Divide y perderás

En total, a lo largo del libro, aparecerán un total de 100 actores divididos en nueve capítulos:

 

Fenómenos extraños

Ese tipo de actores que, intentando demostrar su capacidad camaleónica, aceptan el reto de enfrentarse a un papel diferente a lo que tenían acostumbrados, sin estar suficientemente capacitados para llevarlo a buen puerto. Entre esta variopinta gama de intentos vanos para salvar el honor como actores “todo terreno”, incluiremos un total de 19 nombres, entre ellos el caso perdido de Rock Hudson como cirujano ocular en Obsesión y a Bill Murray como monje en uno de los clásicos del desastre como El filo de la navaja.

 

¿De qué planeta eres?

Referido a actores que han interpretado personajes de otros países, dándose la circunstancia que, en ocasiones, no corresponden, en absoluto, con sus rasgos físicos. ¿O alguien es capaz de creerse a Harrison Ford haciendo de ruso en K-19 o a Katherine Hepburn como asiática en Estirpe de dragón? A veces, el exceso de celo profesional lleva a actuaciones poco menos que alarmantes, que se denunciarán como corresponde. En total 7 actores son los participantes en este apartado.

Hace un millón de años

Actores que no son capaces de asimilar la edad que tienen, para lo bueno o para lo malo, y que, muy alejados de los años que realmente tenían en ese momento, dan rienda suelta a su fantasía. Lo malo es que el público no tiene más remedio que burlarse despiadadamente de sus disfraces. Algunos de estos casos son relevantes, como el de la pareja de estrellas Leslie Howard y Norma Shearer, que estaban convencidos de ser la reencarnación de Romeo y Julieta, a pesar que, por edad, podían haber sido sus padres. O Barbra Streisand, que con veintiséis años fue elegida para un papel que le doblaba la edad en Hello, Dolly! Aquí son 7 actores quienes aparecen.

 

Mamá, hay un hombre blanco en mi cama

Se trata de contar cómo determinados actores blancos han optado, tontamente, por interpretar personajes de diferentes razas, sin tener en cuenta que, en todos los casos, saldrán mal parados. Entre los 5 casos clínicos aquí presentados destaca el de Anthony Hopkins haciendo de negro en La mancha humana y el de otro ilustre inglés como Alec Guinness practicando la religión hindú en Pasaje a la India.

 

¡Qué te calles!

Ya es complejo ver actuar a algunos de ellos, o sea que cuando cantan, el asunto se vuelve algo demoniaco. Esto es lo que sucede cuando determinados actores intervienen en títulos donde abren la boca y destrozan nuestros tímpanos. Algunos como Warren Beatty y Dustin Hoffman han intervenido en películas ruinosas como Ishtar, mientras que todo el reparto de El otro lado de la cama consiguió que el filme fuese un éxito a pesar de que ellos no cantaban precisamente como un coro de ángeles celestial. En total 11 actores se han unido en este capítulo.

 

Un lío padre

O cómo unir a dos o más actores y convencer al respetable de que entre ambos hay una edad o parecido físico razonable. Algo complejo que, sin embargo, nos sirve para dar un buen rapapolvo a algunos casos tan escandalosos como el de Angelina Jolie y Colin Farrell, que a pesar de ser de la misma quinta aparecen como madre e hijo en Alejandro Magno; y esos hermanos que no se parecen en nada en Taras Bulba, el calvo Yul Brynner y el apuesto Tony Curtis. Serán 11 intérpretes los encargados de estas curiosas historias.

 

Héroes fuera de órbita

No por hacer muchas pesas durante meses se puede aspirar a parecer un héroe. Hay actores que, sin tener físico o capacidad para ello, no han dudado en introducirse en la piel de legendarios aventureros, llegando a ser algo pastosos. Uno que se va por exceso es el Richard Gere de El primer caballero, mientras que por defecto tenemos a un envejecido Roger Moore como agente 007 en Panorama para matar. 8 intrépidos participan en este experimento.

 

La loca historia del mundo

En esta ocasión, son 13 actores los elegidos para referirnos a ellos en sus interpretaciones de personajes históricos, de los que, evidentemente, por su desconocimiento del tema o escasa capacidad física para representarlos, salieron escaldados. Algunos de ellos son verdaderos clásicos de la payasada, como Richard Burton disfrazado del comunista Trosky o Rex Harrison como Saladino en la demencial película El talismán.

 

¿Qué he hecho yo para merecer esto?

Cierra el libro este capítulo de almodovariano título donde se intenta encontrar una explicación lógica -sin conseguirlo- del porqué determinados actores firmaron el contrato para películas donde se sabía iban a darse el gran batacazo. 19 serán los protagonistas de estas películas, algunas de ellas dignas de figurar entre lo peor de lo peor. Entre casos extremos están los de Howard el pato, uno de los mayores fiascos que se recuerdan y que nos hace preguntarnos, ¿qué diablos hacía por allí Tim Robbins? También tiene su aquel En tierra peligrosa (y tan peligrosa, ¡cómo que la dirigía Steven Seagal!), en la que encontramos a un indescifrable Michael Caine como antagonista.

 

Como complemento a estas secciones, se incluyen los premios que existen referidos a las peores actuaciones de cada temporada. Los más veteranos son los norteamericanos “Razzie”, que comenzaron su andadura allá por 1980 y ya son todo un icono de la diversión; mientras en España, debido a la proliferación de malas películas y actuaciones, coexisten los denominados “Yoga” (como su propio nombre indica, una vuelta de tuerca a los “Goya”) y los “Godoy”.

En vista de que se trata de demostrar que, efectivamente, “nadie es perfecto”, parece lógico que el mejor actor de todos los tiempos sea también quien se lleve el mayor número de varapalos al estar inmerso en cinco de los nueve apartados antes reseñados. Así, el mítico Marlon Brando combinó actuaciones memorables (Un tranvía llamado deseo, La ley del silencio, Julio César, El padrino, El último tango en París) con otras ciertamente infames. En eso consiste ser un genio, en ir del paroxismo artístico al caos interpretativo sin apenas tiempo. En magnificar el exceso y ensañarse con los defectos. Por eso Brando está desubicado haciendo de japonés en La casa de té de la luna de agosto, descontrolado como místico religioso en la hippie Candy,  debiendo cerrar el pico en el musical Ellos y ellas, con forma de huevo “Kinder Sorpresa” en Cristóbal Colón. El Descubrimiento, y ya en plan patético en la nueva versión de La isla del doctor Moreau. 

Por ello lo mejor es que el lector se adentre en las páginas del libro sin ningún tipo de prejuicio y disfrute con estos actores, siempre manteniendo un equilibrado tono entre la ironía, la crítica y el respeto necesario ante sus figuras. Siempre reconociendo que existen algunas actuaciones que, debido a lo peligrosas que resultan, son preferibles -como ha de hacerse con los medicamentos y Michael Jackson- mantenerlas fuera del alcance de los niños.