Mao

"Mao: La historia desconocida"

El cine chino está muy lejos de reflejar las miserias y crímenes que transformaron al país en una potencia en manos del dictador Mao Zedong (Mao Tse-tung). Hace 50 años que Mao firmó "El Manifiesto contra las Artes" que definió la gran purga que conocemos como "la revolución cultural"; hace ya más de veinte años que "¡Vivir!", la película de Zhang Yimou, ganó el Gran Premio en Cannes, y hace menos de dos años el partido único reinició el camino para "reeducar" a sus artistas, haciéndoles pasar al menos un mes en el campo o en zonas mineras para "conseguir" inspiración. La inspiración no incluye exponer en las pantallas la responsabilidad de los líderes maoístas, y en particular del propio Mao, en la mayor hambruna de la historia de la humanidad provocada por la ambición. La comunidad china en el extranjero no ha alcanzado el poder necesario para compensar esta ausencia cinematográfica, y solo la literatura ha ofrecido parte de la historia a los occidentales. El retrato de Mao y su cadáver siguen imperando en la plaza de Tiananmen, en el centro de la capital, mientras el régimen se declara heredero de Mao y se esfuerza por perpetuar el mito entre su pueblo.