NANUK, EL ESQUIMAL TÍTULO ORIGINAL: Nanook oí the North. PRODUCCIÓN: Révillon Fréres, para Pathé Ex-change (Canadá, 1920-1922). DIRECCIÓN Y GUIÓN: Robert J. Flaherty. FOTOGRAFÍA Y MONTAJE: Robert J. Flaherty. AYUDANTE: Thierry Mallet. INTÉRPRETES: Nanuk (el esquimal), Nyla (su mujer), Allee (su hijo mejor), Cunayou (la hermana de Nyla) y la tribu de esquimales. BLANCO Y NEGRO - 81 MINUTOS. Obra maestra y pionera del cine documental, realizada por el principal autor de este género y poeta de la imagen pura, Robert Joseph Flaherty. Nacido en Iron Michigan (1884) y de origen irlandés, Flaherty fue explorador del Gran Norte canadiense y cartógrafo antes de dedicarse al cine. Hoy, a pesar de su escasa obra (siete películas), está considerado como uno de los genios del Séptimo Arte. Tras rodar hacia 1916 un primer documental sobre la vida de los esquimales, Esquimo, en la región de la bahía de Baffin con una cámara Bell &: Howell, el negativo se le quemó al montarlo. Pero seguidamente, la compañía de pieles Révillon Fréres le financió el que sería su primer largometraje magistral: Nanook of the North, fruto de su nueva convivencia con una familia esquimal durante 15 meses cerca de Port Hurón, en la bahía de Hudson. El propio cineasta canadiense manifestaría así su voluntad de expresión como documentalista: «Me parece necesario trabajar sobre una materia poco conocida, en medio de pueblos con costumbres completamente diferentes a las nuestras. Si el argumento es poco habitual, apasionante, nuevo, la cámara podrá contentarse con los efectos más simples. Por eso he realizado mis trabajos dentro de un sentido etnológico. Estoy convencido que uno puede descubrir un atractivo, una dignidad, una cultura, un refinamiento que ignorábamos en otros pueblos asentados por las circunstancias fuera de las condiciones habituales. (...) Cada vez que emprendo un film dentro de un país que conocemos mal, procuro por estos pueblos la misma simpatía, el deseo de trasladar una pintura exacta y favorable. La cámara es un súper-ojo que capta todos los matices de las sensaciones y los movimientos. Gracias a ella, el ritmo es una verdadera música». Con secuencias tan antológicas como la construcción del iglú -la sencilla casa del protagonista, que está considerada como una de las más bellas de la historia del cine-, la caza de la morsa, la impresionante tormenta de nieve o cuando el esquimal escucha el fonógrafo, Robert J. Flaherty ofrece un original relato sobre la condición humana y su relación con la Naturaleza, temática que sería una de las constantes de su obra. Por eso, el coetáneo Georges Sadoul concluyó su breve ensayo sobre el film con esta valoración crítica: «Una de las virtudes de Flaherty fue esperar con paciencia infinita los buenos momentos para tomar un gesto o un suceso naturales. Fue el inmenso éxito universal de Nanook el que, en todo caso, determinó el arranque del documental en el mundo entero, y su influencia en todos los países, incluido la URSS, donde sin embargo Vertov se lanzaba por vías diferentes». (Cfr. Dic-tionnaire des films, París, Seuil, 1965, pp. 166-168). Por su parte, el historiador Manuel Villegas López añadiría: «Esta película es una de las más extraordinarias experiencias que el hombre ha realizado con el cinema, este nuevo medio de expresión. No sólo por la manera en que el film está realizado, como obra de un aficionado, y el descubrimiento que éste acabó por hallar a través de tantas dificultades, sino especialmente por el avance logrado en tantos órdenes: artístico, sociológico, puramente cinematográfico... Aquel hombre, explorador de las regiones árticas, buscador de minas, rastreador de zonas peleteras, enamorado sobre todo de la gran aventura frente a la naturaleza virgen, descubrirá con esta película uno de los campos más fecundos, extensos y puros del cinema: el documental y sus procedimientos de trabajo. Y con ello va a realizar, casi espontánea e intuitivamente, una de las grandes obras de arte fundamentales del cinema. Nanuk, el esquimal es un tema de extrema sencillez, y éste constituye su primer y esencial mérito. Son una serie de escenas, una tras otra, sin una ligazón visible, pero que tienen el trazo común y profundo de relatar la autenticidad de unas vidas. (...i Fue el triunfo de la sencillez y la autenticidad, contra aquellos argumentos casi siempre melodramáticos y retorcidos que privaban en el cinema para el gran público. Fue algo concreto y decisivo lo que se impuso para siempre en el cinema: la dramatización de la realidad». (Los grandes nombres del cine, II, Barcelona, Planeta, 1973, pp. 245-248). Finalmente, a causa del referido éxito mundial del film (el protagonista, Nanook, murió de hambre al poco del estreno), la Paramount -que había rechazado su distribución (acometida por la Pathé)-, encargaría al maestro Flaherty su siguiente documental novelado: una película sobre los habitantes de Samoa que tituló Moana (1925), un canto a la vida de Polinesia que despertaría escaso interés entre los espectadores de aquellos años. JMCL