Ronald entró en la Warner con poco más de veinte años, Se dijo en más de una ocasión que el estudio lo contrató para sustituir a otro actor llamado Alexander, que se había suicidado de improviso. Alexander, con veintinueve años, entró al establo de su rancho y se pegó un tiro en la cabeza. Meses después, Ronald Reagan iniciaba su carrera en la Warner, porque su voz y sus gestos se parecían a los del actor difunto. (Los dos tenían una voz de locutor radiofónico.) La diferencia estribaba en que Alexander además tenía talento y encanto. Después de tontear con varias actrices, se casó con Jane Wiman y todos en Hollywood consideraban que Jane Wyman y Ronnie eran el matrimonio joven más encantador, simpático y feliz de la ciudad. Cuando en 1949 se divorciaron, hubo muchos comentarios tristes Y desanimados. Resulta curioso que fuese aquél el único caso de divorcio de la historia en el cual dos películas de la Warner Bros. fueran incluidas como causantes del divorcio. En 1948, Reagan le había adelantado a la periodista de las estrellas, Hedda Hopper: Creo que si esto acaba en divorcio alegaré que el cómplice de la demandada es Belinda». La Wyman ganó el Premio de la Academia por su soberbia interpretación de una muda en Belinda (1949) de Jean Negulesco. La buena estrella de la Wyman iba elevándose cada vez más, mientras que la de él declinaba. Ella había ganado un Oscar; él no. Cierta vez la pareja se hallaba mirando la carta en un restaurante cuando el camarero se volvió hacia Reagan y le preguntó: -¿Y qué va a tomar el señor Wyman? La única interpretación sensible y, convincente de Reagan en toda su carrera fue la del disminuido físico Drake McHugh en King's Row, dirigida en 1942 por Sam Wood, y junto a Bette Davis que recordaba años más tarde: “Era un niñno muy tonto. Todos lo llamaban el Pequeño Ronnie Reagan”. Aquella fue toda la vida su película favorita. No se cansaba de castigar una y otra vez a todos sus invitados a cenar, poniéndoles la película. “No podía ni mirar ya aquella maldita película”, exclamaría la Wyman más tarde. Durante los trámites del divorcio entre ambos, Jane Wiman se conformó con afirmar que Reagan se hallaba demasiado inmerso en la política.  La pareja Reagan y Nancy se conoció de un modo muy carca. Durante la caza de brujas anticomunista, Reagan estaba de presidente de un sindicato patriótico y muy significativo. Nancy Davis era una actriz jovencita púdica y conservadora que estaba incluida en una lista de actores acusados de comunistas. La primera cita tuvo lugar cuando él la invitó a cenar y la informó de que se hallaba limpia de toda sospecha (la que figuraba en la lista de comunistas era otra Nancy Davis). Siguieron saliendo juntos y al poco tiempo se casaron. En los primeros años de su carrera Ronnie había sido un demócrata izquierdista; si luego se hizo republicano y más tarde se reveló como el Presidente más derechista del país desde McKinley, en buena medida hay que atribuirlo a Nancy. Patricia Neal, que protagonizó con él tres películas de la Warner, opinó una vez: «Reagan era un hombre liberal cuando lo conocí. Y pienso que lo siguió siendo hasta que conoció a su actual mujer». NancY consideraba a su padrastro, un cirujano de Chicago llamado Loyal Davis, como a su verdadero padre. Se dice que este caballero observaba una conducta «intolerante con las minorías». En 1980, mientras se encontraba en Chicago recolectando fondos para la campaña presidencial, Nancy habló con su marido a través del micrófono y, ante los oídos de una multitud de periodistas, manifestó cuánto le habría gustado que él estuviera allí para ver «tanta hermosa gente blanca reunida». Después de su segundo matrimonio, la carrera de Reagan se vio confinada a un puñado de fiascos serie B. En 1954, iniciaría una segunda andadura en la televisión. «Recuerdo que Ronnie nos pedía a todos que no entráramos a la tele porque era la peor enemiga del cine», cuenta Ann Sheridan. «Pero antes de que pudiéramos percatarnos aparecía en los entreactos en el "General Electric Theater» leyendo anuncios con sus lentes de contacto.» En 1961, Reagan habló en un acto en favor de la reelección del congresista John Rousselot, de la John Birch Society. En 1962, pasó del todo a las filas republicanas. Ese mismo año lo echaron del programa patrocinado por la General Electric porque los discursos que pronunciaba fuera de la pantalla eran demasiado de derechas incluso para el gusto de la compañía. Al poco tiempo de asumir sus funciones de amo de la Casa Blanca, decidió quitar el retrato de Harry Truman. En cuanto se lo permitían los asuntos de Estado, invitaba a sus amiguetes de la antigua pandilla de Hollywood a que se dejaran caer para probar la comida comprada que servía Nancy. Entre los pocos y marchitos elegidos estaban Charlton «Moisés» Heston, Jimmy Stewart, la entusiasta estirada anti-roja Ginger Rogers, Shirley Temple y Claudette «Cleopatra» Colbert, de quien se cuenta que fue una de las primeras en aconsejar a Reagan que invadiera Granada (pues no la ilusionaba en exceso la perspectiva de tener una isla llena de rojos tan cerca de su palaciega finca de Barbados). El conciliador astro de Swing your lady y The cowboy from Brooklyn acabó con programas gubernamentales que beneficiaban a los pobres -desposeyendo así a miles de niños de baja condición social, para costear más bombas nucleares, mientras las reducciones de impuestos corporativos se aseguran de que sus ricos seguidores sean cada vez más ricos. Su desprecio por las medidas ambientales hizo que su administración fuera la más «tóxica» de la historia de los Estados Unidos. (En una alocución radiofónica de 1979, Reagan llegó a afirmar que la polución atmosférica no proviene de las chimeneas o os escapes de los coches, sino de las plantas y los árboles.) Hizo añicos la política de entendimiento llevada por anteriores administraciones y volvió a convertir al Tío Sam en el policía del planeta, utilizando la CIA para fomentar la guerra contra Nicaragua. Durante la invasión a Granada, instituyó un control de prensa sin precedentes en el país. Ha insultado a un gran número de ciudadanos reiterando que el movimiento antinuclear está dirigido por el comunismo internacional. Sus «teorías demoníacas» sobre la Unión Soviética nos colocaron al borde de una conflagración con Rusia. A la luz de su angustiosa política armamentista, los títulos de muchas de sus películas adquieren fulgor peculiarmente sombrío: Accidents will happen, Código del hampa, Amarga victoría y Nine lives are not enough.