A escala nacional, la purga comenzó en Hollywood cuando el Comité de Actividades Antiamericanas organizó su ataque contra la industria cinematográfica. Edgar, que opinaba que en Hollywood se olía el «aire malsano del comunismo», desde el principio desempeñó un papel destacado... en secreto. «Quiero hacer extensiva toda mi ayuda al Comité», dijo a sus ayudantes meses antes de que empezaran las sesiones. Su jefe de agentes en Los Ángeles, Richard Hood, pasó información del FBI sobre personas sospechosas del mundillo del cine. A la cabeza del equipo de investigadores del Comité se encontraba Alien Smith, veterano del FBI muy allegado a Edgar; había también en él muchos ex agentes más. Las sesiones fueron un circo en el que multitud de mujeres que reían tontamente se apiñaban tumultuosamente alrededor de testigos «amistosos» tales como Gary Cooper, Robert Taylor y Walt Disney, que declaró que los comunistas que había en su estudio trataban de usar a Mickey Mouse para difundir propaganda comunista. Una biografía publicada en 1993 reveló que Disney había proporcionado secretamente al FBI información sobre la actividad política en Hollywood. La comparecencia de Lela Rogers, la ex amiga de Edgar, fue memorable. En opinión de Lela, la película Un corazón en peligro, dirigida por Clifford Odets, era muy sospechosa, sobre todo porque en una escena un hijo le dice a su madre: «No vas a trabajar aquí quitándoles el pan de la boca a unas personas que son más pobres que nosotros.» El Comité sacó la conclusión de que Rogers era «una de las expertas en comunismo más notables de los Estados Unidos». Los testigos «hostiles» y los que se oponían a las sesiones del Comité, tales como John Huston, Katharine Hepburn, Lauren Bacall y Humphrey Bogart, recibieron una lluvia de insultos. A los llamados «diez de Hollywood», grupo de artistas que se negaron por principio a decir si alguna vez habían sido miembros del Partido Comunista, los encarcelaron por desacato al Congreso. Al salir, se encontrarían con que su carrera había terminado, pues, para dar coba al Comité, los jefazos de la industria del cine les habían incluido en una «lista negra». El ataque del Comité de Actividades Antiamericanas contra Hollywood duró hasta 1953, y Edgar interpretó un papel punitivo entre bastidores, como el actor Sterling Hayden tuvo ocasión de descubrir. Hayden había estado afiliado por poco tiempo al Partido Comunista y, preocupado por el pasado, escribió a Edgar, por mediación de su abogado, pidiéndole consejo. «Hágalo constar», le aconsejó Edgar, a la vez que prometía ayudar a Hayden, «si surge algún problema.» El actor se apresuró a confesar su locura pasada en una declaración oficial ante agentes del FBI. Para Edgar significó la oportunidad de reanudar la persecución. Lejos de proteger a Hayden, envió su confesión al Comité de Actividades Antiamericanas. El actor fue llamado a prestar declaración y, presa de pánico, nombró a numerosos amigos y colegas que también se habían afiliado al partido. Durante el resto de su vida lamentó haber sido «un soplón para J. Edgar Hoover». El expediente 100-382196 del FBI contiene los datos de un actor poco importante de Hollywood— «1,85 de estatura, peso 79 kilos, ojos azules y pelo castaño»— que se llamaba Ronald Reagan. El futuro presidente, que dedicaba tanto tiempo a las actividades sindicales como a su profesión de actor, formaba parte de la junta de HICCASP, el Comité Ciudadano de Artes, Ciencias y Profesiones, que el FBI consideraba una tapadera comunista. Su hermano Neil, sin embargo, espiaba esa organización por cuenta del FBI, y aconsejó a Ronald que dimitiera. En vez de ello, Ronald también actuó de soplón del FBI. Poco después telefoneó a su hermano a medianoche desde un teléfono público de la hamburguesería Nutburger de Sunset Bou-levard, para informarle de la última reunión del HICCASP. Reagan, que tenía el número clave T-10 de informador confidencial del FBI, llamó a los agentes del FBI para que, al amparo de la oscuridad, acudiesen a su casa, donde les hablaría de las «camarillas» del sindicato de actores que «siguen las directrices del Partido Comunista». Dio el nombre de los actores y las actrices en cuestión y, a propuesta personal de Edgar, volvió a darlos en una comparecencia secreta ante el Comité de Actividades Antiamericanas.