Kramer contra Kramer por partida doble

Por otra parte, Pacino tuvo que pasar por los tribunales en 2003 para reclamar más derechos de visita y tiempo con sus hijos, Olivia Rose y Anton James, a la madre de éstos, la actriz Beverly D´Angelo, que los concibió mediante un procedimiento de fertilización in vitro cuando ella contaba 46 años y Pacino 60. Las declaraciones del abogado del actor, Martin Wasser, sirven para hacerse una idea de lo dura que fue la batalla en los tribunales. Wasser afirmó al salir de una de las vistas: «Beverly continúa usando a los niños de una manera que es más propia del trato con rehenes. A veces bromeamos y decimos que estamos tratando con una compañía de alquiler de bebés. Por cada hora extra que Al pasa con sus hijos, ella quiere que le pague más dinero».

Naturalmente, la parte contraria opinó exactamente lo contrario. El abogado de la actriz, Dan Klores, afirmó que las declaraciones de Wasser eran .

Después de seis meses, la amarga batalla legal concluyó con veredicto favorable para Pacino, que según la sentencia dictada en octubre de 2003 podía ya pasar una noche a la semana con sus hijos, pero D´Angelo pidió a la corte que la dejara marcharse con sus hijos a Los Angeles, lo que supondría un alejamiento del padre de las criaturas, establecido en Nueva York. Finalmente en mayo de 2004 ambos llegaron a un acuerdo. Según los rumores, el actor se avino a pagar a la actriz una cantidad de 35.000 dólares mensuales en concepto de mantenimiento de las criaturas, más otros 18.000 dólares para pagar el apartamento alquilado por D´Angelo en Nueva York. 

Al salir del juicio, Beverly D´Angelo declaró: .

 

 

George Peppard

            Detroit. 1 de octubre de 1928 - 8 de mayo de 1994

 

El desaparecido Coronel John “Hannibal” Smith, del Equipo A. Blake Edwards se dirigió a él para protagonizar la comedia romántica que marca el género tal y como lo entendemos actualmente, Desayuno con Diamantes (Breakfast at Thiffany’s), de 1961, principio y fin de su estrellato junto a algunos reconocimientos por su trabajo en Y con él llegó el escándalo (Home from the Hill), también de 1961.

Tras acumular varios papeles de escasa importancia en el cine y ver que su carrera en pantalla grande no era precisamente brillante, Peppard inició una carrera televisiva que le llevó a ganar relativa popularidad en los años setenta como el detective George Banacek, al que el difunto Pepe Da Rosa llegó a dedicarle incluso una canción del verano, aquella que decía: . En 1983, Peppard renació de sus cenizas gracias a El Equipo A (The A Team), lo que a pesar de colocarle de nuevo en la brecha como estrella popular no le abrió las puertas de un retorno al cine.

 

El Juego de Mesa del Equipo A

A partir de los años setenta, la carrera de Peppard se resume en telefilmes, comedias y películas de serie B.

El actor, desolado por su caída en picado, adquiere un serio vicio por el alcohol que le mantiene borracho las veinticuatro horas del día. Su rendimiento se torna tan flojo como los guiones de las películas en las que participa.

A finales de esta década, decide ponerse en tratamiento. Sin salir del todo de su adicción, avanza a trompicones por su existencia hasta que alguien le ofrece protagonizar la serie que cambiaría su vida.

Pero al igual que su experiencia en la cumbre del cine, el éxito de El Equipo A fue meteórico (duró cinco temporadas). Así que en vez de dejar el alcohol, Peppard decidió reconocerse enfermo y comenzó a ayudar a otros alcohólicos y a trabajar para organizaciones benéficas relacionadas con la dipsomanía.

Una neumonía, consecuencia directa de su largo noviazgo con el alcohol, le mataría a los 66 años.

A pesar de la seriedad que supone hablar del alcoholismo, merece la pena destacar un juego que recorre la red que une el alcoholismo, a George Peppard y al Equipo A. Circula en una página personal llamada “The A Team Files” y propone jugar a beber tragos de alguna bebida mientras vemos una de las centenarias reposiciones de capítulos del Equipo A.

La página recuerda que no se debe hacer con bebidas alcohólicas y recomienda hacerlo con leche, por supuesto con sana ironía.

Nos hemos permitido modificar las reglas un poco al traducirlo del inglés para darle un toque de nostalgia a la española, ya que hasta sus dobladores han hecho mella en cada espectador de este país.

Preparación: Sentarse frente a la tele rodeado de amigos cargados de materia líquida a la hora a la que empieza la serie.

Juego: Ir viendo el capítulo y beber un número concreto de tragos mientras ocurren ciertas cosas según las reglas que vienen a continuación. Por supuesto, no se puede ir al baño hasta la publicidad o el final del episodio. Aunque si es por publicidad no hay miedo a orinarse encima, desde luego, vista la capacidad de las cadenas de televisión españolas, públicas o privadas, para trocear sus programas en infinitos fragmentos a fin de introducir anuncios en la emisión.

No hay que preocuparse. Las reglas se cumplirán en orden dentro del capítulo.

Regla uno: Si Hannibal se disfraza de cualquier cosa: 1 trago. Si sacan a Murdock del psiquiátrico: 2 tragos. Si Hannibal utiliza el disfraz para confundir a alguien: 3 tragos. Si M.A. se disfraza: 5 tragos.

Regla dos: Si nos damos cuenta de que en una escena no son ellos sino sus dobles (algo relativamente fácil): 1 trago. Si el doble es de Hannibal: 2 tragos.

Regla tres: Aparece una chica guapa: no sabe actuar: 1 trago. Si sabe actuar: 3 tragos (es un milagro). Si es Ana Obregón, que cuenta esta serie entre uno de los éxitos de su rutilante carrera americana: ¡premio! 5 tragos.

Regla cuatro: Si M.A. lanza a dos a la vez por los aires: 1 trago. Si un miembro del Equipo A (chica incluida) es lanzado: 2 tragos. Si algún integrante salta sobre alguien: 3 tragos. Si salta contra 2 o más: 4 tragos.

Regla cinco: si el malo se enfada con sus esbirros “de segunda regional” porque el Equipo A ha fastidiado su plan: 1 trago. Si los esbirros hablan con su jefe de que el Equipo A : 2 tragos.

Regla seis: Murdock aparece con armas pesadas: 1 trago. Hannibal dispara desde el asiento del pasajero: 2 tragos. Dispara desde la puerta trasera puro en boca: 3 tragos. Si alguien recarga su arma cuando debe: ¡Premio! 5 tragos.

Regla siete: Si M.A. es drogado para volar: 1 trago. Si es golpeado: 2 tragos. Si entra por su propio pie en el avión: ¡Premio! 5 tragos.

Regla ocho: Si en algún momento… bueno, mejor dicho… cuando los criminales encierren al Equipo A en un cuarto lleno de material útil para que puedan largarse de allí: 1 trago. Durante la escena en la que blindan su furgoneta (¿por qué no la dejarían ya blindada definitivamente si cada día la montan y desmontan?): 2 tragos. Si fabrican algo que vuela: 3 tragos.

Regla nueve: Si un vehículo enemigo sale despedido: 1 trago; si explota: 2 tragos; si cae al agua: 3 tragos.

Regla diez: Cada vez que alguien debiera estar muerto por balas, accidentes o explosiones: 1 trago. Si Fénix besa a la chica: 2 tragos. Si otro besa a la chica: 3 tragos.

Regla once: Hannibal dice: : 1 trago. Lo dice otro: 2 tragos. Si además ésta es la última frase del episodio: 3 tragos.

Regla doce: Fin del capítulo. Si a estas alturas eres capaz de recitar las frases iniciales de la serie, te alzas como el ganador y no pagas la siguiente botella (de leche) para el siguiente capítulo.

Por si hay dudas: «En 1972, cuatro de los mejores hombres del ejército Norteamericano que formaban un comando fueron encarcelados por un delito que no habían cometido. No tardaron en fugarse de la prisión en la que se encontraban recluidos. Hoy, todavía buscados por el gobierno, sobreviven como soldados de fortuna, si tiene usted algún problema y si los encuentra, quizá pueda contratarlos. (Sonido de ametralladora)… EL EQUIPO A...».

A pasarlo bien y, por dignidad, intenta no mezclar al Coche Fantástico en todo esto. Su juego sería con psicotrópicos y eso es ilegal.

 

¿Qué fue de Hannibal Smith?

Da la sensación de que El Equipo A cuenta con 5.000 capítulos diferentes.

Sin embargo, la actividad real de la serie duró 3 años, desde 1983 hasta 1986. Cinco temporadas y menos de 100 episodios que se han convertido en historia pura de la ficción televisiva.

George Peppard tenía 58 años cuando el equipo aparcó la furgoneta. Aparcamiento metafórico, puesto que nunca hubo un final para las aventuras de los cuatro fugitivos. Nunca fueron arrestados sin que escaparan y nunca fueron perdonados por el ejército de su país.

La serie, a pesar de todo, se emite actualmente en muchos países y hasta en Estados Unidos es posible encontrarla a estas alturas en la parrilla de algunos canales por cable.

Sin embargo, Hannibal estaba contento de que la serie llegase a su fin. El grado de encasillamiento de los actores era sólo comparable a la forma en que se agarra una tuerca oxidada a su tornillo. Peppard habló aliviado del fin de la serie calificándola como . Más les valía no haber tirado de la palanca del freno porque ni siquiera al finalizar la serie George Peppard consiguió deshacerse de Hannibal Smith. Entonces, ¿por qué retiraron el show?

Las audiencias cayeron abismalmente desde que la serie perdió el tono de comedia que le había dado la fama. Durante la cuarta temporada era un milagro que la pandilla de vengadores hiciese un cuarto puesto en los medidores de audiencias. De hecho, la quinta temporada fue casi un regalo, ni siquiera estaba prevista. Se rodaron 13 capítulos, número que corresponde a una temporada estacional, pero solamente a medio año trabajando (las series suelen componerse de dos temporadas por año, lo que equivale a 26 capítulos).

Además, los cambios en las premisas que les habían hecho famosos y el intento de introducción de personajes nuevos acabaron por desesperar al público fijo que se habían forjado durante los años previos.

La vida de Peppard volvía a ser lo que había sido en su juventud. Un pasaje directo desde la fama al olvido. Y si es cierto que lo peor en la vida es haber sido y dejar de ser, el actor lo pasó realmente mal en la suya.

Pero de sus dos etapas de emisión cinematográfica nos han quedado películas que por su calidad y su temática sólo pueden ser recordadas con una sonrisa.

Filmes como El ejecutor (The Executioner), de 1970, o Batalla más allá de las estrellas (Battle Beyond the Stars), de 1980, son algunos de los ejemplos más dignos. También tiene un papel en una de esas películas que todo el mundo cree conocer y que sin embargo nadie ha visto: Ultra Warrior, rodada en 1990 y protagonizada por el auténtico Dack Rambo, actor abanderado del cine de “cutreacción” y miembro del amplio reparto de Dallas. Esta película futurista posnuclear la dirigió el peruano Augusto Tamayo San Román, dos años director de la Asociación de Cineastas del Perú. Tamayo pensó probablemente en Peppard debido a que años antes, el actor ya había rodado con hispanohablantes.

En 1982, participó junto a Max Von Sydow en la película Jugando con la muerte (Target Eagle la titularon en el mercado anglosajón), dirigida por el español José Antonio de la Loma, famoso por ser el director de Perros callejeros, su secuela, Yo, el vaquilla, y otras similares.

La mezcla es surrealista: Peppard y M.A. junto al Torete y Ana Obregón en un futuro posnuclear. ¡Qué miedo!

El último papel protagonista de George fue el del telefilme Night of the Fox, rodado en 1990 y en el que Peppard hacía de… ¡exacto!, Coronel. Lo que demuestra una vez más que la sombra de Hannibal Smith es alargada. Y por si no ha quedado claro, ¿alguien se ha percatado de que en este texto hay varias ocasiones en las que llamamos Hannibal a Peppard sin hacer ninguna distinción entre actor y personaje?

La última noticia en el momento de escribir estas líneas es que Mel Gibson se está pensando interpretar el papel de Hannibal en una versión cinematográfica de El equipo A.

¿Se lo imaginan?

¿Llamarán a Ana Obregón?

 

 

Anthony Perkins

            Nueva York, 4 de abril de 1932 - 12 de septiembre de 1992

 

El esquizofrénico y desvalido Norman Bates protagonista de Psicosis. En 1956, Wyler le llamó para La gran Prueba (Friendly Persuasion), por la que recibe una nominación al Oscar. Perkins daba a sus personajes la impresión de ocultar algo, toque que convenció a Hitchcock de que debía protagonizar una de sus obras maestras, Psicosis (Psycho), en 1960.

No me digas Adiós (Goodbye Again) supuso su mayor reconocimiento al recibir un premio al Mejor Actor en Cannes en 1961.

El proceso (The Trial), dirigida por Orson Welles en 1962, fue otro de los trabajos posteriores a Psicosis del actor neoyorquino.

 

Boicoteando el Motel Bates

A finales de los ochenta, un proyecto de serie con la temática de Psicosis desapareció de parrillas y programaciones y nunca llegó a emitirse. El culpable: Norman Bates.

Al igual que Mark Hamill se ha burlado ampliamente de su Skywalker o los chicos de Sensación de Vivir engrosan las listas del paro desde el fin de la serie, lo normal después de que a un actor se le identifique sin remedio por uno de sus papeles, es que acabe despreciando su personaje. Es muy lógico que odie una película que le ha cambiado la vida, el nombre, y que le ha hecho perder mucho trabajo. Perkins huyó de su Norman Bates durante los veinte años que prosiguieron a Psicosis. Por un lado, tuvo la suerte de trabajar en más de treinta películas hasta que tuvo que recurrir de nuevo al personaje. Muchas de esas películas tienen incluso buena reputación entre la crítica, como Asesinato en el Orient Express (Murder on the Orient Express), de Sydney Lumet, o El juez de la Horca (Life & Times of Judge Roy Bean), de John Huston. Por otro lado, todos sus personajes eran tímidos y reservados hombres solitarios, o pequeños neuróticos con algo que ocultar, por lo que difícilmente logró ir más allá en sus interpretaciones. Encasillado es la palabra que mejor definía su situación.

En 1983, Perkins no dudó en embarcarse en la segunda parte de Psicosis, Psicosis II (Psycho II), que además de resultar un rotundo éxito de taquilla relanzó al actor al éxito profesional que no había saboreado en más de dos décadas. Más sorprendente resulta todavía la calidad del film, muy superior a sus expectativas gracias a la dirección de Richard Franklin. Siguiendo demasiado al pie de la letra lo de “si no puedes con ellos, únete”, en 1986 además de protagonizar Psicosis III (Psycho III) se sienta en la silla del director, lo que esta vez sonó a fracaso a pesar de la buena acogida del público.

Y como suele decirse, fracaso cinematográfico, alivio televisivo.

En 1987, un canal estadounidense decidió no contar con él para llevar a cabo un proyecto llamado Motel Bates. Se trataba de una serie en la que un compañero de psiquiátrico de Norman adquiere el Motel familiar tras su muerte para intentar ponerlo en marcha de nuevo.

La ira de Perkins fue palpable. Visiblemente enfadado y convencido de ser la joya indispensable que movía el mundo de Psicosis, decidió poner fin al proyecto desde dentro. Se dice que habló con productores y directores. Se sabe que intentó querellarse en varias ocasiones y que convenció a gente influyente del grave error que sería poner en marcha esa serie. Lo más curioso es que consiguió detener la producción y realizó importantes presiones para que no se airearan las razones de su suspenso.

Cerró la boca hasta a Bud Cort, el actor ya contratado para protagonizar el proyecto, que se tuvo que conformar con poner en su currículo el capítulo piloto, lo máximo que se pudo rodar de Motel Bates y que ahora es buscado por coleccionistas ávidos de todo tipo de material escabroso.

El capítulo, considerado telefilme, es de un género que mezcla las situaciones cliente-tendero de Farmacia de Guardia y el terror “psicológico” de Scooby Doo, con suicidios en vez de fantasmas y golpes de sintetizador en vez de risas enlatadas.

Quizá Perkins lo hiciera por envidia, pero por lo menos le hizo un favor a la memoria de la obra maestra, y de paso evitó que el mago del suspense, Alfred Hitchcock, se tuviera que remover en su tumba como si bailara la Conga de Jalisco.

¿A quién no le hubiera gustado detener ciertas producciones de esas, incluso algunas películas sobre series que acaban con el espíritu del original?

Y no me refiero a Los Ángeles de Charlie, de ésa lo odiamos absolutamente todo (bueno, todo menos Farrah Fawcett).

 

El cura Perkins

Anthony Perkins no le hizo tantos ascos a interpretar un papel que tenía mucho de sátira de Norman Bates, el sacerdote enloquecido que encarnó en La pasión de China Blue (Crimes of Passion), dirigida por Ken Russell en 1984. A efecto de preparar su interpretación, Perkins se hizo ordenar ministro de la Iglesia Universal de América, no sólo para sentir el personaje, sino incluso para ser el personaje. Terminada la película no abrazó la profesión de religioso, sino que continuó ejerciendo como actor, pero ocasionalmente podía ejercer su ministerio a petición de amigos y conocidos, y así por ejemplo ofició el matrimonio de Ken Russell a bordo del Queen Mary en San Francisco.

 

Mucha gente sabe que Anthony Perkins fue una víctima del VIH. Su prematura desaparición a los sesenta años fue provocada por una pulmonía que se agravó por falta de defensas en su organismo.

Se especula que contrajo la enfermedad sobre 1986, durante el rodaje de la tercera parte de Psicosis, de la que era protagonista y director.

A pesar de que se achacó el contagio de Perkins a sus más que probables tendencias homosexuales, se comenta que en realidad fue su enfática promiscuidad lo que acabó llevando al actor a la muerte.

Su esposa, Berry Berenson (quien por cierto era uno de los pasajeros fallecidos del 767 que se incrustó en las Torres Gemelas el 11 de septiembre de 2001) aseguraba que ella era la única persona que sabía que su marido estaba gravemente enfermo, por encima incluso de él mismo.

A pesar de que tenía ciertas sospechas, Perkins no quiso hacerse pruebas y decidió seguir trabajando, ocultando sus síntomas a amigos, compañeros e hijos, en parte para no preocuparles.

En 1990, el periódico amarillista “National Inquirer” publicó un reportaje sobre la lucha de Perkins por superar el SIDA. Nadie de su entorno sabía que era portador de la enfermedad, ni siquiera él estaba seguro.

La publicación destapó la grave enfermedad del actor tras realizarle las pruebas pertinentes a una muestra de sangre conseguida en un hospital al que Perkins fue a tratarse una leve parálisis facial.

Ni el legendario Norman Bates podría sobrevivir a las críticas de la opinión pública al completo. Y menos cuando hasta cualquier señora de Wisconsin sabe más de su salud que él mismo.

Así que si usted es famoso, procure no sonarse las narices en público, tire bien de la cadena y no se muerda las uñas en cualquier parte: quizá un día descubra que alguien se ha hecho las pruebas de paternidad con algunos de sus desperdicios. Quédese quieto. Bien quieto. Que crean que no le haría daño ni a una mosca…

Victoria Principal

            Fukuoka, Japón, 3 de enero de 1946

 

Victoria Re Principale, Miss Miami 1969 con su 1,68 de estatura, interpretaba a Pamella Barnes en la serie de televisión Dallas. A pesar de no estar en el reparto original de la misma, aguantó 9 años representando su personaje (1978-1987) época tras la cual el éxito del producto comenzó a consumirse junto con ella. Victoria mezcló sus ansias de desencasillarse con su obsesión por la vejez e invirtió en operaciones el mismo dinero que otros ganan durante toda una vida.

Menos mal que en 1972 se había hecho inmortal al enamorarse de Paul Newman en la obra de John Huston El Juez de la Horca (Life & Times of Judge Roy Bean). Tanto por la serie como por dicha película, Victoria fue nominada a los Globos de Oro, lo cual se convirtió en uno de los  mayores logros de su carrera.

 

¿Quién disparó a J.R?

Imaginemos por un momento que regresamos  a 1980. Seguro que para algunos será difícil pero inténtelo.

Victoria Principal se dispone a tomar un vuelo de vuelta a Los Angeles en pleno boom de su serie Dallas, después del parón veraniego. Los enfermizos espectadores de “la Telenovela 5 estrellas” asistieron atónitos al disparo que J.R. Ewing había recibido en su casa por parte de un asaltante desconocido.

El episodio “¿Quién disparó a JR?” había cerrado la tercera temporada como el segundo programa más visto de la historia de la tele por satélite y los actores se iban a enfrentar a una huelga de siete semanas que prolongaría el estreno de la nueva temporada durante ocho meses, sumados el verano y el parón laboral.

Los pasajeros del avión observaban cómo Victoria se acercaba hasta su asiento de la misma forma que el que mira el hipnótico baile de una llama de fuego. Los rumores de su presencia a bordo no tardaron en llegar hasta la cabina, donde el piloto iba a hacer algo que pondría en un grave aprieto a la actriz.

Tras anunciar la inminente llegada al lugar de destino, el comandante de la tripulación habló a los pasajeros a través del micrófono. Se dirigió directamente a Victoria Principal, que trataba de ocultar su orgullo por haber sido nombrada por el capitán del vuelo. Cuando se disponía a saludar, el piloto se apresuró a amenazar a todo el pasaje con no tomar tierra hasta que la actriz les contara a todos quién disparó a J.R.

Casi trescientos millones de espectadores en todo el mundo, y datos que aseguran que la mitad de la población de Inglaterra, vio alguna vez dicho episodio. La locura colectiva frente a una respuesta a la que no podían esperar.

La actriz aseguró que lo desconocía, juraba que nadie conocía la respuesta. Con dicha defensa, el piloto (que aunque yanqui, tenía que ser algo cabal) hizo descender a tierra el avión.

Si hubieran hecho lo mismo con los sospechosos del asesinato de Kennedy…

El caso es que la temporada comenzó, y los tres primeros episodios no hacían más que liar aún más la madeja. Desconocemos si los actores se escondieron en un bunker durante esas semanas, pero lo que sí sabemos es que la respuesta llegó el 21 de noviembre. Un 53 por ciento de la gente que veía la televisión en ese momento de costa a costa de EEUU supo ese día quién disparó al magnate tejano de ficción.

Hasta Los Simpson consiguieron buenos resultados con su homenaje a este fenómeno en el capítulo titulado “¿Quién disparó a Montgomery Burns?”

¿La respuesta…? ¿De verdad que aún no sabes quién mató a J.R?

Fue su amante, interpretada por la actriz Mary Crosby.

Cuando por fin el recuperado J.R lo descubre todo y está dispuesto a denunciarla, ella confiesa que lleva en sus entrañas un hijo suyo y todo se complica.

Punto y seguido.

Pues sí, eso es todo. ¿O qué esperaban de una puñetera telenovela?

 

Mujer fatal

Como cantó el grupo Burning en su momento: .

En Dallas, Victoria era la novia del hijo menor y, si nos permiten la opinión, bobo de los Ewing, Bobby Ewing, pero en la vida real, ha sido la pareja de mucha gente y muy famosa. De sus favores disfrutaron como ligues Frank Sinatra, Desi Arnaz Jr., Anthony Perkins... pero entre todos ellos el más -tristemente- famoso fue Andy Gibb, componente junto a sus hermanos Maurice y Robin del grupo de los Bee Gees que se llenaron los bolsillos en los años setenta regalándonos los oídos con sus tonadillas para la banda sonora de Fiebre del sábado noche (Saturday Night Fever). Hemos escrito “tristemente” porque a pesar de haber estado unido sentimentalmente a Susan George, mito erótico de los años setenta merced a su intervención, con escena de violación incluida, en Perros de paja (Straw Dogs), de Sam Peckinpah, y a la cantante australiana Olivia Newton-John, protagonista de Grease, parece ser que fue la separación de Victoria Principal la que le marcó definitivamente para la autodestrucción. El abuso del alcohol y las drogas acabaron con su vida, y no fueron pocos los medios de comunicación que acusaron a Victoria de haber sido la causante indirecta de la muerte del cantante, ocurrida el 10 de marzo de 1988, si bien es cierto que la versión oficial y el diagnóstico médico son diafanamente claros: Andy Gibb falleció por una infección en su corazón. Una lástima, porque al parecer el hombre había conseguido salir del consumo de alcohol y drogas y había prometido reformarse con motivo de su treinta cumpleaños. Incluso tenía planes para sacar un nuevo disco al mercado y participar en el montaje de un musical.

A Victoria le tocó lidiar con la fama de mujer fatal después del fallecimiento del cantante, aunque estaba casada desde el año 1985 con el cirujano plástico -¡qué conveniente, caramba!- Harry Glassman. Por cierto, ese matrimonio se tiñó de drama en diciembre de 2002, cuando la actriz telefoneó a la policía desde su mansión de 4 millones de dólares situada en Beverly Hills, para denunciar que su marido la estaba maltratando físicamente. Al parecer, el suceso se produjo en el marco de un consumo excesivo de alcohol, y Victoria, que contaba entonces 53 años, hubo de ser trasladada al hospital Cedros del Sinaí. Al final todo quedó en nada, la actriz no presentó cargos, la fiscalía cerró el caso y aquí paz y después gloria.