Un apasionado por la tecnología como Coppola no podía evitar experimentar con los últimos avances en 3D, el más pujante negocio fílmico a comienzos del siglo XXI, pero el rejuvenecido director no busca dinero, sino aprender y abrir nuevos senderos al lenguaje cinematográfico. Ya años antes jugó con la idea de realizar una versión de 10 horas de Las afinidades electivas, de Goethe, en tres dimensiones. Se sumerge en los prometedores horizontes tridimensionales más seriamente durante Captain Eo, pero en Twixt incluirá sólo dos secuencias de escaso metraje en 3D. Unas grandes gafas aparecen en pantalla para avisar al espectador de la llegada de ambos momentos: la secuencia en la torre del campanario y un exorcismo con riada de sangre incluida. Coppola considera que llevar los anteojos durante toda la película representa un engorro para el espectador y avisa, de forma un tanto tosca, de cuándo es preciso ponérselos. También explora otras posibilidades tecnológicas en busca de una experiencia interactiva. "Lo único que tenemos en vivo actualmente son conciertos, teatro y deportes. Como el cine es electrónico y digital, el director debe cambiar la experiencia para adecuarse a la audiencia", explica. El realizador puede, por tanto, añadir escenas, alargar o menguar secuencias o alterar el sonido en función de las reacciones del público. Cada pase puede convertirse en un espectáculo irrepetible con versiones diferentes, piensa Coppola, y anuncia una gira inminente por treinta ciudades de Estados Unidos para poner en práctica estas opciones que posibilita la tecnología digital, pero no ha vuelto a saberse nada de este ambiciosísimo proyecto.