Pepi escribe sobre sí misma 
No me gusta hablar de mí. No es que vaya de hermética, es que me aburre. Prefiero hablar de los   demás. Chismes, a ser posible. Sé que en la película doy una imagen bastante superficial, pero no me   importa. Ya no trabajo en la agencia de publicidad. Era demasiado grosera para el gusto de los   clientes. Ahora llevo un consultorio sentimental en una revista semanal modernísima. Me escondo tras   el seudónimo de Doña Lola Mento. Os contaré mi último caso por si no encontráis la revista en el   quiosco.
Remitente: Una siamesa con problemas.
Querida y estimada Doña Lola Mento: Antes de nada quiero felicitarla por su maravilloso consultorio. Espero que Dios le conceda muchos   años de vida para 1.11 que pueda seguir prestando ayuda a tantas jóvenes descarriadas que, como yo, acuden a usted en   busca de consejos. Sin más preámbulos, paso a exponerle mi caso.
Tengo una hermana siamesa, estoy unida a ella por la coronilla y tendré que seguir así toda la vida   pues la ciencia parece incapaz de separarnos. Hasta ahora no ha sido un problema, pues con el   tiempo nos hemos adaptado perfectamente la una a la otra, pero ya hemos cumplido 22 años. Sin   darnos cuenta, nos hemos convertido en mujeres. Es a partir de aquí cuando han empezado mis   dificultades. A esta edad casi todas las chicas tienen novio; sin embargo, a nosotras todavía no ha   habido nadie que nos diga por ahí te pudras. Cada día que pasa crece en mí la necesidad de un   hombre y, en un arrebato de desesperación, me decidí hace unas semanas a salir en busca de uno. De   esto no le dije nada a mi hermana, pero ella es muy dócil y nunca me ha sido difícil engañarla. Fuimos a una cafetería y conocimos a un chico que, desde el primer   momento, me interesó por su presencia y su buena figura. Después nos dijo que además pertenecía a   una buena familia, con lo cual mi interés creció. Para no levantar sospechas, le propuse a mi hermana   que, en vez de confesarle que éramos siamesas, le confundiéramos diciéndole que lo de estar unidas   por la cabeza era una broma nuestra. Así lo hicimos, a él le divirtió nuestra ocurrencia y alabó nuestro   sentido del humor. Como mi familia estaba de viaje, le llevamos a casa. Yo solo deseaba una cosa y   el único problema era mi hermana, que no podía quitármela de encima… Pero encontré la solución   echándole un somnífero en su vaso. El efecto no se hizo esperar; a los pocos minutos, mi hermana se   caía de sueño. Invité al chico a que descansara un poco con nosotras porque había sido un día muy   movido y estábamos un poco cansados. Mi hermana se durmió inmediatamente y nosotros hicimos el   amor cinco veces, lo cual, debo confesar, me satisfizo plenamente. Después me quedé dormida y, a la   mañana siguiente, cuando me desperté, él había desa parecido. De esto hace dos meses. No le hemos   vuelto a ver y yo no hago más que pensar en él. Pero no es este mi único problema, lo peor es que mi   hermana está embarazada de dos meses. Yo al principio no podía entenderlo pero, ante la evidencia,   no me quedó más remedio que sospechar del chico de la cafetería. Además, las cuentas coinciden.   Debió de ser después de que me quedara dormida aquella noche. ¿Qué podemos hacer? Sé que hice   mal dándole a mi hermana el somnífero. Si ella hubiera estado despierta seguro que no se hubiera   dejado violar… Estoy desesperada porque, aunque comprendo que él no se portó como un caballero   con mi hermana, no puedo olvidarle y solo deseo volverle a ver y repetir lo que hicimos aquella noche.   ¿Qué nos aconseja? Respuesta Querida amiga: Lejos de lamentar tu condición de siamesa deberías sentirte contenta y orgullosa. La fraternidad es   uno de los regalos de la naturaleza humana, un regalo que se acrecienta con los hermanos gemelos y   mucho más en tu caso, cuando la unión con tu hermana es incluso física. Alégrate porque nunca   estarás sola, siempre habrá alguien a tu lado dispuesta a ayudarte y compartir tus preocupaciones y   alegrías: tu hermana siamesa. Y tu comportamiento con ella no puede ser más reprobable. En primer   lugar te equivocas al pensar que una mujer, para serlo, necesita a un hombre. No eres un animal, sino   un ser dotado de inteligencia y voluntad, con la cual debes dominar los impulsos irracionales de tu   cuerpo. Esta renuncia es lo que nos hace hombres y mujeres, y no bestias. Lo malo es que, aunque   mejores tu comportamiento, el problema de tu hermana seguirá sin solución. Yo te aconsejaría que buscarais al   chico en cuestión. Id a esa cafetería, preguntadle al camarero si le conoce y cómo podéis encontrarle.   Y una vez hayáis dado con él, explicadle los efectos de aquella noche turbulenta y, si él es   mínimamente responsable, comprenderá que actuó mal y que es propio de hombres corregir sus   errores. ¿Y qué mejor modo de corregirlo que casarse con tu hermana? Tal vez te parezca doloroso   tener que compartir con la pareja su vida marital, pero debes aprender que la vida a veces impone su   propia justicia y nos castiga por nuestras faltas. Pero no debes desesperarte; si te comportas como es   debido, es posible que en el futuro tú también tengas la suerte de encontrar un hombre bueno que   acepte vuestra situación y se case contigo. Deseando que todo se resuelva favorablemente, recibe un   cordial saludo. Lola Mento