silenció deliberadamente el nombre del lugar en las cartas que envió. Había decenas de monasterios a los que habría podido ir con la esperanza de encontrar algo extraordinario, pero muchos estudiosos vienen pensando desde hace tiempo que el destino más probable tuvo que ser la abadía benedictina de Fulda. Este monasterio, situado en una estratégica zona del centro de Alemania, entre las colinas de Rhón y el macizo del Vogelsberg, tenía las características que más atraían el interés de un cazador de libros: era antigua, era rica, y en otro tiempo había poseído una gran tradición erudita, aunque en aquellos momentos estaba en decadencia. Si fue a Fulda adonde se dirigió, Poggio debió de encontrar el lugar impresionante. Fundada en el siglo VII por un discípulo del apóstol de Alemania, san Bonifacio, la abadía gozaba de una independencia insólita.