A los doce trató de rodar su propia versión de King Kong. «Siempre quise hacer el remake», recuerda, «y cuando tenía doce me puse manos a la obra». Llegó a hacer una maqueta del gorila con alambre y goma. Le pidió a su madre que le permitiera despeluchar una piel de zorro que tenía para ponerle pelo a su creación. «Era de ésas que se colocan alrededor del cuello, pero es que ella nunca la usaba», recuerda. «Todavía guardo el muñeco, aunque se está descomponiendo un poco».