"Érase una vez en... Hollywood"

"Érase una vez en... Hollywood"

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El argumento: La película se centra en el panorama cambiante de Hollywood a finales de los años 60, cuando la industria empezaba a olvidarse de los pilares clásicos. La estrella de un western televisivo, Rick Dalton, intenta amoldarse a estos cambios al mismo tiempo que su doble. Sin embargo, la vida de Dalton parece que está ligada a sus raíces de Hollywood, puesto que es vecino de la actriz y modelo Sharon Tate, que acaba siendo víctima de la familia Manson en la matanza de agosto de 1969.

Conviene ver: "Érase una vez en... Hollywood" es el esperado proyecto del director Quentin Tarantino que, después de reinventar en cierta manera la opresión nazi y su peso histórico en “Malditos bastardos”, y explorar el western con “Django desencadenado” y “Los odiosos ocho”, cintas en los que no ha tenido reparos en aunar cierto estatus de autor sin renunciar al espíritu gamberro de sus primeros trabajos, ahora nos lleva a Los Angeles en 1969, un año convulso por un hecho luctuoso que en cierta manera rompió la inocencia de ese ecosistema irreal y creado en la apariencia, así como la irrupción de la cultura hippy y la muerte de la época de esplendor del cine musical o el western ante un público que abrazaba los nuevos estilos en una década que se abría con más rapidez que todos los avances del anterior siglo con una celeridad que tiempo después no ha parado de seguir creciendo. “Érase una vez en… Hollywood” es un proyecto ambicioso por parte de Tarantino que derivó de ser un título que se adentrara en la figura de Charles Manson y en los eventos del verano de 1969 para después expandir el arco y que ese sólo fuera uno de los hechos que sirvieran de contexto temporal a una historia que se centra en la nostalgia de unos años y en la cierta soledad en la que viven tres personajes que pueblan ese universo tan impersonal como adictivo en el que el deseo de fama se convierte sobre todo en una necesidad vital. Es el caso de Rick Dalton, una estrella del western televisivo, y su fiel amigo y doble de acción, que tendrán que adaptarse en una industria que no lo pone fácil, con la ayuda interesada de los agentes que intentan sacar provecho de ello, teniendo Dalton como nuevos vecinos a Roman Polanski y su mujer Sharon Tate, actriz que ansía que más allá de su físico se le valore por sus dotes interpretativas. Precisamente es en la parte humana del relato en la que el director logra grandes momentos como en las lágrimas de Dalton ante el reconocimiento de una niña actriz ante su trabajo o Tate viéndose con orgullo e ilusión en la pantalla.

“Érase una vez en… Hollywood” es un retrato oligofrénico lleno de ironía y mala leche de un Los Angeles en 1969 en una industria llena de vaivenes y centrada en tipos tan peculiares como necesitados de reconocimiento. Eso es lo que inunda los 165 minutos de duración en el que el guion es el problema de la cinta con un Tarantino más evasivo que rotundo en el que las dos primeras horas apabulla con un gran número de referencias musicales, sociales (la guerra de Vietnam o el auge de las sectas) y culturales (los fans del eurowestern disfrutaran todos sus guiños cinéfilos así como las de la serie B que van del cine de Sergio Corbucci o el español Romero Marchent a la película "La mansión de los siete placeres" en la que participó Sharon Tate) siguiendo por separado a los tres personajes perdidos en su definición en pantalla. Es ahí cuando se encalla y no termina de enganchar con largos momentos como el día a día poco atractivo del personaje de DiCaprio en el rodaje de un nuevo western (echando de menos a la añorada montadora del director, Sally Menke) pero la cinta justo en ese momento se eleva cuando Tarantino pone toda la carne en el asador sacando su lado más gamberro y desmadrado en una locura de último acto con excesos, fuego y el ritmo desatado volviendo a jugar con el recurso de la desmitificación que le permite hacer su cine, sus propias historias y la interpretación que quiere darle a las mismas mostrando la causalidad del caprichoso destino en el que un acto inocente y puntual puede alterar cualquier otro giro de la Historia como ya hizo con el cine ardiendo de “Malditos bastardos” o con la aniquilación de los blancos supremacista por los negros esclavistas en “Django desencadenado”. Una comedia negra que precisamente con ese final logra demostrar su maestría mientras que cualquier otro hubiera terminado haciendo cualquier patochada que se hubiera cargado el conjunto intentando ir de novedoso y desenfadado.

No estamos ante una película de Oscar para Tarantino sino ante un imperfecto entretenimiento de un director que se nota que se lo pasa en grande y en el que se echa de menos mayor cohesión e interacción entre los personajes, siendo DiCaprio el rey de la función permitiéndose sacar el lado más excéntrico y casi desquiciado del personaje lo que provoca que, frente a otras calculadas interpretaciones, DiCaprio demuestre que es mucho mejor interprete cuando se le da rienda suelta como se ha visto en sus dos trabajos para el director. Más discretos un Brad Pitt como contrapunto desinhibido y molón pero a la sombra del aura de DiCaprio y una Margot Robbie de la que se esperaba mayor peso en la película pero que capta bien el espíritu de esa actriz en ciernes que busca que la tomen en serio. A destacar su galería de rostros conocidos disfrutona pero confusa entre los que sobresalen nombres como un impecable Al Pacino, que demuestra como agente del personaje de DiCaprio el oficio y carisma que tiene el veterano actor, Emile Hirsch como el peluquero confidente de Sharon Tate, así como casi cameos de Bruce Dern, Damian Lewis, Timothy Olyphant, Dakota Fanning, Luke Perry, Kurt Russell, Margaret Qualley, Lena Dunham, Scoot McNairy, Michael Madsen o Rafal Zawierucha como Roman Polanski, Mike Moh como Bruce Lee o Damon Herriman como Charles Manson. Posiblemente la película del verano, más apreciable para fans del director y cinéfilos que para el espectador ocasional, ante el factor de expectación, estrellas y un Hollywood (que aunque pase por las manos de la mente perversa e imprevisible de Tarantino) siempre tiene su interés en pantalla cuando el propio cine se mete y se permite jugar, divertirse y criticar sus entretelas con el cine como refugio emocional y modo de vida.

Conviene saber: La novena película de Quentin Tarantino compitió en el Festival de Cannes 2019 que supuso el regreso a la competición de Quentin Tarantino una década después de “Malditos bastardos” y con una Palma de Oro para “Pulp Fiction” hace 25 años.

La crítica le da un SIETE

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Señor Kubelick
Señor Kubelick
4 años atrás

Obra maestra. La película más profunda, tierna y madura de Tarantino. No es para amantes de su cine, es para amantes del CINE, con mayúsculas.
Y por favor, que película ha visto la gente que dice que la Sharon Tate de Robbie tiene poco peso? Es el alma absoluta de la película, todo gira en torno a su presencia, de una forma absolutamente brillante.

Por cierto Margaret Qualley no tiene un “casi cameo”, tiene el tercer papel con más metraje y diálogo de la película.

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