Vince Fago, un encantador y dulce dibujante (los conejos eran su animal de cómic distintivo), fue uno de los editores de Pat en la empresa de cómics para la que trabajó con más regularidad al regresar de México, una empresa llamada Timely Comics. Timely tenía oficinas en uno de los edificios más famosos de Nueva York, el Empire State Building. Durante la Segunda Guerra Mundial, Vince Fago era el encargado de contratar a los guionistas free lance de Timely y de vez en cuando iba a dar un paseo o a tomar un café con su guionista free lance Patricia Highsmith. Fue para Vince para quien Pat escribió las sangrientas aventuras del Matajaponeses Johnson y las hazañas llenas de acción de Destroyer. («The Destroyer» fue una historia que se publicó durante mucho tiempo en numerosos cómics; entre sus otros guionistas estuvieron Otto Binder y Stan Lee.) Pat, con la ambición que la caracterizaba, había abordado a Vince Fago en su despacho para pedirle trabajo. «Vino a hablar conmigo y yo la contraté. Escribía tratamientos, que eran una descripción de la escena, diálogos, efectos sonoros y textos narrativos para cada viñeta. Yo le encargaba historias de entre ocho y diez páginas a una tarifa de entre seis y ocho dólares la página. Era muchísimo dinero para cualquiera. Éramos ricos sin saberlo. En su ochenta y ocho cumpleaños, Vince Fago todavía recordaba muy bien a Pat Highsmith. Fue su «belleza», dijo, lo que primero le llamó la atención; le pareció «impresionante», «guapísima». Pero Vince estaba recién y felizmente casado cuando Pat empezó a trabajar para él, así que decidió presentársela al editor de Timely cuyo puesto estaba ocupando mientras duraba la guerra, Stan Lee. Lee, que hoy en día es conocido en todo el mundo como la imagen pública de Marvel Comics (Timely acabó convirtiéndose en Marvel) y como el padre del imperecedero superhéroe Spiderman, era entonces un joven soldado del Ejército de Estados Unidos que había vuelto a Nueva York de permiso. Vince Fago llevó a Lee a casa de Pat, «cerca de Sutton Place», con la esperanza de «emparejarlos». Pero el destino no quiso que la futura creadora del talentoso Mr. Ripley saliera con el futuro impulsor del nacimiento de Spiderman. «Stan Lee –dice Vince Fago– sólo estaba interesado en Stan Lee», y Pat no admitía exactamente cuáles eran sus verdaderos intereses sexuales. Lee, que culpa al deterioro de su memoria y a su «mente brumosa», sólo recuerda el nombre de Pat de aquel episodio. Leon Lazarus, un editor adjunto de Timely para quien Pat escribió algunos cómics románticos a finales de los años cuarenta, la recordaba como «una persona callada y discreta; una mujer muy inteligente» que entraba y salía de las oficinas de Timely como un fantasma; entregaba sus guiones dejándolos en su mesa y después desaparecía. Lazarus también creía recordar un elogio que había recibido Pat: dijo que, en su duradera columna periodística «My Day» (1935-1962), Eleanor Roosevelt había mencionado que había estado leyendo Extraños en un tren precisamente mientras viajaba en un tren y que le había gustado la novela. Y, continuaba Lazarus, «de inmediato todo el mundo fue a comprar [el] libro porque Eleanor Ro-osevelt lo había recomendado.»