Mi experiencia como director de “Variety” duró veinte años, durante los cuales el periódico creció en prestigio e ingresos. Tuve suerte con los tiempos: el final de mi mandato, en 2009, coincidió con la aguda depresión económica que se abatió sobre todo el paisaje periodístico. Mirando atrás, ahora comprendo que los tiempos estuvieron de mi lado tanto en “Variety” como en la Paramount. Cuesta imaginar una época de crecimiento en el periodismo escrito comparable a la de los años ochenta y noventa. Igualmente, hoy sería casi imposible recrear un gran estudio de cine que encarnara toda la temeraria arrogancia que demostró la Paramount en los años setenta. Ahora las fábricas de sueños de Hollywood operan en el contexto de una rígida disciplina corporativa más propia de Procter & Gamble. Los regímenes de los estudios han impuesto la consigna de perpetuar las franquicias tipo Spiderman y Iron Man para consumo de las audiencias globales, no para subvencionar los líos mentales de una nueva generación de Coppolas y Lucas. Hollywood se dedica a crear marcas comerciales, no a alimentar imaginaciones.