Barbara SHELLEY 15 agosto 1933, Londres, Inglaterra, Reino Unido. Barbara Emperatriz de la Hammer disfruta del reconocimiento unánime de legiones de fans de la Casa del Horror. Lejos de la carnalidad de Caroline Munro o Ursula Andress, Barbara Shelley encarna la belleza exquisita de lady británica impecable a la hora del té. Puro hielo refinado. Cuando la película lo exige, Terence Fisher mediante, se encarna en catalizador desbordado de las pulsiones subterráneas que tan bien supo mostrar en vicioso Technicolor la productora británica. Antes de ser una de las vampiras más hermosas del cine, Barbara fue modelo de pasarela en su tierra natal y en Italia. Debuta en el cine con el nombre de Barbara Kowin- a las órdenes de Fisher en Mantrap, intriga correcta que no presagia los futuros logros del director con los mitos clásicos del terror. Las intenciones de labrarse un nombre en Inglaterra no fructifican y Barbara vuelve a Italia interviniendo en películas menores. Gracias al jefe de la productora Rank –los famosos estudios del forzudo del gong–, regresa a Inglaterra con Cat Girl, variante menor de La mujer pantera, interpretando a una chica que arrastra una ancestral maldición familiar; gente felina también, como en el clásico de Tourneur. En La sangre del vampiro,uno de sus primeros papeles en el género fantástico, ya crea un icono encadenada en una mazmorra vestida de encaje victoriano y sometida a los experimentos del doctor Callistratus. Dos años después aparece en otro clásico, El pueblo de los malditos, esposa de George Sanders, atormentada sin entender de dónde ha salido el monstruito que tiene por hijo. En La gorgona, hermosa historia de terror mitológico trasladado a la bruma centroeuropea, es la enfermera Carla, mujer sin pasado ni raíces, maldita también cuando sale la luna llena. El resultado es una estupenda intervención dramática: un personaje frágil y enamorado, condenada a desaparecer por su carga terrible. Nemera, la última de las górgonas. Si La gorgona le permite demostrar talento dramático sin ocultar su belleza, en Drácula, príncipe de las tinieblas explota la vertiente carnal en un papel a la medida. Barbara es una recatada y estirada esposa victoriana, invitada accidental con su marido y cuñados de Drácula. La puritana esposa se convertirá en una vampira rebosante de sensualidad. Es destacable su conversión física: tapada hasta el cuello y con el pelo recogido en un moño, pasa a lucir vestida de gasa transparente y escotada con el pelo suelto por los hombros. En la escena donde el Padre Sandor y sus acólitos acaban con ella, la actriz jadea y gruñe como un animal apresado, tumbada sobre una mesa sujetada por los monjes. El significado de la escena y la mirada de la vampira a la estaca es un momento que rebasa el género para convertirse en tratado sobre los prejuicios humanos acerca del deseo y la represión. Es la cima de la actriz. Nunca volverá a aparecer tan bella y atractiva. Encarna a la dama de compañía de la zarina en Rasputín; otro papel de similares características: mujer de apariencia fría presa de la pasión al ser seducida por el monje. Aunque su interpretación es excelente y la escena de la seducción muy bien narrada, el impacto ya no es el mismo. Regresa en otro clásico de la productora: ¿Qué sucedió entonces?, tercera parte de la saga Quatermass. Secretaria del doctor con escena incluida de desmelenamiento erótico a causa de los extraterrestres telepáticos. Los avispados capitostes de la productora vieron cuál era su marca de fábrica y decidieron sacarle tajada. Desgraciadamente, la actriz deja el cine y se retira de forma progresiva a la televisión. Cansada del mundo del espectáculo, también se aleja del medio para dedicarse a su vida privada.