Lo fuerte de Thalberg era el drama, pero era admirador de los Marx y, a pesar de la resistencia de Louis B. Mayer –posiblemente motivada por lo que detestaba Mayer cualquier cosa en las películas que pudiera llamar la atención sobre sus orígenes judíos–, los hermanos fueron contratados por el estudio que tenía «más estrellas que las que hay en el cielo». El resultado fue A Night at the Opera (Una noche en la ópera). Se han contado muchísimas historias acerca de la relación entre los hermanos e Irving Thalberg, y la primera relata que él les dijo lo floja que era su última pe lícula. «Eso me molestó un poco –contó Groucho a Richard Anobile–, ya que a mí me parecía que Sopa de ganso era una película muy divertida y así se lo dije. “Sí –dijo él–, eso es cierto, pero al público no le importan nada tus amigos. Puedo hacer una película con vosotros que provocaría la mitad de las carcajadas que las de la Paramount, pero sería más efectiva porque el público tendría más simpatía hacia vosotros.”» A los hermanos no les debió gustar mucho que este joven judío les dijera a unos judíos mayores cómo se hacían las cosas. Pero Thalberg era el mejor contacto posible. Se tragaron el orgullo y se pusieron a trabajar. Tuvieron una especie de revancha más tarde cuando, al tener que estar esperando durante horas en el vestíbulo mientras Thalberg se ocupaba de otros asuntos y hasta su secretaria se había marchado ya, empujaron los archivadores metálicos del magnate contra la puerta y le encerraron en su propio despacho. En una reunión posterior, cuando él les dejó a media conferencia para ir a otra reunión, los hermanos mandaron al botones del estudio a por patatas y encendieron un fuego de troncos en su santuario. Groucho recordaba: «Cuando Thalberg volvió nos encontró a todos desnudos ante el fuego crepitante, asando patatas sobre las llamas. Se rió y dijo: “¡Un minuto, chicos!” Entonces telefoneó al botones y le dijo que trajera mantequilla para las patatas. Nunca volvió a pasarse con nosotros.» ay una docena de diferentes versiones de este hecho, algunas de las cuales describen a los hermanos quitándole los pantalones a Thalberg, un crimen de lesa majestad al que no se hubieran atrevido. Lo que estas historias revelan es la frustración reprimida de los hermanos al tener que aceptar, por única vez en sus carreras, un árbitro final de sus guiones e interpretaciones que les superaba, y al que tenían que someterse. Se tragaron su orgullo y lo aceptaron porque, cuando Thalberg te sonreía, ibas a acabar el día con bastante más de una moneda de cinco centavos en el bolsillo. Una noche en la ópera es la primera obra marxista cuyo progreso, debido al celo archivero de la MGM, podemos seguir desde los inicios hasta el producto final, con una advertencia crucial: una misteriosa e irritante omisión que señalaremos por el camino. Contrariamente a los archivos de la Paramount, que incluyen principalmente tres guiones de diferentes momentos, más un perfil general, la MGM suministró a la Biblioteca de la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas montones de versiones del guión y documentos. Esto nos permite explorar la historia del desarrollo, apreciar todo el peso de los esfuerzos y energía, por no hablar de la confusión, que Thalberg aportó a un guión de los hermanos Marx. La innovación crucial, que supone una diferencia radical, fue la decisión de probar episodios seleccionados y borradores de las versiones del guión ante público real, en una gira al viejo estilo de los vodeviles. Groucho dijo que había sido idea de los hermanos pero, según Joe Adamson, el propio Thalberg había experimentado con público real durante los ensayos de las primeras películas sonoras. Fuera de quien fuese la idea, fue rápidamente puesta en la pizarra y el primer “sketch de vodevil” comenzó a salir de las máquinas de escribir el 28 de diciembre de 1934.