la Trilogía del dólar ha entrado en otro tipo de mítica y en la propia leyenda. Por ejemplo, escojamos un elemento de los más significativos de la trilogía: el poncho. En su día Clint Eastwood dijo que trajo el poncho personalmente de Hollywood. Con el tiempo ha ido modificando esta afirmación para ahora contar que lo escogió personalmente en Roma o Madrid, según la ocasión. Mientras, el diseñador de producción, Carlo Simi, muestra unos dibujos del personaje del "hombre sin nombre" con el poncho...y debajo del boceto el título definitivo de la película, cuando el resto de los diseños llevan marcado los títulos de rodaje de Il magnifico straniero o Ray el magnífico, según se trate de la versión italiana o española. No sería la primera ocasión que un diseñador de vestuario dibuja un boceto después de rodarse una película. Muy sospechoso, pero esa no es la cuestión. Tan sólo es un ejemplo. Para el rodaje de Por un puñado de dólares no había un duro y se utilizó el stock de vestuario existente en las sastrerías de Madrid, y no hubo más. Pero a posteriori todos reconocen la importancia semántica del poncho y quieren atribuirse la genialidad de la elección. E incluso, determinados eruditos señalan que la prenda en cuestión ya estaba en la épica clásica y en los peplums de Leone...¿Arriesgado...?, ¿cierto...?. Y este ejemplo nos lleva a esa idea de la mítica y la leyenda. ¿Realmente pensó Leone desde el principio en hacer una trilogía?. El propio Leone después dijo que sí, pero la primera de las películas surge como un remake, la segunda de un tratamiento que el productor Alberto Grimaldi tenía en un cajón, y la tercera como una respuesta rápida e improvisada a la United Artists para asegurarse el adelanto de otro rodaje...¿Entonces?. Y sin embargo ahí están desde el principio las obsesiones de Leone, como esos "triduelos", los duelos circulares... Los hallazgos. ¿Fue realmente un sleeper Por un puñado de dólares?. ¿No sabían los productores lo que tenían ente manos?. ¿Qué hay de cierto en el supuesto estreno en un cine de mala muerte en Florencia, y su posterior boom...?. Parece ser que nuevamente hay que recurrir a la leyenda para explicarlo. Con la perspectiva del tiempo, Leone señala que siempre vio grandes posibilidades interpretativas en Eastwood, pero lo cierto es que en el momento del rodaje, el ahora astro es el actor que le tocó en gracia, haciéndole poca de la misma, valga la redundancia. De igual modo Eastwood cuenta que una de sus películas favoritas era Yojimbo y que por eso aceptó el papel. ¿Alguien se cree que el Clint Eastwood de 1964, el que tan sólo pasaba del rodaje de su serie a exhibirse en las piscinas de Hollywood, había visto Yojimbo...?, ¿Aquel que decía que si hubiera tenido suficiente dinero nunca hubiese venido a rodar a España?... Permítanme la duda. Y eso que, vaya por delante el mérito de Eastwood y el provecho interpretativo que sacó de él Leone, así como mi enorme admiración hacia ambos. Vuelvo a señalar que así se forjan las leyendas. Y eso no le resta importancia final a lo que nos ocupa, que es la Trilogía del dólar, haya más o menos causalidad, o más o menos casualidad. Alguno de los colaboradores que después han ponderado a Leone, en su día dijeron de él que "no sabía nada sobre el western". Otros que afirman ahora que era muy escrupuloso con las ambientaciones, antes señalaron que no se fijaba en nada de eso. El tiempo cambia el prisma. Ahora que algunos críticos encuentran incluso similitudes entre Leone y Buñuel, no como casualidades sino como intencionalidades, hay que recordar que en Por un puñado de dólares Leone no pudo hacer lo que quiso porque no había medios. Se detuvo el rodaje en varias ocasiones por impago del equipo, del decorado, y del propio protagonista, cuestiones que dirimía el coproductor español llevando in extremis cajas de zapatos con dinero al rodaje. Así era. Una película muy menor a nivel de producción. una más que después se hizo muy grande. Si nos hablan ahora de un rodaje con Eastwood nos aborda directamente un pensamiento idílico, pero lo cierto es que la estrella no tuvo roulotte, ni agua mineral, tuvo que compartir caballo y coche, el único coche de producción con los otros actores. Esa es la verdadera mítica de la Trilogía del dólar, la que le hace grande, fruto de la picaresca mediterránea, de la improvisación española, en la que no caben conjeturas demasiado formales y/o intelectuales como ahora se apuntan. (Extraído del prólogo escrito por VÍCTOR MATELLANO)