Editorial: Global Rhythm Press: octubre de 2007

 

Páginas: 344

 

PVP: 17,5 euros

 

“A mi modo de ver, estar muerto es un poco como viajar en un crucero. La mayor parte del tiempo la pasa uno tumbado boca arriba. El cerebro ha dejado de

funcionar, la carne comienza a reblandecerse. No llegan muchas noticias y nadie espera noticias tuyas.”

 

Las macabras entidades que integran el dramatis personae de la última obra de Mary Roach figurarían, sin lugar a dudas, entre las más infelices que pueda

concebir la fantasía si no fuera por la penosa circunstancia de que no son hijas de la imaginación. Pese al escalofrío o el desaliento que invade al delicado

lector tras un primer acercamiento a tan lúgubre materia, la lectura de estas páginas acaba provocando involuntarias sonrisas y recias carcajadas. Porque

Fiambres es una exploración contagiosamente alegre de las crueles diligencias practicadas con algunos de nuestros cuerpos cuando, una vez exhalado el último

suspiro, los abandonamos a su suerte en los escatológicos umbrales de la tumba: cadáveres abiertos en canal y en el altar de la ciencia, difuntos que contribuyen

al progreso de la medicina con los genitales perforados o los ojos extraídos, fiambres arrojados desde aviones o cosidos a balazos para verificar la eficiencia

de nuevas armas, despojos crucificados como Nuestro Señor o devorados por gusanos, materia inerte que alcanza por fin la transubstanciación en forma de

abono... Por muy gris que haya sido su existencia en este valle de lágrimas, cualquiera puede redimirse post mortem e incluso, con un poco de suerte, incorporarse

a la grandiosa epopeya del conocimiento humano: “Un tipo de lo más normal que decide donar sus órganos puede convertirse, de repente, en un héroe”. La

intrépida Mary Roach ha escrito con morbosa erudición e irreverente ingenio una obra que se adentra en el más allá para mostrarnos el lado más visible

y deplorable de la otra vida.

 

“Decir que un libro que versa sobre cadáveres es ‘para morirse de risa’ podrá parecer chocante. Sin embargo, Roach [...] ha conseguido lo que parecía imposible

y ha escrito un libro tan instructivo y respetuoso como divertido e irreverente.” Publishers Weekly

 

“Sorprendentemente divertido.”

 

MARK ROZZO, The New Yorker

 

“Mary Roach pertenece a una especie en peligro de extinción: la de los escritores de divulgación científica con sentido del humor. Logra que lo macabro

nos parezca cómico sin despojar a la muerte de su dignidad.”