Con la sensación de que es el momento para efectuar un cambio en su vida, la Dr. Kate Forster (SANDRA BULLOCK) abandona su trabajo en las afueras de Illinois para trabajar en un ajetreado hospital de Chicago. Algo que le da reparo dejar atrás, sin embargo, es la bellísima y original casa que ha estado alquilando – un refugio amplio y de alto diseño con enormes ventanales que dan a un tranquilo lago.  Es un sitio que la hace sentirse totalmente libre.

 Es una mañana del invierno de 2006.

De camino a la ciudad, Kate deja una nota en el buzón dirigida al próximo inquilino de la casa del lago, pidiéndole que le envié el correo que la llegue y avisándole que las inexplicable huellas de pata pintadas que puede ver al lado de la puerta de entrada ya estaban allí cuando ella se mudó a la casa.

            Pero cuando el siguiente inquilino llega, ve algo muy diferente.  Alex Burnham, (KEANU REEVES),  un talentoso pero frustrado arquitecto que trabaja en una sede de construcción cercana, encuentra la casa del lago muy abandonada: polvorienta, sucia, y el jardín invadido de maleza.  Tampoco hay ninguna señal de huellas de patas por ningún lado. 

La casa tiene un significado especial para Alex.  En los tiempos felices la edificó su padre, (CHRISTOPHER PLUMMER), ya alejado de la familia.  Fue un arquitecto de renombre que permitió que su vida profesional prosperara a pesar del precio que se cobró sobre su vida familiar.  Alex se siente tranquilo ahora aquí  y se compromete a devolver a la propiedad su belleza original. No hace caso a la nota de Kate hasta días después, mientras pinta el muelle, deteriorado por el tiempo, para dejarlo nuevo, ve a un perro suelto correr sobre la superficie recién pintada y luego hacia la entrada de la casa, dejando sus huellas exactamente donde ella dijo que estarían.

            Aturdido, Alex la escribe, contándola que no hubo ningún inquilino antes de él y preguntándose como ella podía saber lo del perro;  a todo esto, Kate que acaba de dejar la casa hace tan solo una semana piensa que él la está gastando algún tipo de broma y rápidamente le contesta.

               Solo por hablar, ¿qué día es allí?

                14 de abril de 2004.

                No, dice ella. Es el 14 de abril de 2006.

                El mismo día, con dos años de diferencia.

                ¿Es posible que esto ocurra?

A medida que Kate y Alex siguen con su correspondencia a través del buzón de la casa del lago confirman que están, increíblemente, imposiblemente, viviendo a dos años de distancia, y cada uno en un momento de su vida en el que está luchando contra sus decepciones pasadas e intentando recomenzar de nuevo.  Al compartir este anexo tan singular, se van revelando el uno al otro según pasan las semanas – sus secretos, sus dudas y sus sueños, hasta que descubren que se han enamorado.

Determinados a salvar la distancia entre ellos por fin y desentramar el misterio detrás de su extraordinaria unión, tientan al destino con un plan para encontrarse.  Pero en sus intentos de unir sus separados mundos podrían correr el riesgo de perderse el uno al otro para siempre.

 

Sandra Bullock y Keanu Reeves vuelven a reunirse en la pantalla por segunda vez desde 1994 con la película blockbuster Speed, en un drama romántico, The Lake House,  escrito por el autor ganador del premio Pulitzer David Auburn.

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The Lake House es una historia de amor épica —comenta Sandra Bullock, que interpreta a Kate Forster, una doctora independiente y bastante racional que se halla envuelta en un difícil romance, que parece desafiar todas las reglas de la razón y existir en un mundo con identidad propia—. La película trata sobre las posibilidades y las imposibilidades, así como sobre las decisiones que tomamos a lo largo del camino que nos lleva hasta encontrar la persona apropiada. Te invita a creer en lo imposible y en el poder de ciertas conexiones para vencer cualquier obstáculo, porque al final deseas con toda tu alma que estas dos personas encuentren su camino”.

            Fue precisamente la excepcional estructura de la película, unida a su extraordinario argumento, lo que sedujo a Bullock, quien la define como el atractivo de ver “algo que sabes que no has visto antes”.

Keanu Reeves, que vuelve a compartir protagonismo con Bullock por primera vez desde que formara con ella la combustible y memorable pareja de Speed, interpreta a Alex. A Reeves también le cautivó la extraña premisa de la que parte la historia: “El modo en que se reúnen es muy original y sincero —explica el actor, precisando cómo el idealismo atemporal de The Lake House encaja a la perfección con la ambientación contemporánea y los personajes de la historia—. En esta ocasión yo no soy el héroe, y ella tampoco es la clásica doncella en apuros. No se trata de dos personas que buscan algo o alguien que llene sus vidas, sino de dos personas que descubren que juntos pueden crear algo nuevo”.

            El propio hecho de su encuentro constituye ya de por sí un misterio que va más allá de cualquier enigma que hubiesen podido imaginar. ¿Quién podría explicar el que ella echase una carta en un buzón en el año 2006, y él la recogiera ese mismo día, dos años atrás en el calendario?

Estas dos personas llevan vidas separadas; se comunican a través de una insondable línea divisoria de dos años, y sin embargo, no podrían estar mejor sincronizadas de otro modo.

“El intercambio de cartas comienza con asuntos mundanos, pero no pasará mucho tiempo hasta que surja la pregunta fundamental de ‘¿quién eres tú?’; y ésta pase a convertirse en el eje temático del mismo. ¿Quién eres tú? A partir de ese momento Alex encuentra a alguien con quien puede compartir toda clase de cuestiones, y revelar sus pensamientos más íntimos, a lo que ella corresponderá de manera similar”, afirma Reeves.

Tanto él como Bullock están convencidos de que el e-mail o cualquier otro medio de comunicación no se hubiese amoldado tan bien a la historia como las cartas. El propio Reeves observa a este respecto que: “El simple acto de escribir una carta requiere que te tomes un poco de tiempo para reunir tus pensamientos. Te permite sacar lo mejor de ti, tu lado más profundo y sincero. Luego tienes que esperar a que la otra persona reciba la carta y responda, de modo que hay una especie de deseo y espera que concentra tu intención”.

Por medio de las cartas, asegura Bullock, Kate y Alex evitan: “Los superficiales aspavientos en que siempre incurre la gente, cuando comienza a conocerse y se esfuerza en presentar su mejor aspecto. Sin estas afectaciones son capaces de ser ellos mismos de manera absoluta y honesta, con sus chistes malos y sus males humores, incluidos enfados, ridiculeces, melancolías y seriedades. A causa de la inusual naturaleza de su unión, no sienten vergüenza ni miedo por compartirlo todo, porque aún queda una parte de ti que se empeña en afirmar: ‘Bueno, esto no existe en realidad’; o ‘En caso de que exista, jamás llegaré a conocer a esta persona, así que ¿para qué preocuparse?’; Lo que les hace enamorarse tan profundamente es el inmenso coraje que manifiestan al revelar sus vulnerabilidades por adelantado”.

Sin olvidar la sensación de tener entre sus manos algo que alguien más ha tocado, sobre todo cuando les está permitido compartir tan poco en el terreno físico.

A medida que la correspondencia entre Kate y Alex prospera, las cartas no sólo colman sus vidas de risas espontáneas e idílicas, sino que además les aportan energía e inspiración para materias en los que ambos han estado trabajando por separado. Comenta Reeves que: “No sé si ambos se están preparando para amar deliberadamente, pero sin duda están cambiando el curso de sus vidas, y se muestran más abiertos a lo que pueda llegar”.

            Kate acaba de empezar en un nuevo trabajo. Ha cambiado su refugio en el campo por Chicago, una ciudad cuya belleza innata aún debe explorar, y un pequeño y estéril apartamento que no tardará en venírsele encima. Reticente a comprometerse en el terreno amoroso, acaba de poner fin a una relación con un hombre que, simplemente, no era “el elegido”; aunque a veces no puede evitar preguntarse si en realidad existe ese “elegido”, y cuánto tiempo está dispuesta a esperarle.

            Mientras tanto Alex, arquitecto dotado de grandes aptitudes, ha estado malgastando su talento en una urbanización de pisos corrientes, en lugar de quedarse en el prestigioso estudio de diseño dirigido por su padre, el famoso arquitecto Simon Wyler, interpretado por Christopher Plummer, todo un icono mundial de la gran pantalla.

“Él intenta ir más allá de lo que su padre ha predeterminado para él, tanto en su vida como en su profesión”, aclara el director de The Lake House, Alejandro Agresti. Separado desde que la creciente fama y arrogancia de Wyler padre ahuyentase a la querida madre de Alex y dañase a su familia, tanto al padre como al hijo les resulta aún difícil estar en una misma habitación. Alex ha decidido volar con sus propias alas para intentar lograr algo por sí mismo, lejos de la extraordinaria sombra de su padre; aun cuando ello implique tener que dejar a un lado sus sueños de diseñador.  

            “Se hallan en un periodo de transición —aclara Reeves—, Kate en el año 2006 y Alex en el 2004. Ambos se encuentran en el mismo punto de sus vidas: los dos esperan a que suceda algo, pero todavía no han resuelto de qué se trata”.

 “No podían haber sabido hasta que comenzaran a hablar —afirma Bullock— que lo que cada uno había estado esperando era al otro”.

            The Lake House está basada en la original película surcoreana Il Mare (2000), que indaga en el enigmático concepto de la comunicación a través del tiempo. La película fue una de las favoritas del público en el Festival internacional de cine de Pusan (Corea del Sur), y captó la atención y la imaginación de la pareja de productores Doug Davison y Roy Lee, fundadores de Vertigo Entertainment, que se plantearon la posibilidad de transmitir su mensaje a un público más amplio.

 “Era una historia de amor distinta de cualquier otra que hubiésemos visto antes, única y compleja. Su visión sobre el poder del amor y cómo éste puede cambiar la vida de la gente es lo que mas nos conmovió cuando la vimos por primera vez. En los tres años y medio de trabajo que nos costó ver realizado este proyecto, jamás dejó de parecernos apasionante”, declara Davison.

Lee añade que: “Resultó fácil imaginarse una nueva versión de la película con un reparto americano y ubicada en los Estados Unidos, ya que la historia es absolutamente universal; no hay nada en ella que la haga exclusivamente coreana, o que la restrinja a una cultura específica”.

            Davison y Lee eligieron a David Auburn para escribir el nuevo guión, magnetizados por el inmenso poder emotivo de su obra teatral Proof, con la que el autor ganó el premio Pulitzer, así como un Tony y un Drama Desk a su paso por Broadway. Posteriormente la obra tuvo su correspondiente versión cinematográfica en 2005. “El estilo de David es cautivador; era justo lo que buscábamos para una historia de amor tan poco lineal y tan fuera de lo habitual. Nos entregó un guión asombroso”, celebra Davison.

Asimismo, encontraron en el famoso director argentino Alejandro Agresti: “la capacidad para capturar ese elemento emotivo que por lo general se echa en falta en tantas películas”. Davison y Lee quedaron particularmente impresionados con El sueño de Valentín, una historia sobre los sueños de un muchacho que quiere ser astronauta; película conmovedora y nostálgica con la que el autor alcanza su madurez. Escrita y dirigida por Agresti, la cinta recibió una efusiva acogida internacional y numerosos galardones, entre ellos el Cóndor de plata de la Asociación de Cronistas Cinematográficos de la Argentina al Mejor director y Mejor guión original, y el Becerro de Oro al Mejor director en el Festival de cine de los Países Bajos.

Aunque se centra en el continuo diálogo entre dos amantes separados por el tiempo, en las manos de Agresti, The Lake House adquiere una tremenda visualidad narrativa, que otorga a los espectadores, en palabras de Bullock: “la libertad de interpretar y proyectar sus propios sentimientos sobre la historia a medida que ésta progresa, lo que resulta más fácil que si estuviésemos indicándoles constantemente qué deben sentir”.

            “Me gusta mucho la forma en que se desarrollan las tramas, el modo en que vamos conociendo a estas dos personas —explica Agresti—. Además, me encanta cómo la historia juega con el tiempo; cómo ellos se enamoran, mientras viven en dos tiempos diferentes y no pueden encontrarse. Al principio se lo toman como si fuese un juego, dejándose cartas el uno al otro. Pero lo que parece ilógico llega a tener su propia lógica”.

“Logra captar ese sentimiento instintivo por el que a veces todas las piezas encajan en su sitio —comenta Bullock sobre uno de los temas más recurrentes en la película—. Algo o alguien puede aparecer en tu vida y, justo en ese momento, algo aparentemente inconexo que ocurrió en el pasado se conecta de repente, y ves cómo se relaciona una cosa con la otra. Tal vez deba ocurrir algo para que logremos sacar algo más, pero a menudo no tenemos una visión total del asunto”.

            “En última instancia —insinúa la actriz— no es una cuestión del destino, sino de su elección. Ellos eligen creer en algo por lo que merece la pena esperar, aun cuando todo parece imposible”.

La vida imita al arte

 

            En una imagen refleja de sus personajes, Sandra Bullock y Keanu Reeves actúan por turnos y frente a frente en The Lake House. Al tener que adaptarse a la particular estructura de la obra, la pareja de actores debía generar la tensión necesaria para que la historia de amor tuviese un mayor desarrollo en las secuencias paralelas que en el tiempo real que ambos comparten en la pantalla, y hacer de su correspondencia un diálogo cada vez  más íntimo e intenso.

            Es bien sabido que Bullock y Reeves disfrutan de una camaradería sincera fuera del plató, y son amigos desde que se conocieron hace 12 años durante el rodaje del gran éxito de taquilla internacional de 1994, Speed. Esta película supuso el primer papel principal de Bullock y mereció a la pareja los aplausos de los premios MTV Movie y varias nominaciones, entre ellas las de Mejor dúo en la pantalla y Mejor beso.

            “Me parece una persona inspiradora —elogia Reeves a su compañera de reparto Sandra Bullock, refiriéndose no solo a su carrera, en la que incluso ha emprendido tareas de producción y producción ejecutiva, sino también a sus diversos intereses y aficiones, como la restauración de casas—. No habíamos trabajado juntos desde entonces, pero hemos permanecido en contacto y realmente nos lo pasamos muy bien juntos. Ha sido fabuloso volver a trabajar con ella. Confiere a Kate una mezcla especial de vulnerabilidad y fuerza, y transmite esa sensación de estar presente y, de algún modo, muy distante a la vez, que para mí es uno de los aspectos más interesantes de la historia. Debe expresar muchas cosas a través de su silencio. Además, aún conserva su característica alegría y sentido del humor”.

“Keanu fue mi primer compañero de rodaje. Anteriormente había trabajado en papeles secundarios, pero en Speed sentí que formaba parte de un equipo. Le tengo mucho cariño — responde Bullock—. Jamás nos hemos perdido la pista. En cuanto comenzamos los ensayos para The Lake House fue como volver a casa. Entre nosotros hay un entendimiento y una confianza inexplicable”, comenta la actriz antes de añadir en broma: “¡Y eso puedes notarlo en que nos pasamos el día discutiendo!”

Con The Lake House Bullock recuerda que: “Trabajábamos juntos, aunque por lo general de pasada. En eso el rodaje se asemejó bastante a la historia en sí, ya que te imaginas que si Kate hubiese torcido hacia allá en vez de hacia acá, podría haber visto a Alex, o si no hubiese seguido ese camino en particular, se dirigiría a su encuentro en vez de alejarse de él —señala Bullock, resaltando cómo estos atormentadores conatos de encuentros contribuyen a crear el suspense romántico—. Están separados durante tanto tiempo y todo es tan difícil para ellos que resulta descorazonador. Uno llega a desear ver a estas dos personas juntas casi tanto como lo hacen”.

La especial atención que presta Agresti a la gran cantidad de elementos visuales en juego fortalece los enlaces y puntos de referencia entre los dos enamorados. Como explica Bullock: “Cada toma se organizaba de cierto modo por una razón determinada, y cualquier elemento del rodaje, ya sea artístico, de mobiliario o algún detalle en el alcance de la cámara, puede conectarse directamente con otro elemento, o ser simbólico, de manera que Kate y Alex siempre están en contacto, sean o no conscientes de ello. Aun cuando no están en la misma habitación, cualquier acción en el espacio de Kate afectará al mundo de Alex, y viceversa”.

Llevada por un impulso unos días antes de la llegada del invierno, Kate deja una abrigadora bufanda roja en el buzón de la casa del lago para Alex, y él comienza a ponérsela, añadiendo otro elemento más a su comunicación. Después, en una conmovedora escena que ocurre una vez que ambos han aceptado no solo los límites, sino las increíbles posibilidades de su situación, Alex obsequia a Kate con un poco de esa belleza que tanto necesita en su vida, plantando un árbol joven en 2004 en el mismo lugar que ocupará el edificio de su futuro apartamento, sabiendo que para el 2006 habrá crecido hasta convertirse en un gran árbol de cuya hermosura podrá disfrutar.

“Cinematográficamente, al yuxtaponer las escenas de Alex con las de Kate, les ves compartir básicamente el mismo espacio”, explica Reeves. Pero él considera que, más que cualquier otro motivo, es la creciente “intensidad e intimidad de su diálogo” lo que arrastra al público a sentir que estas dos personas, que se pertenecen claramente la una a la otra, están en realidad juntas.

No obstante, la frustración de sentir una conexión tan estrecha y profunda, y al mismo tiempo estar separados por una insalvable barrera de dos años de distancia, se va haciendo cada vez más difícil de soportar, y Kate empieza a plantearse si este extraordinario romance no es más que una fantasía inútil.

En esta coyuntura crucial vuelve a entrar en su vida Morgan, su antigua pareja.

Morgan está convencido de que la falta de voluntad que mostró al no acompañar a Kate hasta Chicago en su nuevo trabajo, fue la causa que precipitó su ruptura hace unos cuantos meses; pero él aún la ama y está ansioso porque ella le ofrezca otra oportunidad. No es la primera vez que Morgan intenta reavivar la llama, pero sí es la primera vez que Kate está dispuesta a quedar con él, incluso a medio camino.

            Dylan Walsh, que en la actualidad goza de gran popularidad interpretando al Dr. Sean McNamara en la serie de la FX Nip/Tuck (premiada con un Globo de Oro) ofrece una hábil caracterización de Morgan, el hombre a quien Kate amó una vez, y que podría ser elegido de nuevo. “La verdad es —comenta Walsh— que no hay nada malo en Morgan, salvo que, en comparación con Alex, resulta completamente prosaico. Él es real. Puede que carezca de la conmovedora profundidad de su rival, pero ama a Kate con locura, y además posee una gran ventaja sobre su adversario, y es que él está justo ahí, al lado de ella”.

            Bullock asiente, y reconoce que el personaje de Morgan: “es realmente un gran chico; la clase de chico con quien tus amigos se alegrarían de verte. Es abierto, cariñoso y adora a Kate. Lo cierto es que ella no puede negar que él es todo lo que una mujer querría”. Aunque al final admite que: “Debes darte cuenta de que alguien puede ser una persona perfecta, y sin embargo no ser la persona perfecta para ti”.

            Mientras tanto, en el trabajo Kate atiende a los pacientes con su cariño habitual, pero hay un sutil cambio en su actitud que no pasa desapercibido a su buena amiga y compañera, la doctora Anna Klyczynski, interpretada por la actriz iraní Shohreh Aghdashloo, que estuvo nominada en el año 2004 al Óscar por su actuación en el elogiado drama La casa de arena y niebla.

            “Anna se da cuenta de que a Kate le preocupa algo —explica Aghdashloo. Ella puede intuir su dilema, y aunque no es consciente de la magnitud del problema, Anna recurre a las lecciones que ha aprendido de la vida, y anima a Kate a hacer lo que sea mejor para ella—. Anna se ha visto obligada a mirar la vida de frente, lo que le ha reportado cierta sabiduría. Cuando se percata de que esta joven mujer podría estar a punto de cometer la misma suerte de errores que ella cometió en su día, quiere advertirle, como cualquier amiga de verdad haría, para conducir a Kate hacia el camino correcto”.

            La elección de abandonar una opción tangible por un sueño idílico y aparentemente imposible “es un gran riesgo”, admite Reeves. “Pero a menudo es exactamente lo que debes hacer si de verdad quieres crecer, cambiar, o avanzar hacia lo que realmente quieres”.

 

 

La casa del lago

 

Una de los principales puntos de unión entre Kate y Alex es su amor por la casa del lago.

Cuando Kate se traslada a Chicago, recuerda la casa del lago como el lugar en que ella se sentía más auténtica. Para Alex la casa tiene un significado aún más profundo. Fue construida por su padre en una época más feliz, cuando todos vivían juntos como una auténtica familia antes de que él se hiciera famoso. Al restaurar la casa, descuidada durante tanto tiempo, para devolverle su belleza original, Alex busca recuperar un poco de la paz que sintió en aquel lugar tiempo atrás. “Se esfuerza por que esa casa vuelva a ser un hogar”, explica Reeves.

Lejos de ser una casa corriente, la casa del lago es un refugio de luz y cristal con una belleza fuera de lo común, que se eleva sobre el agua. Está protegida total y orgánicamente, y se halla en contacto con el lago y la tierra de los alrededores.

 “Es un diseño bastante insólito, de una belleza indudable, pero no es el tipo de diseño que encandilaría a todo el mundo. Sólo cierta clase de personas podría vivir en esta casa. Está hecha para gustos muy específicos —comenta Bullock, quien considera este detalle bastante indicativo de lo parecidas que son estas dos personas—. El que Kate y Alex se sientan tan cómodos entre esos muros de cristal demuestra lo mucho que ambos tienen en común, y es bastante simbólico del gran entendimiento que se profesan mutuamente”.

            Bullock, una declarada “fanática de la arquitectura”, reconoce en el diseño reminiscencias de: “Las estaciones del Metro de París de finales de siglo; tan bien proporcionada y minimalista, y con esa gran cantidad de cristal y acero. Es un diseño que podría sugerir frialdad, pero que es bastante cálido cuando lo ves —aclara la actriz, señalando cómo la luz del sol es capturada y reflejada en los múltiples planos del edificio—. Al igual que el Taj Mahal, la casa fue construida por un hombre que adoraba a su mujer y su familia, y quería expresar su amor a través de esa estructura”.

             Tras rodar durante semanas en varias localizaciones frente al lago en Wisconsin, Michigan, Illinois e Indiana, y recoger con las cámaras prácticamente cada milla de la vasta orilla del Lago Michigan, el equipo de producción de The Lake House aceptó el reto de construir la icónica casa. El jefe de localizaciones James McAllister (Camino a la perdición, Batman Begins) regresó al condado de Cook (Illinois), donde ya había trabajado diez años atrás en la película Evil Has a Face, en una reserva forestal junto al tranquilo y artificial Lago Maple, de 55 acres. Resultó ser el escenario perfecto: de naturaleza serena y romántica, con la textura y el terreno circundante que Agresti tenía en mente.

“La casa era el decorado más importante, la pieza clave alrededor de la cual se desarrolla la historia, así que nos merecía la pena detenernos a construir exactamente lo que queríamos”, explica el diseñador de producción Nathan Crowley, que estuvo nominado en 2005 a los premios BAFTA y Art Directors Guild por Batman Begins, y que pertenece ya a la tercera generación de hombres en su familia que obtiene una licenciatura en Arquitectura.

“Buscábamos combinar lo moderno con lo clásico, un diseño que pudiese haber firmado el padre de Alex. En ciertos aspectos entronca con el estilo de las cajas de cristal de los años sesenta, pero también nos fijamos en el periodo de la Regencia, un estilo bastante popular en Inglaterra durante la primera mitad del siglo XIX, para impregnar de elegancia y romanticismo la apariencia general de la casa. Incluso integramos algunos elementos procedentes de los invernaderos”.

Si consideramos que, en esta etapa de sus vidas, tanto Kate como Alex pasan mucho tiempo en soledad e introspección, a Bullock le llama la atención el que la inmensa estructura, construida mayormente con cristal, no les ofrezca: “Ningún lugar donde ocultarse. Estas dos personas se esconden del mundo en muchos aspectos, y sin embargo la casa que ambos veneran está totalmente expuesta a él —como si el simple hecho de estar ahí sacase a relucir su auténtica naturaleza—. Sin olvidar que les pone en contacto inmediato con el lago, los árboles, la tierra y todo lo que les rodea. Es casi como si viviesen en el exterior”.

Desde un punto de vista práctico, la transparencia del edificio implicaba que: “No teníamos la oportunidad de rodar en exteriores separados del interior, como suele hacerse habitualmente —explica Crowley—. Debíamos grabarlos juntos, lo que implicaba diseñarla y construirla como una casa real, y no como un escenario”.

            En colaboración con el veterano coordinador de construcción de Chicago, Troy Osman, el equipo de Crowley tardó siete semanas escasas en construir la casa, que medía más de 185 metros cuadrados y descansaba sobre vigas de acero, tres metros por encima de la línea de flotación. Para levantar este monumental proyecto se precisaron 35 toneladas de acero y se empleó un equipo de cerca de cien personas, entre carpinteros, soldadores y pintores. “No era muy grande, pero la logística supuso todo un desafío; sobre todo por el plazo de tiempo tan limitado que teníamos para acabarla —añade Crowley—. Incluso instalamos un sistema de calefacción para que los actores no pasaran frío en ningún momento”.

            Dado que la geología de la zona hubiese requerido utilizar hincapilotes y soportes a casi 10 metros de profundidad en el lecho del lago, Crowley optó en su lugar por: “colocarla sobre plataformas de cemento, lo que significaba adentrarse bajo el agua”. Al final se construyó un dique para contener el agua, mientras los trabajadores excavaban una profundidad de 6 metros para colocar los cimientos de acero. “Acabamos construyéndola junto al lago —admite—. Con la gran ayuda que nos brindó la Reserva Forestal, llevamos el lago a la casa. Básicamente creamos una nueva entrada. Una vez que excavamos el sitio y colocamos las bases de cemento, quitamos el dique y dejamos que el agua entrase por debajo de la casa”.

Bullock lamentó que la casa no fuese completamente funcional y estuviese disponible para que ella se instalase. “Me encantó —confiesa—. Estaba muy desilusionada por no poder conservarla, transportarla, y utilizarla al menos como una casa de huéspedes en alguna parte”.

            De hecho, el equipo de producción trabajó siguiendo las estrictas pautas de la EPA (Agencia de Protección Medioambiental de los EE.UU.), así como de otras agencias como la Sociedad Audubon y los Amigos de la Reserva Forestal, por no mencionar las normas de construcción y zonificación del condado de Cook a la hora de construir la casa del lago, y durante su desmantelamiento final. Cuando el rodaje tocó a su fin, el equipo no dejó el menor rastro.

 

Chicago proporciona un telón de fondo auténtico y de gran riqueza arquitectónica

 

            Además de las localizaciones en el lago Maple, el equipo de producción abarcó cerca de 40 emplazamientos por separado, tanto en Chicago como en sus alrededores. El equipo seleccionó esta ciudad no sólo por sus características geográficas, que se ajustaban tan bien a la historia, sino también por su igualmente apropiado y glorioso patrimonio arquitectónico.

Muchos arquitectos de renombre mundial desempeñaron un papel fundamental en la reconstrucción de la metrópoli tras el Gran incendio de Chicago de 1871. Entre ellos figuraban Frank Lloyd Wright, Daniel Burnham, Louis Sullivan o Mies van der Rohe. Como confirma Crowley: “Sin duda es una de las grandes capitales arquitectónicas del mundo. Todos los grandes maestros del campo dejaron su impronta con alguna construcción, lo que da al centro de Chicago un aire único que lo diferencia de cualquier otro lugar”.

Entre las localizaciones prácticas que aparecen en The Lake House destacan monumentos tan reconocibles como la Universidad Roosevelt, diseñada a finales de 1880 por Louis Sullivan, cuya gran sala de lectura en la biblioteca sirvió a Crowley para recrear el estudio de diseño del padre de Alex; el Café de Artistas en el centro del edificio de Bellas Artes, construido en 1885 y uno de los pocas obras que se conservan del arquitecto Solon Beman; el histórico Old Colony Building, diseñado por Holabird & Roche en 1894, y que ostenta el honor de ser, en palabras del jefe de localizaciones McAllister: “Uno de los primeros rascacielos auténticos del país”; el Wyler’s Children Hospital en el Complejo médico de la Universidad de Chicago en Hyde Park; y el barrio de Wrigleyville adyacente a Wrigley Field.

El equipo de producción también filmó en la Plaza Daley, con su famosa escultura de Picasso destacando en uno de los momentos más dramáticos de la película; en el recién diseñado Millennium Park, donde se encuentra la famosa escultura de acero Cloud Gate, del artista británico Anish Kapoor; y en el conocido restaurante The Park Grill, que hizo las veces del exclusivo restaurante Il Mare, donde Kate y Alex esperan que transcurra su primera cita.

El equipo de producción de The Lake House se desplazó fuera de la ciudad, y paso más de una semana en Riverside, un barrio bordeado de árboles, donde una pintoresca estación de Metra Rail se convierte en la parada de ferrocarriles en que Alex logra avistar fugazmente a la mujer a quien dirige sus cartas por primera vez.