Personajes de una saga

 

Este no es un libro para ver La guerra de las galaxias, porque hablamos de toda su historia y desvelamos sus finales; pero sí debería ser un libro para ver mejor —buena pretensión— las películas, es decir, para disfrutar más de ellas, para verlas de forma más consciente.

Resulta difícil comentar uno por uno los personajes sin recurrir una y otra vez a lo que ya se ha dicho; incluso en su aspecto más interesante, que se refiere a las funciones que desempeñan en la historia, la repetición es inevitable.

De Anakin y de Luke hemos escrito ya tanto que volver sobre lo mismo en este capítulo sería imperdonable.

Son sujetos míticos, predestinados, y acaban cumpliendo la misión para la que nacieron sin que el Emperador, que la retrasa en el caso de Anakin, ni nadie puedan impedirlo.

Anakin y Luke podrían haber nacido en un lugar muy diferente, en nuestro mundo, por ejemplo, en cualquier época, y habrían hecho más o menos lo mismo. Lucas no ha querido interferir en sus vidas; ha querido llevarlos a donde tenían que ir, o presenciarlo, y su máximo esfuerzo ha consistido en conseguir que todo encajara en su sitio, en tener todo dispuesto para que ambos pudieran realizar sus misiones. Estos esfuerzos del director se perciben sobre todo en el episodio III de la saga.

No se trata de repetir lo que ya hemos contado, sino de completar y sistematizar. Este libro no es una guía.

 

Una clasificación

 

 Hay tres grandes grupos de personajes en La guerra de las galaxias; los más importantes son los que ya han ido apareciendo aquí una y otra vez: Anakin, Obi-Wan, Padmé, Leia, Luke, Han Solo... y por supuesto el Emperador, por citar solo algunos y sin ningún orden predeterminado. Hablar de ellos, profundizar en ellos, significa adentrarnos en La guerra de las galaxias.

Una manera de resumir el argumento de estas películas a una persona que no las hubiera visto —extraña manera de todos modos— consistiría en hablarle de los personajes principales: quiénes son, cuándo aparecen, qué papel desempeñan, en qué episodios actúan, etc. Y una manera, muy productiva por cierto, de analizar el contenido, de estas películas consiste en hacerlo a través de los personajes.

Actualmente, en Internet, uno puede encontrarlos todos y procurarse hasta los datos más insignificantes sobre ellos; por esa razón este capítulo no va a ser exhaustivo, aspira más bien a completar lo dicho en otros capítulos, y a ofrecer una semblanza de algunos personajes.

Al segundo grupo de personajes podríamos llamarlo «secundarios importantes»; son secundarios, pero su papel en la saga es fundamental, ya porque aparecen reiteradamente, ya porque se les nombra mucho y tienen cierta influencia sobre los demás. Boba Fett, por ejemplo, es un secundario, pero su papel es importante: lo conocemos en El Imperio contraataca cuando se lleva el cuerpo congelado en carbonita de Han Solo; vuelve a aparecer en El retorno del jedi, en la guarida de Jabba el Hutt, y, finalmente, en los nuevos episodios que rodó Lucas, en el EPII y III, se nos explican sus orígenes.23 Su padre, Yango Fett, ya casi es un personaje principal, por lo menos de la primera trilogía.

Utilizan su ADN para crear un ejército de clones suyos, un ejército que será fundamental en toda esta trilogía. Es el ejército de la República, aunque luego se rebelará contra ella y se unirá al Imperio. Son personajes que apenas hablan pero cuya presencia en la saga es muy poderosa.

Jabba el Hutt es otro secundario importante; surge en una escena incluida por Lucas en el EPIV a posteriori: Han Solo le debe dinero, y aunque al principio le deja marchar, la angustia vuelve en El Imperio contraataca. Pone precio a la cabeza de Solo, y este tiene la intención de ir a pagarla al comienzo de esta película, pero las complicaciones que le crea el Imperio y su nueva relación con nuestros amigos hacen que se retrase.

Boba Fett le esperará en la Ciudad de las Nubes, sobre el planeta gaseoso Bespin, y se lo acabará llevando; el cazarrecompensas entrega su cuerpo congelado a Jabba, y lo vemos en el principio de El retorno del jedi.

Boba Fett es un personaje muy popular de La guerra de las galaxias. Los aficionados le tienen mucho cariño y siempre le destacan en las convocatorias que realizan los «personajes desenmascarados»; desde hace años, los actores que interpretan a Chewbacca, C-3PO o a Boba Fett, los que actúan con máscaras, acuden a muchas instituciones a hablar de su participación en las películas.

Las palabras que pronuncia Jabba no son muchas, pero adivinamos una larga relación anterior entre Han Solo y él… y además nos procura el espectacular comienzo de El retorno del jedi.

Un tercer grupo lo forman personajes cuya función es dar color a la saga. Son criaturas de otras especies y razas, otras lenguas y culturas. Algunos constituyen un simple telón de fondo a los personajes principales, pero su papel es importantísimo; una de las cosas que más gustan, precisamente, de estas películas es la variedad de criaturas que desfilan por ellas: es una obra de arte extraordinariamente rica en la creación de personajes secundarios, o mínimos. Lo que en otras películas lo llenarían los extras aquí está ocupado por un sinfín de criaturas de las formas más variadas, aunque en ocasiones nos encontramos con un personaje principal que también desempeña esta función, como Chewbacca, y, mucho más importante, Yoda.

Otras veces, un secundario importante, a medio camino entre el secundario y el principal, como el Darth Maul del EPI, el aprendiz de Darth Sidious que lucha con Qui-Gon Jinn y Obi-Wan, también es una criatura de aspecto maravilloso y maléfico, impactante. Un personaje bastante plano, la verdad, en todos los sentidos, si exceptuamos su espectacularidad en la lucha y su gran capacidad para inquietar al público.

 

La mujer en La guerra de las galaxias.

 

Estamos ante unas películas en cierto modo misóginas, y muchos se lo han censurado a Lucas, pero su misoginia es solo cuantitativa.

Hay pocas mujeres con papeles relevantes, bueno, en general podemos decir que hay pocas mujeres... muy pocas. Por supuesto el papel que desempeñan es fundamental.

 

PADMÉ AMIDALA. Padmé representa algo así como un cataclismo, en todos los sentidos, en la vida de Anakin; es la madre de Luke y Leia, y en buena medida gracias a ella tenemos segunda trilogía. Lo que me extraña es que, si Lucas tenía en mente al realizar la segunda trilo gía la trama de la primera, no la hiciera aparecer más en esos epi sodios, su recuerdo, quiero decir. Todo está bien atado, pero en este caso, con respecto a Padmé, las ligaduras tienen mucho más que ver, todo que ver, con la primera trilogía.

Que ahora recuerde, solo se habla de ella en El retorno del jedi, cuando Leia va al encuentro de Luke, por la noche, en el poblado ewok de Endor, para interesarse por él y preguntarle por qué está tan solo. Luke medita sobre lo que está ocurriendo, habla con su hermana; es una conversación muy importante y muy emotiva: Luke le dice a Leia que Darth Vader es su padre, suyo, de Luke, pero también de ella... Al principio Leia le dice que no puede entender sus extraños poderes, como si el mundo en que se moviera Luke estuviera más allá de su capacidad, pero al final acaba reconociendo que siempre lo ha sabido.

«La Fuerza es muy intensa en mi familia; mi padre la tiene, yo la tengo, y... mi hermana la tiene.» Luke le está insinuando que es su hermana, y Leia se da cuenta de ello muy rápido. Es un diálogo trascendental en la saga; como suele ocurrir en estas películas, hay pocas palabras, pero de extraordinaria intensidad y profundidad. Pueden parecer superficiales pero eso solo es un espejismo de su propia profundidad, y esto no se entendería en otros contextos, pero en las situaciones que plantea La guerra de las galaxias queda muy claro.

Lucas envuelve siempre sus escenas en un halo misterioso, potenciado por lo que ha ocurrido antes y lo que ocurrirá después, mucho movimiento, tensión, batallas... Una atmósfera tan fuerte que cuando vienen llegan las escenas de reposo, aunque escasas y breves, el espectador las hace suyas con facilidad. Las imágenes serenas en La guerra de las galaxias suelen propiciar las más graves revelaciones; y la historia gira en gran medida en torno a estas revelaciones.

Luke y Leia, por la noche, en el poblado ewok. En esta escena les vemos juntos, solos, hablando con seriedad; es un momento de gran comunicación e intimidad, pues es la primera vez que hablan como hermanos. Ahí, en esa ocasión, hablan de su madre; los dos saben pocas cosas de ella, pero Leia recuerda que era muy guapa, «pero triste...». Sin duda debe de hacer referencia a algo que le han contado, porque, como sabemos, Padmé muere en el parto. Leia se emociona, su voz suena más suave y delicada que nunca... y es verdad que en el EPIII el rostro de Padmé siempre es triste, tenso, angustiado. Es el reflejo de Anakin, del camino que está realizando, y además es el espejo de la situación política que vive.

Esa frase sublime, que llegará más tarde, cuando el canciller declara el Primer Imperio Galáctico, y a los jedi perseguidos..., y todos en el Senado aplauden; Padmé exclama, con una cara que lo dice todo, con una seriedad y una impotencia que aquí se cubren de majestad y autoridad: «Así es como muere la libertad, con un estruendoso aplauso».

 

Una comunicación maravillosa

 

 Ya hemos señalado muchas veces las virtudes narrativas de Lucas, y esas virtudes lo encuadran todo: lo puramente cinematográfico, el sonido, los efectos especiales, la forma de elegir y disponer el material narrativo, el uso de las palabras, la selección de las palabras mismas, el diseño de los personajes...

Uno de esos aciertos, pensamos ahora, analizando este diálogo entre Luke y Leia que adquiere pleno sentido a la luz de la primera trilogía, es esto precisamente: cuando vemos la segunda trilogía, la primera se revaloriza; cuando vemos la primera, la segunda se revaloriza a su vez. Están separadas por más de veinte años, la tecnología es distinta, los actores también, incluso la forma que tiene Lucas de resolver muchos problemas... pero hay una comunicación maravillosa entre las dos, la una remite a la otra, y no hay un orden específico en esa comunicación; todo se convierte en una sinfonía en la que cada uno de los instrumentos se responde a sí mismo. El placer es grande simplemente al ir avanzando por esta historia, pero mayor aún cuando la hemos visto entera, cuando atamos todos los cabos que están sueltos, que son muchos.

Y todo esto incluye también sus defectos, porque los defectos también son importantes, también aportan su grano de arena.

En oposición a comoopera la naturaleza Leia y Padmé se parecen mucho... se parecen tanto que está claro que Lucas ha querido construir el personaje de la madre a partir del de la hija. Era la manera más convincente, y quizá la única, de diseñar ese personaje para que resultase verosímil, pero había que hacerlo bien, y Lucas lo resolvió perfectamente. Lo curioso es que nuestro creador siguió el curso inverso de la natu raleza: los padres se hacen a partir de los hijos.

Algo parecido se podría decir de Anakin y Luke, aunque tal vez no resulte tan evidente; en algunas actuaciones de Leia, en algunos gestos, en la propia misión dentro de la Alianza, en muchas cosas... vemos después —que es «antes»— a Padmé.

Lucas ha creado a la madre a partir de la hija.

Las dos son hermosas, no en vano soportan todo el elemento erótico de la saga. Padmé posee en el EPI una belleza adolescente muy importante, y esa belleza estalla en mujer en el EPII, el episodio romántico de la saga: «Es la primera película romántica de mi carrera», dirá Lucas, aunque ya hemos visto que toda la serie puede calificarse, en cierto sentido, de gran película romántica.

En el EPIII, que es el más trágico de todos, el más hondo en muchos aspectos, la belleza de Padmé se vuelve sombría, como se hacen sombríos el rostro y el carácter de Anakin, cada vez más, pero para llegar a esa circunstancia hemos atravesado un largo proceso.

 

LEIA Y R2-D2

 

 Lucas no escoge a Natalie Portman y a Carrie Fisher así por así, las elige por muchas razones, entre ellas por ser hermosas, de una hermosura muy determinada.

Son bellezas suaves, pero su marcada personalidad las puede llevar a mostrarse terribles si es preciso. Seguramente en todo esto pensaba el poeta y filólogo Luis Alberto de Cuenca (2001, 189) cuando es-cribió su emocionante homenaje a Leia: Si solo fuera porque a todas horas Tu cerebro se funde con el mío; Si solo fuera porque mi vacío Lo llenas con tus naves invasoras.

 Si solo fuera porque me enamoras A golpe de sonámbulo extravío; Si solo fuera porque en ti confío, Princesa de galácticas auroras.

 Si solo fuera porque tú me quieres Y yo te quiero a ti, y en nada creo Que no sea el amor con que me hieres...

 Pero es que hay, además, esa mirada Con que premian tus ojos mi deseo, Y tu cuerpo de reina esclavizada.

La acción, la política, la diplomacia VISHNU, Sí, mujeres guapas, eróticas, pero sobre todo mujeres de acción, ambas, luchadoras... y políticas. Se las ve empuñar armas en todas las películas, y son inteligentes, valiosas, fiables; han dedicado su vida a una causa, una causa que ellas entienden que está por encima de cualquier cosa o cualquier ser.

El amor, esa otra gran aventura, se cruza en sus caminos mientras están desempañando esa misión más elevada, aunque al final ya no se sabe qué es más importante, por lo menos en el caso de Padmé. Esos dos grandes ámbitos que continuamente se cruzan en La guerra de las galaxias, lo general y lo particular, lo político y lo íntimo, muchas veces intercambian su pre ponderancia, luchan unos contra otros, y uno de ellos acaba condicionando al otro.

Toda una República galáctica verá cómo se resienten sus cimientos hasta caer por el amor entre un hombre y una mujer, Anakin y Padmé, dos personajes míticos, una reina que luego será senadora —el sistema electivo y el reinado durante unos años rigen en Naboo— y un caballero jedi, una especie de guerrero místico que debería mantenerse al margen de la mayoría de las pasiones de los hombres. Un hombre y una mujer.

Si algo enseña La guerra de las galaxias, y la historia lo corrobora, con todo el poder y la influencia de la colectividad —en la saga también hay grandes esfuerzos colectivos—, es que un solo hombre, una mujer, o la unión de ambos, puede producir cambios sociales, políticos, económicos, religiosos... de incalculables consecuencias. Ciertas personas se erigen en líderes de multitudes, movimientos globales, revoluciones.

 Además estas mujeres, Padmé y Leia, están volcadas en lo social y lo político. Su destino es la lucha, el pueblo y el amor, y todo ello acaba fusionado, confundido y al final dilucidado; les encomiendan misiones importantes de orden diplomático. Leia asumirá en la segunda trilogía funciones muy parecidas a las que desempeña Padmé en la primera. Y son mujeres de carácter, un carácter que a menudo muestran con los hombres de los que se enamoran: Padmé con SHIVA, DIVINIDAD BRAHMANICA QUE REPRESENTA LA DESTRUCCIÓN.

Anakin, a quien responde y arrebata su autoridad en el EPII, y Leia con Han Solo, un «pirata» que se convertirá en héroe en la segunda trilogía. Durante algún tiempo las dos mantienen una especie de relación amor-odio con sus futuros novios o maridos.

 El carácter de Leia, su fortaleza, se advierte sobre todo en su manera de enfrentarse a Darth Vader; no siente hacia él ningún temor, o lo disimula muy bien, le mira a los ojos, le responde con valor y le pide explicaciones cuando asalta su nave diplomática en el EPIV: «Darth Vader, solo tú podías ser tan osado. El centro imperial no te perdonará esto. Has atacado a una nave diplomática».

También encara duramente al gobernador de la Estrella de la muerte, Tarkin, en ese mismo episodio. El planeta Naboo confía ciegamente en Padmé, y por eso la nombra, como ya sabemos, primero reina y después senadora en Coruscant, el mismo cargo que Leia tendrá en la segunda trilogía.

 

Apariciones fugaces de lo femenino

 

 Padmé, Leia y la madre de Anakin, Shmi, son las únicas mujeres que desempeñan una verdadera función en La guerra de las galaxias. Las damas de la reina Amidala solo cuentan en la medida en la que permiten a la reina (Padmé) disfrazarse de una de ellas y cambiar su puesto.

En El ataque de los clones presenciamos el momento dramático en que una de sus dobles muere sustituyéndola.

La nave de la reina llega a Coruscant, y de ella desciende la soberana y sus damas.

Una bomba explota y provoca la muerte de la reina. Pero era una de sus dobles. Padmé viajaba en uno de los cazas que acompañaban a la nave como escolta. Solo acierta a despedir a su doble dándole las gracias. Y antes, en La amenaza fantasma, esos dobles tienen una importancia extraordinaria, porque gracias a ellos, a ellas, la reina Amidala, Padmé para nosotros y para Anakin, puede escabullirse de los soldados de la Federación en pleno palacio de Naboo y reorganizar desde allí la contraofensiva.

 En El retorno del jedi, en la cueva de Jabba, aparecerá una danzarina, no humana — aunque con rasgos humanos—, que será devorada por el monstruo rancor. Jabba la quiere forzar para acariciarla, ella no se deja, se rebela, y Jabba abre una trampa por la que cae la bailarina directamente a las fauces del monstruo. parece que no tiene escapatoria alguna, poco después ese mismo monstruo, Rancor, se enfrentará a Luke poniéndole en muy serios apuros. sus poderes jedi no le sirven contra esa gigantesca criatura que sale de su cueva para devorarlo, pero Luke conseguirá bajar la puerta enrejada que lo custodia, acertando con una piedra el botón, fuera de su alcance, que mueve el mecanismo.

La puerta cae sobre el monstruo, lo aprisiona y lo mata.Podemos aprovechar este momento para llamar la atención sobre una anécdota conmovedora.

Cuando sacan a Luke de la cueva para encararse con un enfadadísimo Jabba, vemos cómo un hombre gordo, desnudo de cintura para arriba, llora la muerte del monstruo. Es su cuidador, y comprendemos que hasta las criaturas más espantosas, terribles y mortíferas son amadas; es un detalle muy hermoso presente a lo largo de la saga.

También en El retorno del jedi nos encontramos con otra mujer.

Es de edad madura, muy bella, de aspecto plácido; con voz serena

 explica a los pilotos de la Alianza los planos de la nueva Estrella de la muerte. La Alianza está a punto de iniciar el ataque a la luna de Éndor y a la misma Estrella de la muerte. En el auditorio se encuentran Luke, que ha llegado tarde a la reunión porque ha ido a visitar a Yoda —recién fallecido—, Han, Leia, Chewbacca y los androides. Esta mujer, una especie de «hada», les dice a todos que muchos han muerto para conseguir esa información, y les sugiere que por eso deben valorarla y utilizarla bien.

Shmi, la madre del predestinado La madre de Anakin, llamada Shmi, no deja de ser un personaje secundario de breve aparición, pero de mucha importancia. Su rostro es duro, curtido por el desierto, acostumbrado a las privaciones; ella sabe que su hijo ha nacido para algo más que para ser un esclavo... Su nacimiento es milagroso y puramente mitológico: fue engendrado sin la intervención de ningún hombre.

Sorprende la tranquilidad con la que Qui-Gon Jinn atiende al relato de la génesis de Anakin: la madre habla de él como transportada a otra dimensión. En aquel momento Qui-Gon no le da mucha importancia —su misión es otra—, pero poco tiempo después empezará a creer que ese niño es el elegido, el tan esperado, y lo defenderá como tal ante el consejo jedi y ante Yoda, que siempre desconfió de tal profecía.

En el EPI, Shmi, la madre de Anakin, es esa mujer que atiende con esmero a los nuevos amigos de su hijo; les da de comer, les ofrece lo único que tiene un esclavo: su hospitalidad. Es la madre orgullosa del hijo que cuando Anakin gana la carrera de vainas le manifiesta su admiración: «Es maravilloso, Ani. Has dado esperanza a aquellos que no la tienen». Y esa debería ser la principal finalidad de la vida de Anakin: dar esperanza. La dará desde su propia vida, antes de que el amor le lleve al lado oscuro, y la dará en el destino de sus dos hijos, Luke y Leia, que, una vez conocida toda la historia, comprendemos verdaderamente que sean hijos de sus padres. Y por fin, la madre de Anakin es esa mujer que se despide sin lágrimas de su hijo, que ya es libre, nunca más esclavo, y le dice que no mire atrás, que nunca mire atrás... pero Anakin nunca dejará de pensar en su madre.

Las pesadillas del que algunos ya llaman el elegido, una visión de que su madre está sufriendo, llevarán a Anakin a su planeta de origen para buscarla; estamos en El ataque de los clones, EPII. Y ahí vuelve a aparecer esta mujer admirable, prisionera de los tusken, o merodeadores de las arenas, a la que aún le queda un aliento de vida para ver de nuevo a su hijo. El reencuentro en una de las tiendas tusken es muy emocionante y trágico. Anakin había ido allí a salvar la vida de su madre, y apenas puede salvar su cuerpo. Ella muere y el odio se desata en el alma de Anakin.

El joven jedi está mucho más cerca del lado oscuro, del Imperio, de lo que puede creer.

La puerta que conduce a todo el mal que representa el reverso tenebroso está ya muy abierta. Por eso Yoda desconfiaba tanto de ciertos sentimientos, lo más positivo que puede tener el hombre, pero también lo más peligroso; el amor puede conducir al lado oscuro, al mal, diríamos nosotros, y es el amor el que conduce a Anakin a masacrar a los tusken y a su posterior caída en el lado oscuro, el amor por una madre y el amor por una mujer. ¿Qué puede haber mejor y más grande? Todo lo bueno lleva al mal, pensaría Yoda, pero de una determinada manera.

Los jedi no tienen lugar para el apego, para la exageración de ciertas cualidades.

joven Skywalker sufre, sufre sin medida», le dirá a Obi-Wan.

Una tía cariñosa y comprensiva y una asesina a sueldo De Bera, la mujer de Owen, los tíos que cuidan a Luke desde que es un bebé hasta que mueren y Luke abandona Tatooine con ObiWan y los droides, poco se puede decir.

Aparece al final del EPIII y al principio del IV.

Es una mujer afable, cariñosa, que quiere mucho a Luke y lo comprende; sabe que es «igual que su padre», y que la vida que le ofrece Tatooine y la granja de humedad de tío Owen no son suficientes para colmar sus expectativas de aventura.

Tenemos también otro personaje femenino secundario: la cazarrecompensas que trata de asesinar a Padmé en el EPII. Es una cambiante; puede mudar de aspecto siempre que quiera. Su forma humana es la de una mujer muy bella; interviene poco, pero protagoniza una persecución en coches voladores por Coruscant verdaderamente espectacular.

Esa persecución es de lo mejor de El ataque de los clones.

Entre Obi-Wan y Anakin consiguen detenerla, justo antes de que una flecha envenenada le alcance y la mate; la cambiante no tiene tiempo de decir quién le ha encargado que mate a la senadora, pero después descubrirán que se trata de Jango Fett, otro cazarrecompensas, este sí contratado por la Federación de Comercio. Es muy importante que Padmé no firme un nuevo tratado que impida la creación de un ejército de la República, y para ello lo más útil es eliminarla.

Mientras Anakin realiza su matanza inmisericorde sobre los tusken, Yoda, muy lejos de Tatooine, siente lo que está ocurriendo: Y esta es, salvo pequeñas excepciones, la nómina de personajes femeninos de La guerra de las galaxias, pocos pero de gran importancia.