Míldred Pierce (en España "Alma en suplicio" y en Argentina "Abnegación de mujer") Película de cine negro dirigida por Michael Curtiz. Basada en la novela homónima de James M. Cain, escrita en 1941, y localizada en Los Ángeles de los años 30. Joan Crawford ganó el Oscar a la Mejor Actriz de 1945 por interpretar a esta madre de clase media que intenta ganarse la vida en plena depresión de los años treinta, tras ser abandonada por un marido arruinado, que deja en sus manos a dos hijas. Tras mucho buscar, por fin encuentra un trabajo como camarera, aunque sienta que no es un trabajo acorde con su posición social (al menos la que ella desea), por lo que se lo oculta a su orgullosa hija adolescente, Veda. Entre tanto su ex marido le confiesa que la engañaba y su hija Ray muere de neumonía. Míldred se ve abocada a comprar un local cuyo propietario es Monty, un empobrecido noble de origen español que parece enamorarse de ella. Con ayuda de un inmobiliario amigo (Wally) y de una amiga camarera, el negocio es un éxito y su nivel de vida sube extraordinariamente. Pero poco después, su hija le confiesa que desprecia su trabajo, y que Monty realmente la quiere a ella. Su madre la echa de su casa. Con el tiempo se casa con Monty y su vida parece ir viento en popa. La Warner no quiso invertir nada hasta estar seguros de que se autorizaría el rodaje de un texto que tenía un contenido sexual muy fuerte. Tras muchas dificultades, tratamientos y guiones, se compraron los derechos. Curtiz tuvo muy claro qué tipo de actriz buscaba para el papel de Míldred, alguien creíble, real, sin artificio ni glamour, que pueda parecer que ha surgido de los suburbios angelinos. Bette Davis parece la más adecuada, pero se niega a interpretar un “melodrama de los de harapienta -a-rica” aunque la verdad es que no quiere “soportar el trabajar de nuevo con Curtiz”. Tras ella se barajan los nombres de Ida Lupino y Ann Sheridan, aunque el único realmente tomado en consideración es el de Rosalind Russell. Joan Crawford es en ese momento una de las desposeídas reinas de la MGM, tras ser durante años una de las mayores fuentes de ingresos de la productora del león, pero desde que en 1938 fuese catalogada como “veneno para la taquilla” su posición de privilegio se había ido deteriorando hasta concluir con su salida de la MGM en junio de 1943. Jack Warner la había contratado de inmediato pero tras casi año y medio en el estudio sólo había hecho un papel breve y la inversión se estaba revelando ruinosa. Crawford acaba de casarse por cuarta vez, tiene dos hijos adoptados, está ilusionada con el reto de ser madre y superar tanto sus problemas de infancia (sólo había visto una vez en su vida a su padre biológico) como su imposibilidad física de tener hijos. Míldred es un papel poderoso y diferente que le puede hacer regresar a la cumbre del estrellato. Curtiz, que la conoce, le espeta a Jack Warner: «¿Yo dirigir a esa perra temperamental? ¡No en tu maldita vida! viene aquí con su aire esnob y sus malditas hombreras. No trabajaré con ella. Está terminada, acabada. ¿Por qué debería gastar mi tiempo dirigiendo a una reliquia?» Sin embargo consiente hacerle una prueba cuyo resultado es brillante y, aunque prefiere a Bárbara Stanwyck, Curtiz acepta dirigirla no sin antes dejar claro que espera de ella una actitud y una interpretación distinta de las que utilizaba cuando era estrella de la MGM. La primera escena que se rueda muestra a Míldred en su cocina, antes de la ruptura con su esposo. Crawford se presenta junto a su maquillador personal y con un aspecto nada plebeyo, completamente opuesto a lo que Curtiz había hablado con ella, el momento es recordado por un testigo: «Mike echó un vistazo, cogió una caja de Kleenex y le limpió la cara. Joan corrió llorando hacia su vestuario. Mike le ordenó a su maquillador que regresase con el rostro de una mujer que trabaja para vivir.» La propia Crawford tampoco olvidará sus primeros enfrentamientos con Curtiz: «Para mis primeras escenas el estudio había diseñado algunos vestidos de algodón. Mr. Curtiz dijo NO, parecían demasiado elegantes. Fui a Sears por mi cuenta y compré el tipo de vestidos caseros que pensé vestiría Míldred. Cuando llegué al plató para las pruebas de vestuario Mr. Curtiz caminó hasta mí gritando, ‘Tu y tus malditas hombreras de Adrian. ¡Apestan!’. Y rompió el vestido desde el cuello hasta el dobladillo. ‘Mr. Curtiz’, sollocé, ‘He comprado este vestido esta mañana por dos dólares y noventa y ocho centavos, no tiene hombreras’, y corrí hacia mi vestuario llorando. El ayudante de dirección me siguió. ‘No dejes que te haga daño, Joan. Ésta es la forma en que le gusta comenzar una película, y te crucificará si le dejas. No le dejes’. Una actriz amiga me contó lo mismo, que acababa de terminar una película con Curtiz y tenía los nervios destrozados.» No habrá más roces durante el rodaje y Curtiz quedará tan encantado con el trabajo de una mujer a la que consideraba como una “reliquia” antes de coincidir con ella, que al terminar la fiesta de cierre de rodaje, se dirigió al equipo y dijo: «Cuando acepté dirigir a Miss Crawford creí que iba a ser obcecada como una mula y me convencí de ser muy duro con ella. Ahora que me he dado cuenta de lo dulce que es, y cuan talentosa y profesional es, retiro incluso el haber pensado esas cosas. Crawford le respondió agradecida con el regalo de un par de hombreras gigantes de Adrian. Tal y como recordará, «es un genio de la dirección, pero tienes que ser un maestro de la comedia para llevarte bien con él». La actriz, le deberá no sólo los reconocimientos profesionales que se avecinan sino el renacimiento de su carrera hasta que el tiempo la reduzca a producciones menores. Años después le definirá como «uno de los cuatro verdaderos grandes directores con los que trabajé». Ficha técnica País(es) Estados Unidos Año 1945 Duración 109 minutos. Productora Warner Bros. Dirección Michael Curtiz Guión Ranald MacDougall y Catherine Turney Música Max Steiner Fotografía Ernest Haller Reparto Joan Crawford, Jack Carson, Ann Blyth, Zachary Scott, Eve Arden, Bruce Bennett, Veda Ann Borg, George Tobias.