

La incursión de Petersen en la serie es motivo de alegría, no sólo para el equipo de casting, sino también para el propio Bruckheimer: “Fui afortunado al conocer a William Petersen muy al principio de mi carrera y creo que también de la suya. Me gustaba como protagonista de Hunter, en la que creo que estaba brillante. Había intentado que Billy trabajara conmigo durante años. Le dimos algunas ideas para la televisión y algunas películas, pero le encantó la de CSI. Zuiker y él hicieron buenas migas. Los de la CBS también estaban desesperados por conseguirlo. Los planetas se alinearon y lo conseguimos para nosotros”.

            La siguiente en unirse es la actriz Marg Helgenberger (1958), la cual dará vida a Catherine Willows. Ella ya conoce a Bruckheimer por haber trabajado juntos en Dos policías rebeldes (Bad Boys, 1995) y la presencia del productor es un gran aliciente para que se decida por quedarse: “Bruckheimer aporta toda su experiencia como productor de películas de acción y su influencia se dejará notar en la serie”. La actriz, con un hijo y casada con el actor Alan Rosenberg, tiene claro que no quiere moverse de Los Ángeles, algo que cree que interferirá a la hora de aceptar el papel porque la serie se sitúa en Las Vegas. Como suele pasar, no todo es lo que parece y esto no será problema alguno: la serie acontece en Las Vegas, pero se rueda en los estudios de Santa Clarita, en Valencia (California). “Geográficamente es atrayente porque se rueda aquí, el guión me encanta y adoro a William Petersen y Jerry Bruckheimer”, comenta Helgenberger. “También está el hecho de que tengo experiencia haciendo series y siempre me ha parecido un proceso creativo entre guionistas y actores, una especie de intercambio constante de ideas. Es emocionante, sobre todo cuando propones algo y te lo aceptan al instante. Es muy divertido, a veces más que hacer películas donde no tienes tiempo para pensar o sentarte un rato en tu caravana”.

            Helgenberger no olvida lo que sintió al entrar en contacto por primera vez con su personaje: “Al leer el guión pensé: ‘Vaya, esta mujer ha recorrido un largo camino desde donde empezó hasta donde está ahora’. Para mí ella siempre ha estado fascinada por esto, seguramente algunos de sus clientes eran policías, le contaban su trabajo y ella los ayudaba a resolver crímenes. Creo que el anterior trabajo de Catherine le ayuda a entender la patología y naturaleza humana. Lo que quiero explotar es el que sea madre soltera, porque todas las madres solteras intentan criar a sus hijos a la vez que seguir trabajando y creo que puede hacerse. No creo que se tenga que sufrir, aunque es todo un reto. Quiero asegurarme que se vea esa naturaleza heroica. Siento afinidad por la gente que lo ha pasado realmente mal pero que han tenido fuerzas suficientes para seguir adelante. Mi madre sobrevivió a un cáncer de pecho y aun durante esa época siempre era capaz de ver el lado bueno de la vida. Creo que ese tipo de personas son fascinantes a la hora de interpretarlas”. La actriz necesita documentarse para interpretar lo mejor posible su papel, y por ello tiene que ir unos días a Las Vegas para conocer el laboratorio criminalista y a Yolanda McClery, la mujer en la que Zuiker se basó cuando creó a Catherine. “El proceso de investigación es lo mejor”, declara Helgenberger. “Es una de las mejores cosas de ser actor. Puedes involucrarte totalmente en la vida de otras personas sin tomar riesgos. Yolanda me contó que trabaja en el turno de noche porque en Las Vegas llega a hacer tanto calor durante el día que cuando llegas a la escena del crimen el olor es cinco mil veces peor si el cadáver lleva mucho tiempo ahí”.

            Petersen también tiene que viajar a Las Vegas para conocer a Daniel Holstein, la persona en la que está basado Gil Grissom. “El aspecto más característico de Daniel es su curiosidad”, recuerda el actor. “Es un hombre con una asombrosa cantidad de conocimientos forenses que aprecia que siempre haya algo nuevo que aprender. No le gusta dormirse en los laureles y por suerte Grissom es igual. Hay muchos aspectos de William Petersen, el actor, que se fusionan con Gil Grissom, el personaje, pero sobre cualquier otra cosa, el humor de Grissom refleja el mío”.

            Los actores siguen sumándose. “Me interesó por las consecuencias que el trabajo forense tiene en las personas que lo realizan, porque estar obligado a ver una y otra vez un cadáver hasta que el crimen se resuelve tiene un precio”, declara George Eads, actor que interpretará a Nick Stokes. Eads (1967) parte con ventaja, porque ya conoce este mundillo gracias al trabajo de su padre: “Mi padre fue abogado público durante veintiséis años. Como se llevaba el trabajo a casa, desde muy pequeño vi fotos de autopsias. Cuando uno es pequeño, cree que su padre es un héroe y no comprende que tenga fallos. Al entender cuál era su trabajo, me di cuenta de dónde viene su impaciencia y su mal carácter. Fuma, bebe... su matrimonio está muerto. Si haces este trabajo durante un período muy largo pierdes la fe en la humanidad y descubres lo malvados que podemos ser. Mi padre rompía a llorar cuando le tocaba ver fotos de autopsias practicadas a niños que habían sido asesinados”.

            “El hecho de haber hablado con mi padre me hizo darme cuenta de cómo humanizar a Nick”, prosigue el actor. “De darle una actitud parecida a la de quienes hacen su trabajo en la vida real. Creo que pretender que mi personaje sea ‘guay’ sería aburridísimo: quiero asegurarme de que tenga los defectos de mi padre y de sus compañeros de trabajo, porque esta serie es como una oda dedicada a mi padre y la gente como él. Siento mucho respeto por los agentes del servicio público: los bomberos, policías, investigadores, etc. No lo hacen por dinero, lo hacen por la gente. Las víctimas ya no pueden luchar por sí solas”.

            Jorja Fox (1968) ha trabajado en series de televisión de éxito como Urgencias o The West Wing y el equipo de casting cree que podrá dar la talla. La llaman para una audición y ver qué tal le queda el papel de Sara Sidle. Fox entra en el despacho, recoge las hojas en las que está escrito el guión de prueba y se las lee. En estos papeles siempre hay unas doce líneas antes del guión propiamente dicho en las que se explica cómo es el personaje en cuestión. Sin leer el guión, sólo con la definición del personaje, Fox ya sabe que quiere hacer este papel. La prueba la supera con creces. Sara Sidle es suya.

            “El guión del piloto me dejó en trance”, confiesa Fox. “Había algo en él... algo indefinible. Además, he sido fan de Petersen y Helgenberger toda mi vida y Carol Mendelsohn y Ann Donahue me cayeron muy bien. La serie me parecía un riesgo... por eso mismo acepté sin dudarlo. Era algo nuevo. El personaje de Sara es mil veces más valiente que yo. Hace cosas que yo no me atrevería a hacer. Sara no es muy remilgada, es más cerebral. Su trabajo es su vida y puede llegar a afectarle emocionalmente, pero no a su capacidad de hacerlo bien. Me produce un complejo de inferioridad. Nunca me he sentido tan simple de mente como cuando interpreto a un genio como Sara. La oscuridad de la serie me afecta algunas veces. Puedo estar muy concentrada, ser una solitaria cuando quiero serlo y me gusta resolver misterios de todo tipo”. En ese aspecto, conecta bien con el personaje y la fascinación que le provoca la idea de la serie y de su personaje es más que evidente. Aunque hay un problema que le incomoda relativamente: el trabajo en televisión, algo extraño si se tiene en cuenta que ya ha intervenido en varias series. El problema radica en estar en una serie desde el principio, cada día, sin parar. En otros programas era más una estrella invitada que una actriz principal. Aquí esto es diferente. Tendrá que trabajar con todo el equipo desde el primer día, lo que llevará a crear una complicidad excelente para el funcionamiento de la serie. Su lema es toda una declaración de principios: “Si hay algo complicado de hacer, no comeré hasta que lo rodemos”.

            “Me atrajo el guión, la forma en que está escrito y Anthony Zuiker, ya que el guión del piloto es el guión mejor escrito que he visto en mucho tiempo”, así de claro se expresa Gary Dourdan (1966), actor que dará vida a Warrick Brown. “Aquí los héroes son los empollones, algo que nunca se ha visto en otras series. La gente que tiene información son los héroes de verdad, no los que van de chulos. Son los que usan la ciencia para obtener respuestas lógicas y crear hipótesis sobre lo que ha pasado. Los personajes eran reales y estaban bien caracterizados, los diálogos saltaban de la página, era un guión muy fuerte, con un buen argumento y mucho suspense. Luego supe que William Petersen iba a participar... soy gran fan de Manhunter y Vivir y Morir en Los Angeles (To Live and Die in L.A., 1985). Ya había trabajado con Marg hacía ocho años y conocía muy bien su trabajo. El resto del reparto formaba un buen conjunto. Podemos crecer mucho como equipo. Al personaje le ocurren muchas cosas que ponen a prueba los lazos de sus relaciones”.

El resto de ese reparto se completa con la llegada de Paul Guilfoyle (1955) en el papel de Jim Brass. “Mi papel es el de un policía que no entiende de técnicas y que en comparación con los que entienden parece un dinosaurio”, comenta el actor. “Pero en general, aunque la serie se centre en los que investigan los detalles, no se deja de lado a los que son como mi personaje, que se mueven más por instinto. Cualquiera puede notar que las personas que han trabajado mucho en las fuerzas del orden se endurecen por haber contemplado demasiada escoria humana, crímenes y perversión. Nunca llegan al trabajo cantando y bailando”.

            Aparte del grueso principal, el reparto se complementa con algunos personajes secundarios, como investigadores de laboratorio, forenses y demás. Todo está preparado para comenzar a rodar el episodio piloto. Ha llegado el momento en el que Danny Cannon y Jerry Bruckheimer han de reunirse para hablar en serio sobre el enfoque de la serie. Ambos estudian el guión y la manera de llevarlo a la pantalla. Bruckheimer lo tiene muy claro. Mira al director y le dice: “Quiero una imagen cinematográfica en televisión”.

“Tras leer el guión era evidente que podríamos utilizar ese estilo cinematográfico”, comenta Cannon. “Lo decidimos en la primera lectura. Tener un escenario como Las Vegas es fantástico: los contrastes, el color, la intensidad, todo ya está presente para ser utilizado. El uso de colores, lentes, el movimiento de la cámara, la oscuridad, el uso del turno de noche, la alta calidad tecnológica de los efectos especiales, la oficina del forense, los laboratorios criminológicos... todo tiene un toque vanguardista”. El objetivo de Bruckheimer con CSI es el mismo que utiliza en todo proyecto: “Nuestra compañía, que ha hecho muchas películas y algo de televisión, trata de entretener, de llevarte a otro lugar. Somos el transporte, los que te sacamos de tu mundo y te traemos al nuestro para explicarte una historia genial con la entretenerte, para que rías o llores a la vez que aprendas algo si es posible. Eso es universal y es lo que hemos hecho con nuestras películas que han tenido éxito por todo el mundo. Cuando hacemos algo, una película o una serie, intentamos que sea algo diferente y peculiar. Danny Cannon es un director muy visual, trae su estilo y gusto a la serie. Eso es lo que hace que destaque por encima de otras”.

            El primer episodio gira en torno a un asesino en serie que deja a sus víctimas en una bañera con un mensaje grabado por el fallecido simulando suicidio. Todo el episodio pasa a centrarse en los detalles más mínimos como fibras de pelo, ADN, huellas dactilares y demás para dejar claro que ha sido un homicidio. El episodio marca la pauta a seguir en el futuro. Además del caso principal hay otro menor, de manera que en un solo episodio el equipo se divide en dos y la historia va turnándose entre uno y otro grupo. También se incluyen flashbacks para recrear lo que el criminólogo cree que le pasó a la víctima hasta dar con el asesino. Los protagonistas investigan, analizan datos, interrogan a los sospechosos, en definitiva, proceden con el caso de principio a fin.

            El piloto, como es habitual en las series de policías, comienza con la incursión de una novata en el equipo, en este caso se trata de Holly Gribbs, quien se convierte en los ojos del espectador porque ambos van descubriendo quién es quién a la vez. Gribbs no se ve haciendo este trabajo, pero Catherine la convence para que se quede. Como esta serie pretende innovar desde el principio, el personaje novato que sirve de puente es tiroteado al final del episodio, en lo que resulta todo un golpe de originalidad.

            A lo largo del episodio se deja entrever el problema de Warrick Brown con el juego, la maternidad de Catherine, lo insoportable de Brass como supervisor, Nick como el más emotivo del grupo y Grissom como alguien único en su especie. El único personaje que no entra en juego es Sara Sidle, que sustituirá a la novata en el siguiente episodio en caso de llevarse a cabo.

            Las cámaras se apagan, el plató se vacía, los actores dejan los guiones y Cannon, Zuiker y Bruckheimer saben que ha llegado el momento: hay que presentar el piloto a Alliance Atlantis y CBS. Todos se reúnen para proyectar el episodio y ver sus frutos. Los títulos de crédito iniciales están muy bien conseguidos, con la canción “Who Are You” del grupo The Who como fondo. Todavía no han conseguido los derechos para poder usar la canción, pero eso de momento no es prioritario, ya se preocuparán del tema si la serie se emite. Durante los primeros segundos se ve una bala llena de gusanos. No han pasado ni dos segundos desde esa escena y los de la CBS gritan: “¡No, no, paradlo, dejadlo ahí!”. Zuiker, Bruckheimer y Cannon no pueden esconder su sorpresa ante semejante reacción. “Esta serie es gore, sangrienta, efectista”, sentencia la cadena. “Tenéis que bajar el tono para que se emita”. En cierto modo, los implicados ya se temían algo así. Había mucho nerviosismo por si encontraban la violencia gratuita. Otro golpe más que impide ver CSI hecha realidad, justo cuando falta tan poco.

            Zuiker consigue la solución: “Para ganarnos al espectador y que éste aceptara la parte gore, la contextualizamos desde el principio dentro del contexto forense. En América puedes mostrar todo el gore que quieras siempre que sea dentro del campo forense. Si sólo es por impresionar, apagan la tele”. Hechos los retoques, la CBS vuelve a mirarlo. La satisfacción se nota en sus rostros. Están encantados. Dan luz verde a la producción de inmediato. “Cuando vimos el episodio piloto nos encantó”, declara John Morayniss, productor ejecutivo. “Nos gustó la imagen, los actores eran muy buenos, el episodio tenía una historia fantástica, nos encantó el tema de la serie, era algo nunca visto en televisión. Es un género tradicional, pero le daba un nuevo enfoque al trabajo investigador y a la resolución de casos criminales. Nos encantaron los efectos especiales, con el sello distintivo de Jerry Bruckheimer y ese lado oscuro”.

 

            2 de agosto de 2000. La producción de CSI comienza. Serán veintitrés episodios que conformarán la primera temporada y todos los episodios serán casos separados, nada de ‘continuará’, salvo en el piloto para enganchar al público. La marca de fábrica sigue inmutable: la serie se centrará en los casos. En el trabajo de un criminólogo, no en su vida privada. Esto no va a ser un culebrón disfrazado. Va a ser una serie sobre ciencia forense de principio a fin. Elizabeth Devine (1961) se convierte en la principal asesora de la serie e incluso guioniza algunos episodios. Devine deja su puesto de trabajo como criminóloga del departamento del Sheriff de Los Ángeles. Su especialidad: biología forense. Su tarea: revisar todos los guiones, ayudar a los actores con las máquinas y la jerga criminalista. “Aprendo algo nuevo en cada capítulo”, confirma Helgenberger. “Hasta mi vocabulario ha mejorado. Tenemos la trascripción fonética de la mayoría de las palabras porque somos actores, no científicos, y necesitamos un poco de ayuda en ese campo”. Eads añade: “Ahora sé más palabras de cuatro sílabas de las que habría sabido en toda mi vida”.

            Los episodios giran en torno a multitud de temas: robos, asesinatos, accidentes, explosiones, secuestros y un largo etcétera completan una temporada en la que no hay momento para el aburrimiento, en el que todo detalle por pequeño que sea no pasa desapercibido. Como señala Petersen: “Éste es el nuevo mundo a la hora de resolver crímenes. Durante los próximos veinticinco años será así como resolveremos los crímenes en todo el mundo. Las pruebas de ADN son cada vez más relevantes y lo que los criminólogos del mundo serán capaces de hacer será muy importante. Los culpables irán a la cárcel y los inocentes saldrán de ellas. Cambiará nuestro modo de ver el trabajo policial en todos los países. Los criminólogos son un tipo completamente distinto al que estamos acostumbrados a ver en términos de detectives de homicidios. La tecnología ha ocupado su lugar. Esta gente es realmente especial. Ahora sabemos que existen. Nunca se les había prestado atención porque nadie piensa que una huella dactilar pueda ser interesante. La clave radicaba en tratar de imaginar cómo rodar una huella, una fibra de pelo o de una alfombra. Si podíamos conseguir eso, toda la serie sería emocionante sólo en el terreno visual. Lo bueno de la serie es forzar hasta el límite el campo de los efectos especiales y ser capaces de presentar las pruebas al espectador tal y como el CSI las ve. Te introduce en las pruebas y éstas se convierten en un personaje más. El país tiene que conocer este lenguaje para comprender lo que pasará en los tribunales a partir de ahora”.

           

            Es viernes, 6 de octubre de 2000. El gran éxito de la televisión norteamericana, Survivor (Supervivientes) acapara la atención de todo el país esa noche. El público ha visto anuncios a lo largo del mes pasado sobre una nueva serie de televisión basada en la investigación de la escena del crimen que se emitirá después del programa. Llega la hora. CSI se descubre al mundo y el éxito es arrollador. Las cifras de audiencia van en aumento hasta tal punto que llega a conseguir veintidós millones de espectadores. Es la serie más vista de todo el país. Su franja horaria cambia a los jueves a las diez de la noche: el día y la hora de máxima audiencia. A pesar del éxito, el equipo no las tenía todas consigo: “Cuando emitimos el episodio piloto, estábamos nerviosos por si la violencia era gratuita”, declara el director. “Había gusanos y cadáveres, no todo el mundo estaba tranquilo, pero en cuanto mostramos el piloto todo fue apoteósico. Realmente asombroso. Nos salimos de los índices de audiencia”. El mismo temor recorre la columna del productor ejecutivo John Morayniss: “Nos preocupa especialmente la violencia y creemos que en CSI hay una parte sangrienta, pero no creo que nos hayamos pasado de la raya en ningún momento. Creemos que es un retrato realista de lo que haría un criminólogo en la vida real. Debido al enfoque científico y técnico que muestra su trabajo se justifica la violencia en la serie”.

            El éxito es incontrolable. Esta reacción por parte del público puede deberse simple y llanamente a una sola palabra: curiosidad. Las ganas por saber más y la satisfacción de estar viendo una cosa que te entretiene y educa a la vez en una materia de la que apenas habías oído hablar, mostrada de una manera como pocas veces se ha hecho en televisión. “Es la única serie que usa la técnica de los flashbacks, reinventa, reconstruye y recrea la escena del crimen”, comenta Paul Guilfoyle. “Y la gente, a la vez que va descubriendo pruebas, puede reconstruirlas. Funciona como un laberinto que hace que el espectador intente resolver el caso con nosotros. No hay nada mejor ni más primitivo en la narración que la historia de un viaje. Eso es lo que esperamos hacer. Es el momento adecuado para recibir este tipo de información. Debido a los juicios televisados que se han hecho famosos, la audiencia sabe cómo funciona el sistema policial y siente curiosidad. Creo que esta curiosidad nos ha ayudado y guiado para poder ofrecer una historia auténtica basada en los detalles y en cómo se resuelven de verdad los crímenes. No se basa en personalidades, sino en los detalles de la resolución de crímenes. Hubo casos de crímenes reales que electrizaron al público, como el de O. J. Simpson, porque era como ver una tragedia griega en la que una persona caía de tan alta posición. También había algo de perverso en el hecho de que fuera tan rico como para contratar un montón de abogados que lograran desplazar del juicio a la gente que recogió las pruebas. Fue casi como mirar un deporte hinchado por el más débil, aunque finalmente el caso fue ganado porque se descartaron todas las pruebas forenses. Para mí, eso expresó un grado de fascinación acerca de lo difícil que es probar que un hecho es un hecho. Así que me interesé en esa gente que trataba de recolectar pruebas con la mayor precisión posible y me fascinó el sentido de la justicia y el rol de la ciencia. Ya no nos regimos por el honor: todos mentimos y la verdad es tan difícil de encontrar que la ciencia parece ser lo único que nos queda”.

George Eads analiza la primera impresión de la serie entre el público: “La gente que ve la serie por primera vez cree que es un poco oscura o inquietante, pero creo que si se mira con atención se ve que es un drama basado en la realidad. Es una profesión oscura. Se requieren personas con mucha personalidad para hacer este trabajo día tras día durante años. Creo que por eso la hemos hecho tan oscura, para que se correspondiese con la profesión”. Dourdan añade: “Nos metemos en la vida de la gente, en los crímenes, en el lado oscuro del público americano y del público en general. A la gente le interesa mucho saber cómo ocurren las cosas y cómo se resuelven. Vemos los crímenes en televisión para no saber nada más de ellos hasta que de repente se anuncia que han cogido al hombre que lo hizo pero ¿cómo ha sucedido?”.

            Helgenberger también se da cuenta de cómo la ciencia forense cambia la manera de enfocar tanto casos modernos como antiguos: “Siempre hay alguna noticia en el periódico sobre ADN. Hace poco, en el New York Times hablaban de un caso de violación a una niña de quince años que fue desestimado porque el científico les dio el semen equivocado a analizar. Seguramente ahora tendrían que revisar tres mil casos. Es fascinante”.

           

            Durante el rodaje, apenas tienen que trasladarse a Las Vegas para rodar algún plano aéreo de la ciudad o alguna toma exterior que sea difícil de replicar en un estudio. En total pueden ir unas cuatro veces al año a Las Vegas. “Con todo el respeto hacia Las Vegas, existe una desesperación que creo que combina muy bien con la acción”, declara Helgenberger. “La acción transcurre aquí, pero Las Vegas no es un personaje. No utilizamos la ostentación, los casinos... es una ciudad en la que ocurre la acción. La gente de aquí está contenta por eso mismo, le estamos haciendo un bien a la ciudad, no hablamos sólo del juego. Siempre se le puede dar una connotación negativa al juego”.

            “Casi no utilizamos a Las Vegas como Las Vegas”, añade Petersen. “El escenario podría ser cualquier lugar del mundo, ya que no salimos del ‘Strip’ y ves cómo la gente vive su vida aquí. Las Vegas es una ciudad que crece desmesuradamente cada año. Millones de personas vienen a Las Vegas cada mes, suelen venir por un tiempo determinado. Vienen vagabundos y gente que sale de la cárcel para buscar trabajo en los casinos, para hacer chanchullos, para robar... Hay una mezcla de gente de todo el mundo que viene a Las Vegas para divertirse, para explorar su lado oscuro, para hacer cosas que nunca harían en su propia ciudad con su familia, a apostar, a trasnochar, ir por ahí, a ver los espectáculos... Las Vegas ofrece todo este material para la serie. El tipo de crímenes que pasan en Las Vegas no ocurren en otro lugar”.

            “Se ha convertido en una ciudad de deseo”, comenta al respecto Guilfoyle. “Aunque sea un lugar de turismo familiar, aún la llaman ‘La Ciudad del Pecado’. Así que si mezclamos la idea de pecado y ciudad, seguramente encontraremos un elemento de criminalidad. Cuando la gente da rienda suelta a sus deseos a veces simplemente se divierten, se arriesgan, ganan y lo pasan en grande, pero a veces ven el otro lado del espejo. Pueden quedarse en la miseria y desesperarse”.

            Sin tener en cuenta los capítulos en los que se tenga que viajar a Las Vegas, el rodaje de un capítulo oscila entre los nueve y los doce días, a unas quince horas diarias. El tiempo puede ampliarse debido a la complejidad del rodaje. “Da la impresión que cada semana hacemos una película y es verdad”, explica Danny Cannon. “Eso es lo que pretendemos. Utilizamos más localizaciones, más efectos especiales, más movimiento de cámara y más escenarios que en otras series. Esta serie es la más compleja y la más dinámica debido a eso”.

 

            Los capítulos se suceden y el asesino que más encandila al público es Paul Millander, el responsable del falso suicidio del primer episodio. Millander juega con Grissom y compañía como le place y vuelve a atacar en el episodio 1.8 Anónimo. Esta vez Grissom le descubre, pero es demasiado tarde, Millander huye sin dejar rastro a excepción de una última carcajada que se toma en el propio cuartel del CSI al final del capítulo. Entre tanto crimen sí hay lugar para desarrollar algo a los personajes, pero sólo lo justo y necesario. Por ejemplo, Teri Miller, un interés romántico de Grissom, aparece en el capítulo 1.6 ¿Quién eres? y 1.14 Trocear y respetar, aunque con funestos resultados. Al final de este mismo capítulo tiene lugar una gran escena entre Nick y la culpable de un asesinato cuando ésta le apunta con una pistola. “Esa escena estaba escrita para actuar de forma tranquila”, declara Eads. “Yo debía decir: ‘Deja la pistola, escúchame, debes dejar la pistola’, pero según mi experiencia personal (en Texas me apuntaron con una pistola, me la pusieron en la cara) recuerdo que me sentí muy vulnerable. Cuando todo acabó casi lloré de alegría por seguir vivo. Llamé a mi familia para decirles que les quería, ya que sentí que estuve a punto de morir. Así que le mostré mi idea al director en vez de preguntarle qué hacer. Hicimos la escena, interpreté mi parte de manera muy emocional y le gustó. Me dijo que si podía hacerlo así, lo rodaríamos de esa manera. Funcionó muy bien”.

Nick se descubre como el personaje más benévolo desde un principio, algo por lo que Grissom siempre trata de aplacarlo y, aunque asciende antes que Warrick al nivel tres del CSI, no le suele dejar ir solo de patrulla. “Creo que Nick Stokes es el que está más alejado del grupo de los científicos”, declara su actor. “Sus aptitudes sociales son más relevantes y prevalecen más que en otros personajes. De esta profesión he aprendido que las cosas no son siempre lo que parecen. Este grupo de investigadores lo sabe bien, es una de las reglas. Por ello creo que un defecto interesante podría ser el que quizá soy demasiado confiado. Doy a la gente el beneficio de la duda. Quizá intento ver cosas buenas en gente que no tiene nada bueno. No tienes que tener miedo ni ser inocente a la hora de enfrentarte a lo que esta gente se enfrenta”. Debido a esa benevolencia por su parte se ve atraído por Kristy Hopkins, una prostituta que siempre se ve envuelta en líos. Se conocen en el propio piloto para después volver a aparecer en el 1.11 Los asesinatos de la I-15 y morir asesinada en el 1.13 Boom. Aunque Grissom le había aconsejado en varias ocasiones que no se liara con ella porque le acarrearía problemas, Nick y ella se acostaron horas antes de que fuera asesinada, lo que casi provocó que Nick fuera echado del cuerpo. Esta investigación la llevó Conrad Ecklie, el supervisor del turno de día y un auténtico despojo humano, siempre a la búsqueda de carnaza y en constante enfrentamiento con Grissom.

Otro enfrentamiento dentro del propio cuerpo de policía ocurre en el episodio 1.6 ¿Quién eres?, por culpa de la supuesta implicación de un policía en un asesinato. Warrick tienen un encontronazo con el policía en los pasillos del CSI y acaban enfrentándose Grissom y Brass, cada uno defendiendo a su respectivo compañero. “Ambos están muy comprometidos, provienen de áreas muy diferentes”, comenta Guilfoyle. “Intentan resolver el crimen a través de sus conocimientos. A veces sus conocimientos se complementan y otras no. No es un problema de personalidad, ni un conflicto, son pequeñas cosas que sirven para crear la trama. Intentamos que la gente pueda decir: ‘Eso es justamente lo que me pasa en el trabajo. Me cae bien esa persona, pero intento hacer mi trabajo’. No siempre coincidimos”.

 

            Muy pocas veces hay un episodio que sólo gire en torno a un caso, aunque cuando ocurre suelen ser sucesos demasiado fuertes que requieren la presencia de todo el equipo, como el asesinato de un pasajero de avión (1.9 Cielos inhóspitos) o el asesinato al completo de una familia (1.7 Si las paredes hablaran). Por regla general, el equipo se divide y ahí es donde algún actor hace uso de un truco particular: “Cuando leo el guión, sólo leo mi parte para poder verlo como el público y disfrutarlo”, confiesa Eads.

            Algunas subtramas ocurren entre casos, como las sospechas de que Warrick ha vuelto al juego en los 1.10 Sexo, mentiras y larvas y 1.11 Los asesinatos de la I-15, en los que a Grissom le entregan una cinta con Warrick en un casino. Estas sospechas comienzan por un chivatazo de Conrad Ecklie a Gil y éste encarga a Sara que lo investigue. Se lo encarga a Sara porque ella siempre ha podido enfrentarse a Warrick de manera objetiva y Grissom sabe que él no sería objetivo con Warrick porque es su favorito. “Grissom dejó que Warrick siguiera en el equipo porque cree en él como CSI”, comenta Petersen. “Algunos CSIs siguen la ley, pero Warrick se traza su propio camino. Grissom reconoce que un personaje único necesita un tipo de apoyo único también”. Grissom sabía que echarle significaría el fin de Warrick. Más adelante, Warrick no puede más y confiesa el chantaje al que se ve sometido por el Juez Cohen, motivo por el que no pudo estar con Gribbs cuando la dispararon. Grissom avisa a Brass y entre todos montan una redada para coger a Cohen en el episodio 1.4 Los requisitos del Sr. Johnson.

            La segunda mitad de la primera temporada continúa lidiando con multitud de casos diferentes: el derrumbamiento de un edificio (donde Catherine conoce a Paul Newsome como un fugaz interés romántico) un esqueleto troceado, una mujer violada y golpeada hasta la muerte, un bebé muerto por accidente o el asesinato de un matrimonio en el que ambos habían pagado para que un asesino eliminara al otro. Mientras la temporada llega a su fin, Grissom evalúa a todos los miembros de su equipo en el 1.22 El día de la evaluación, donde Warrick se encarga de un caso a solas que tiene que ver con James, un chaval al que metió entre rejas por culpa de una mala noche y al que siempre intentará ayudar. Grissom, a la hora de evaluar, le dice a Nick que no está preparado para ir en solitario, a Sara que no se obsesione tanto con su trabajo, a Catherine que siga haciéndolo bien y a Warrick se lo lleva a la montaña rusa.

 

            El 17 de mayo de 2001 se emite el capítulo final, 1.23 El estrangulador del strip, donde se presenta al agente especial Rick Culpepper del FBI, un incordio impresionante para Grissom y su equipo. Catherine insta a Gil para que sea más político, algo que se ve incapaz de hacer y le cuesta unas semanas de suspensión. Su equipo le apoya y siguen la investigación en casa de Grissom para dar con Syd Goggle, el asesino en serie del strip, aunque el reconocimiento se lo lleva el Sheriff Brian Mobley y el agente Culpepper. “Mi visión cambió por completo”, comenta Gary Dourdan. “Nosotros aprendimos a creer que la policía resuelve crímenes, pero muchas veces son los científicos quienes juntan las pruebas que no sólo resuelven los crímenes, sino que ponen a los criminales entre rejas. Hacen justicia, en definitiva. Y eso lo aprendí cuando estaba preparándome para la serie. Uno tiene la idea de Colombo pensando en esto y aquello, pero la realidad es que son los forenses los que van a buscar huellas digitales, pisadas, cabellos, fibras, sangre, sacan fotos de absolutamente todo, y así resuelven los crímenes. No se llevan los honores ni la publicidad, nadie menciona sus nombres. Esas son las cosas que aprendí y por eso ahora tengo mucho respeto por ellos”.

Un gran episodio que sirve como colofón final para la nueva serie de mayor éxito. Ese mismo año recibe cuatro nominaciones a los Premios Emmy: Mejor Dirección Artística, Mejor Actriz Dramática (Marg Helgenberger), Mejor Montaje y Mejor Edición de Sonido. Y eso no es todo, los Globos de Oro también se acuerdan de CSI y la nominan a Mejor Serie Dramática y Mejor Actriz Dramática (Marg Helgenberger). No ganan ninguno de estos, sino otros de menor envergadura, como el TV Guide a la Mejor Serie del Año, pero por lo menos se muestra el reconocimiento que se merece, teniendo en cuenta que es una serie que acaba de empezar. Como constata Eads: “Fue genial estar nominados en los Emmy pero, para una serie que lleva un año en antena, ganar algo así creo que habría sido negativo”.

Algunas críticas negativas giran en torno a que los personajes no tienen vida propia, que no están desarrollados en absoluto, algo falso porque su propio trabajo los acaba definiendo mejor que si se les mostrara en su vida privada, dejando aparte que la serie no va de eso, como señala Helgenberger: “El objetivo principal de la serie es la resolución de crímenes. A veces tratamos la vida personal de la gente y cuando se hace es porque tiene que ver con algún crimen”.

            El éxito tan arrollador conlleva inmediatamente la confirmación de una segunda temporada con todo el equipo al completo y las incorporaciones fijas de dos actores secundarios que cada vez salían más en la anterior temporada: Eric Szmanda como Greg Sanders y Robert David Hall como el Dr. Robbins. El primero de ellos siempre choca con la personalidad de Grissom, provocando algunos de los momentos más delirantes de la serie. “Con Grissom existe una especie de competición”, comenta Szmanda. “Lo hace con todo el mundo, pero entre los dos creo que es diferente por la edad. También porque la tecnología que utilizo es muy moderna y él no me supera en el aprendizaje de las técnicas de ADN, ya que ambos empezamos a estudiarlas a la vez. Me gusta la relación que se ha creado entre ambos personajes... con Catherine flirteo un poco y con Grissom me peleo verbalmente”.

            Tanta ovación por parte del público tiene un motivo de peso para los actores: “A la gente le gusta resolver crímenes y la ciencia forense les deja ver un ángulo distinto al habitual”, comenta Helgenberger. “La serie utiliza el recurso de los flashbacks para que el espectador entienda todo el proceso mental del investigador. Mientras se recogen las pruebas y se analizan, el proceso mental va cambiando hasta llegar a una conclusión. Creo que por eso la serie ha cautivado a la audiencia, porque le da un papel activo, le permite implicarse visceralmente. Las historias han fascinado a la gente. Resolver crímenes es algo así como una obsesión nacional y siempre que pueda hacerse de una manera diferente será una combinación que impresionará al público. Ofrece mucha información, la gente dice que les parece que informa a la vez que entretiene y creo que eso es algo bueno para la televisión. La gente de la calle me dice: ‘Estoy aprendiendo tanto sobre cómo resolver un crimen que creo que los criminales podrán esconder mejor sus pistas, porque sabrán de qué no se podrán escapar’. Es un riesgo que la serie asume”. Paul Guilofyle mantiene la teoría: “Las personas de todas las edades disfrutan del programa porque se busca la verdad a través de las pruebas. El público quiere meterse en el programa desde un plano analítico e intelectual. Con suerte, en el futuro también lograremos que se involucre emocionalmente. Pero si lográramos todo a la vez –lo analítico, lo intelectual y lo emocional–, entonces no estaríamos haciendo un programa de televisión sino Ibsen, Lorca o Shakespeare. Haríamos 22 obras de Chejov por temporada”.

 

            El 16 de julio de 2001 comienza la producción de la segunda temporada. Veintitrés nuevos episodios en los que habrá lugar para todo tipo de casos y tramas, analizando más si cabe a los protagonistas a través de su implicación en los sucesos. De especial relevancia es el diálogo entre Grissom y el Padre Powell en el episodio 2.6 Cambiados.

 

                        -¿No cree, usted? –pregunta el padre.

-¿En la religión?- responde Grissom. –Creo en Dios, en la ciencia, en la cena del domingo... no creo en normas que me digan cómo he de vivir.

                        -¿Aunque esas normas vengan de Dios?

-¿Cuántas cruzadas se han librado en nombre de Dios? ¿Cuántas personas han muerto en nombre de alguna religión?

-Fanatismo, no religión.

-Semántica. Siguen estando muertos.

 

            La nueva temporada empieza con un episodio sin grandes aspavientos, pero consigue superar a la anterior por momentos. A partir del segundo episodio se deja notar la mejoría, con Grissom y su equipo intentando esclarecer la muerte de una chica. En este episodio Grissom define la teoría del caos, una teoría que advierte de las casualidades, de los accidentes: “H. L. Menkel dijo una vez: Hay una solución para cada problema humano: claro, plausible y equivocado. De modo que si la solución a nuestro problema no es clara, plausible y equivocada, podría ser embrollada, incierta y correcta”. El problema es que la mayoría de la gente no acepta esta teoría al tratarse de la vida de su ser querido. Quieren un motivo y no una teoría basada en la casualidad.

            El nuevo personaje más fascinante de toda la temporada es Lady Heather, introducido en el 2.8 Esclavas de Las Vegas. Lady Heather, dueña de un club de sadomasoquismo, reta al propio Grissom en lo que representa un juego en el que ambos están cómodos.

 

-Puedo leer la mente de cualquiera que entre y conocer sus deseos, incluso antes que ellos mismos. ¿Por qué cree que he escogido porcelana y mantel? –pregunta Lady Heather.

-Le gusta lo refinado

-O quizá sabía que le gustaba a usted. De la misma forma que sé que disfruta de la mayoría de adornos superficiales de la civilización.

-¿Tan transparente soy?

-Sólo porque trata de no serlo. Se pasa la vida descubriendo lo que hay bajo la superficie de la cortesía y el comportamiento aceptable. Y es un alivio para usted regalarse con algo como un té tradicional que hace que, aunque sólo sea por un momento, el mundo parezca civilizado. Lo más revelador acerca de alguien es lo que le asusta. Y yo sé qué es lo que más le asusta a usted, Sr. Grissom.

-¿Y es?

-Que le conozcan. No es capaz de aceptar que yo pueda saber lo que desea porque eso supondría que le conozco. Algo que, por el motivo que sea, se ha pasado la vida tratando de que nadie lograra.

 

            En la segunda temporada se da el cierre definitivo a Paul Millander, quien regresa en el 2.13 Crisis de identidad. Aquí se descubre toda la verdad en torno a él y es el único capítulo que se sale del esquema habitual al conocer al asesino desde el principio. Desde el comienzo del episodio, con la revelación de la fecha de nacimiento de Grissom, que le apunta como futura víctima por seguir el patrón de los asesinatos de Millander; hasta la escena final con Grissom arrodillado ante el cadáver del asesino en serie, todo el capítulo es digno de mención. Millander se presenta como el Juez Mason, llevando una doble vida completamente alienada a la que Grissom conoció con anterioridad. Incluso se permiten un juego en el que Grissom va a cenar a casa de Millander mientras Catherine analiza la huella que el propio juez les dejó para que confirmaran su identidad. Por increíble que parezca, Douglas Mason sale identificado como Douglas Mason, y no como Paul Millander. El engaño parece perfecto, pero Grissom exclama: “¡Me da igual lo que diga el ordenador, ése hombre es Paul Millander!”. Cuando descubren toda la verdad y sale a la luz que Millander se hizo un cambio de sexo, Grissom procede a interrogarlo en el CSI.

                       

            -Me siento cómodo compartiendo esto con usted- dice Millander. –Mi madre no me escucharía. En contra de sus deseos, me corté el pelo. Comencé a llevar camisetas anchas. Si conseguía ponerme fuerte, nadie me dañaría. Fui a la clínica... y me convertí en hombre.

-Reajuste de sexo- añade Grissom. –No sólo en hombre, sino en juez. No se puede ser más poderoso.

(...)

-¿No se pregunta por su fecha de nacimiento? 17 de agosto de 1956.

-No.

-¿Por qué no le maté a usted si era el siguiente?

-No.

-Ya he escogido a mi próximo víctima, por si tiene curiosidad.

 

            Millander consigue escapar con una tarjeta de identificación falsa. Como dice en un momento del episodio: “La identidad es algo muy fluctuoso”. La próxima víctima es él mismo (nació el mismo día y año que Grissom), matando antes a su madre y luego suicidándose en su bañera. Grissom lo observa con mucha lástima, más de la que pueda haber sentido por nadie en cualquier otro caso.

            A pesar de ser uno de los mejores episodios de la serie, el capítulo no está falto de fallos que ocurren al hacer coincidir la fecha de nacimiento de Grissom con la de los asesinatos. En un principio la CBS tenía otra fecha estipulada como nacimiento de Grissom, fecha que cambió a 17 de agosto de 1956 cuando se emitió este episodio. Pero ahí no acaba la cosa: cuando Grissom encuentra el cadáver de Peter Walker, la tercera víctima, dice que los anteriores (víctimas de los episodios 1.01 y 1.08) nacieron en 1959 y 1958, para que así Walker fuera la víctima nacida en 1957 y el próximo pudiera ser Grissom o Millander (ambos de 1956). La contradicción nace en los episodios 1.01 y 1.08, donde dicen que la primera víctima nació en 1958 y la segunda en 1957. Otro fallo aparece en el capítulo 1.08, cuando Sara dice que Millander tiene cuarenta y dos años. Esto no puede ser si ha nacido en 1956 (algo que se descubre en el 2.13 para hacer que él sea la última víctima) porque entonces debería tener cuarenta y cinco, aunque también es probable que los datos que encontró Sara en aquel momento estuvieran alterados por Millander, al igual que hace en este episodio con la falsa identidad de Douglas Mason. Todos estos fallos son producto de la falta de claridad de los guionistas a la hora de decidir cómo acabar la historia de Paul Millander. Está claro que no sabían qué hacer durante la primera temporada y, a la hora de hacer el 2.13, decidieron que Millander fuera el siguiente en morir, teniendo que cambiar todos los datos ofrecidos en los primeros episodios de la saga.

Esta segunda temporada ahonda más en Lindsey Willows y Eddie, la hija y el ex-marido de Catherine respectivamente. Eddie siempre está metido en líos de los que su ex-mujer ha de sacarle las castañas del fuego, y eso que ha demostrado más de una vez que no es de fiar, como cuando la denunció por descuidar a su hija. En la tercera temporada (episodio 3.15, La Caja de Lady Heather) ocurre un giro de los acontecimientos con respecto a Eddie que deja marcadas a Catherine y su hija para siempre.

            En el episodio final de la segunda temporada, 2.23 La artista del hambre, se descubre que Grissom padece otosclerosis, la misma enfermedad que su madre. Con el tiempo irá perdiendo audición hasta quedarse sordo. Aparte de esta importante revelación, el episodio final destaca por mostrar lo mal que lo pasan algunas chicas con tal de poder ser modelos. Nada más comenzar aparece una chica muerta en un carrito de la compra de cuya boca sale una rata. “Mi hermano me llamó después de eso”, recuerda Larry Detwiler, supervisor de efectos especiales. “Primero me dijo: Estáis enfermos, pero después no pudo evitar preguntar lo mismo que todo el mundo: ¿Cómo lo hacéis?”. Lo primero que hacen es buscar información. Para esta escena en concreto se basaron en un caso real del archivo de Elizabeth Devine. Después ponen a una actriz en un estudio con pantalla verde de fondo. Esta pantalla luego puede quitarse mediante ordenador y aplicar el fondo que se desee. Entonces entra en escena John Goodwin, maquillador de efectos especiales, y su colega Jackie Tichenor. Ambos recrean la cabeza de la actriz en un molde de goma y hacen que parezca llevar varios días muerta. “Siempre vamos mal de tiempo”, comenta Goodwin. “Por ello es mejor que podamos tener a un actor como base en vez de comenzar desde cero”.

            Una vez hecho el molde de la cabeza, éste se fotografía, hacen que la rata salga de su boca y luego la imagen se superpone mediante ordenador al cuerpo de la actriz. Por cierto, la rata es real. “La rata salía a la primera”, recuerda Brad Tanenbaum, productor de efectos especiales. “El entrenador tenía un aparato que al presionarlo hacía que la rata saliera al momento. Estaba muy bien entrenada, era impresionante”.

 

            El 26 de septiembre de 2002 se estrena la tercera temporada, con un ánimo por explorar a Grissom como el personaje más importante del grupo, y en quien recae todo el centro de atención debido a la trama secundaria concerniente a su pérdida de audición. Esta temporada goza de nuevos decorados, nueva música, más efectos especiales y unos capítulos que consiguen superar a sus predecesores, demostrando la experiencia conseguida y la madurez que poco a poco va alcanzado Anthony Zuiker, porque no hay que olvidar que ésta es su primera creación y como tal al principio estaba un poco verde en según qué cosas. Si la segunda temporada ya obtuvo buenas dosis de diálogos inteligentes y nuevos personajes secundarios esporádicos que subían grandes enteros la calidad final, en esta ocasión la cosa no va a ser para menos.

            Por desgracia, y como ya pasó en la temporada anterior, el primer episodio es algo flojo y peca de previsible, aunque el segundo se revela como uno de los mejores capítulos de toda la serie. En él aparece el mentor de Grissom, Phillip Gerard, quien visita el CSI para asegurarse de que no manipulan pruebas concernientes a un caso en el que el primer sospechoso es una gran estrella de cine. Gerard no para de hacer el trabajo de los CSI lo más difícil posible y el diálogo que mantienen él y Grissom en los pasillos es digno de mención:

 

-¿Qué te ha pasado?- le reprocha Grissom. -Eras uno de los pioneros en ciencia forense. ¿Cuántos criminales encerraste en Hamilton?

-¿Cuántos inocentes han sido encerrados por culpa de una pobre investigación forense?

-Si buscas errores en cualquier laboratorio criminalista, los encontrarás.

-No debería, Gil.

(...)

-Un jurado cree en mi palabra por la misma razón que creen en la tuya: por mi reputación.

-La diferencia, Phillip, está en que yo cobro el mismo cheque sin tener en cuenta qué es lo que testifico.

Phillip Gerard suspira.

-Te digo esto como un amigo. Por la reputación del CSI, dile a la fiscal que dejas el caso.

-¿Y qué hay de la familia de las víctimas? ¿Quiénes son sus amigos?

Phillip Gerard no responde. Grissom dice:

-Mi gente te verá en los tribunales.

 

            Si el episodio de por sí mantiene un nivel de intriga, suspense y emoción como pocos lo han conseguido, el final del mismo es igualmente elogiable: por primera vez, los CSI aparecen en un tribunal testificando y apoyando las pruebas recolectadas que inculpan al sospechoso. El montaje y la dirección asumida durante todo el proceso es poco menos que excelente, consiguiendo una de las mejores escenas continuadas de la serie. Además, la enfermedad de Grissom se presenta por primera vez como un grave problema para que el supervisor del CSI haga su trabajo como debe.

           

La tercera temporada presencia el regreso de Lady Heather, que vuelve en el episodio 3.15 La caja de Lady Heather. Grissom y ella intiman mucho más allá de las palabras pero, de nuevo por culpa del trabajo, todo se irá al garete. En la sala de interrogación, Lady Heather habla con Brass aunque en realidad se dirige a Grissom tras el cristal: “Usted me ha decepcionado, pero no me sorprende. Le doy miedo porque he cometido el único acto imperdonable. Le conozco. Y sé que su corazón le dice que no fui yo”. Heather es incluso capaz de descubrir lo que Grissom más guarda en privado: su enfermedad.

 

-Sabe escuchar– dice Heather.

-Es parte de mi trabajo– responde Grissom

-¿Y esto es trabajo?

-Sí... pero valoro su perspicacia.

-Me halaga, aunque parece conocer ya las respuestas a sus preguntas. Cuando me alejo procura tenerme cerca y cuando estoy cerca me mira los labios. ¿Está perdiendo la audición?

-Estoy perdiendo el equilibrio.

-¿Su sentido del yo?

-No. Sé quién soy.

           

            El resto de episodios siguen la tónica establecida en el capítulo 3.02, donde se ponía a los CSI en situaciones completamente nuevas, lo que provoca una sensación muy buena para la serie. Toda la temporada se centra en Grissom y durante el último episodio parece que se dará carpetazo definitivo al asunto, para bien o para mal, aunque ese resultado se verá en la próxima temporada. Durante los últimos capítulos también suceden importantes descubrimientos en torno a Sara y su relación con Hank Peddigrew y, sobre todo, en torno a Catherine, con lo que la serie nunca pierde su aire coral en el que el grupo es importante a partes iguales. La serie va de bien a mejor, algo casi inaudito en las series de televisión que suelen empeorar cuanto más se alarga su duración. El éxito ya es imparable.

 

            Estados Unidos se ha quedado pequeño para CSI. Ahora aspira a conseguir ambiciones más grandes. Comenzará su paseo por el mundo para encandilar a toda la audiencia posible. Se hace un pase para tratar de vender la serie al extranjero. Los países tiene que hacer cola para comprarla. “El mercado internacional ha aceptado muy bien este producto”, declara el productor ejecutivo Morayniss. “Cuando presentamos la serie fue un gran éxito. Bruckheimer estuvo allí y tuvimos una aceptación fantástica. A la gente le encantó la imagen de la serie, la investigación de la escena del crimen, el enfoque científico. Les encantó que cada episodio fuese una unidad, cada día es una historia diferente, no es imprescindible seguir la serie para entenderlo. A todo el mundo le interesa el enfoque técnico del criminólogo que intenta descubrir quién o qué mató a la víctima. A la gente le intriga el escenario de Las Vegas porque es una serie muy sexy e internacional. De hecho, hay mucho turismo, con más visitantes extranjeros que americanos”.

            “Es muy difícil que una serie americana salga al extranjero y proyecte la misma sensibilidad y cultura que aquí”, añade Bruckheimer. “Pero esta serie es una novela policíaca que va por todo el mundo. A la gente le gusta entrar en el proceso y ver cómo se resuelve todo. Eso es algo universal, no sólo americano. Pasa lo mismo en Francia, Alemania, Inglaterra, en todo el mundo ocurre lo mismo que aquí. Para otras naciones es genial poder ver las cosas emocionantes que ocurren en el mundo del crimen, a la vez que poder ver cómo los resolvemos y ponemos a los criminales entre rejas”. La serie se traduce y comienza a emitirse por el mundo. De nuevo, éxito aplastante. “Es un honor que se traduzca a otras lenguas”, comenta Petersen. “Creo que mostrará la parte más vulnerable de América. Es importante mostrar este tipo de material, este tipo de ciencia, al mundo”.

            Zuiker tampoco puede esconder su entusiasmo: “Como guionista, ver la aceptación tan buena de la serie en todo el mundo es como un sueño hecho realidad. Pensar que esto pueda gustar en Europa o Sudamérica es totalmente increíble. Si yo viviera en todos esos países y viera esto en otro idioma, español o francés, me encantaría. Doy las gracias a los que la vean, espero que podamos llegar a los doscientos capítulos en los próximos diez años”.

            CSI es todo un fenómeno mundial. Miles de productos de merchandising se ponen a la venta en torno a la serie. Clubs de fans, páginas de Internet dedicadas en exclusiva a ella, incluso jóvenes espectadores ven en la serie lo que quieren ser de mayores. “Muchas chicas adolescentes se acercan a mí”, explica Helgenberger, “y me dicen: ‘Nos encanta la serie, estamos pensando en convertirnos en criminólogas gracias a la serie’. La hija de una de las profesoras de mi hijo estudia ciencias en la Universidad  y me dijo: ‘Mi hija estaría encantada si pudiese ir a hablar con su clase, ya que es un modelo a seguir para las científicas’. Si podemos hacer que la ciencia sea algo más cercano a la gente, habremos hecho algo bueno”.

            La cantidad de dinero que la serie produce es inmensa. William  Petersen pasa de cobrar cien mil dólares por episodio a doscientos cincuenta mil. Alliance Atlantis y la CBS no paran de celebrarlo mientras cuentan el dinero. Zuiker no puede creerse que su sueño se haya hecho realidad de manera tan fulminante. Muchas cadenas rechazaron la serie porque no creyeron en ella. La ABC declara: “No podíamos arriesgarnos pero ahora, al ver que es el mayor éxito de la televisión mundial, nos arrepentimos de no haber comprado la serie”. Bruckheimer les responde: “Ellos se lo pierden. No siempre es bueno apostar contra nosotros y ellos lo hicieron”.