PRICE ESCRITOR Sin duda, Vincent Price era un hombre del Renacimiento, un tipo con variadas inquietudes, las cuales, afortunadamente, pudo ir satisfaciendo a lo largo de toda su vida. Experto en arte, talentoso actor de teatro, cine, televisión y radio, también la escritura le atrajo desde muy joven, cuando emborronaba cuartillas con poemas temblorosos. Además de sus artículos en “Chicago Tribune” y otros periódicos y revistas, en 1959 publicó su primer libro, “I Like What I Know” (Nueva York, 1959), una autobiografía donde presta especial atención a su vida en el arte, retrocediendo a sus primeras adquisiciones, a aquel viaje europeo del que hablamos al principio, a su trayectoria como marchante... El pro pio Price define así este volumen: «La mayoría de los libros de arte (y este no es uno) tratan la fecha de nacimiento del artista, sus antecedentes, su maestro y ofrecen descripciones interminables y detalladas de su trabajo. Yo quiero que el lector se pregunte cómo me he cuestionado a mí mismo, en mi deseo de conocer el arte del pasado y, al mis mo tiempo, acepte y conozca el arte de hoy y esté preparado para el arte del mañana». Poco después, su amor por los animales le llevó a escribir “The Book of Joe: About a Dog and His Man” (Nueva York, Dou ble day, 1961), ilustrado por Leo Hershfield y dedicado a su perro Joe y a otros anima les de la familia. Junto a su esposa, Mary Grant, con la que compartía una enorme afición por el arte y la gastronomía, editó un extraordinario libro de lujo, una “Biblia” que se convierte en libro de arte al estar ilustrada con 121 láminas de Michelangelo, especialmente de instantáneas de la Capilla Sixtina, reproducciones de una enorme calidad realizadas por el artista suizo Albert Skira. Con “The Holy Bible” (Tho mas Nelson & Sons / Sears, Roebuk and Co., 1964), el actor conmemoraba los cuatrocientos años de la muerte del insigne artista italiano. Las ilustraciones tienen textos del propio Price, que estaba muy orgulloso del resultado: «Me siento privilegiado de haber ayudado a producir este trabajo (…) Esperamos poder ayudar a restaurar la Biblia en el centro de todos los hogares». Tras la buena acogida de este libro, los Price colaboraron juntos en otros proyectos, esta vez dedicados a otra de las grandes aficiones del actor: la cocina. En “A Treasury of Great Re cipes” (1965), el matrimonio recopila las mejores recetas que habían podido disfrutar en sus viajes por el mundo, concretamente en nueve países: Dinamarca, Es paña, Estados Unidos, Francia, Holanda, Gran Bretaña, Italia, Méjico y Noruega: «Cuando llegamos a casa de cualquier viaje tratamos de traer algo de ese lugar con nosotros, incluyendo los menús de los restaurantes y las recetas. A veces ha habido algún aspecto de un lugar que nos ha hecho sentir que podíamos hacer algo más para decorar nuestra casa al regreso, para que nos recordase a aquel lugar. Así llegó un día que llegamos a casa y se nos ocurrió: “Qué bonito sería si pudiéramos hacer una comida como la que hicimos en ese pequeño y viejo restaurante de España”». Dentro de esta línea gastronómica publicaron “Come Into the Kitchen Cook Book. A Collector’s Treasury of America’s Great Recipes” (New York, Stravon Educational Press, 1969), ahora centrándose en las recetas americanas y dividiendo el libro en etapas históricas: la América victoriana, la República, el Oeste, la América moderna… Vincent siguió indagando sobre cocina y arte, pero en 1981 se desmarcó de estos dos temas para centrarse en uno muy ligado también a él: el terror. Publicó “Monsters” (Grosset and Dunlap), junto a su hijo, V. B. Price, un volumen dedicado a los personajes del terror (desde los más humanizados a los más tecnológicos pasando por los sobrenaturales): «Los monstruos somos nosotros. Han sido homólogos y compañeros de la raza humana desde sus inicios, reduciendo el terror a lo desconocido al darle forma y proporcionando receptáculos para la proyección de la maldad y la agresividad». Como se puede comprobar en este entrecomillado, en su libro los Price profundizan en el significado de los monstruos y su aportación a la sociedad, ya que estos se encargan de personificar los miedos del ser humano.