«Un joven de 23 años que todo lo que desea es hacer películas. Siempre he tenido mucho interés en las películas, especialmente en las de terror y fantasía. Todo lo que sean efectos especiales han tenido una gran fascinación para mí desde que a los cinco años vi por televisión el programa de marionetas de Los guardianes del Espacio (The Thunderbirds, 1965—66). Siempre quise trabajar en el mundo de los efectos especiales pero, lamentablemente, no he podido cumplir mi sueño. Comencé a hacer máscaras de monstruos con plastilina cuando estaba en el instituto de Pukerua...» así, contaba sus experiencias de juventud hasta llegar a presentar el largometraje en la misma misiva: «La película es una historia de terror y fantasía con grandes dosis de humor negro, alguno de los cuales puede parecer de mal gusto. Es ciencia ficción pero no en el término que la gente entiende del género (Laguerra de las Galaxias, Doctor Wbo...). El horror está en el campo del gore, aunque hemos sacrificado el miedo por el humor...». Mucho más descarados se presentaron sus gustos en El delirante mundo de los Feebles por ejemplo: cuando un lagarto tumbado en una hamaca cuenta su historia de cómo se convirtió en drogadicto en la guerra del Vietnam en un flashback que dura cinco minutos y donde vemos cómo fue capturado junto a sus compañeros y torturado por los vietcongs en el juego de la ruleta rusa que aparecía en El cazador (The Deer Hunter, 1978), de Michael Cimino. Además, su plano final nos recuerda a El crepúsculo de los dioses (Sunset Boulevard, 1950), de Billy Wilder, con el gusano Arfur en plan Ench von Stroheim poniendo música para que la enloquecida Heidi— Swanson entone su última canción («El jardín del amor», que por cierto es la única con buen gusto de todo el score). Aunque donde más se aprecia este gusto por la cinefilia (que no es una perversión sexual sino una enfermedad que padecemos algunos mortales) es en Braindead: Tu madre se ha comido a mi perro, claramente influenciada por La matanza de Texas (The Texas Chain Saw Massacre, 1974), de Tobe Hooper, película que Jackson no pudo ver en la fecha de su estreno, 1974, al estar prohibida en Nueva Zelanda, pero a la que finalmente accedió consiguiendo una copia pirata años después quedando impresionado por el tono realista y la sangre vertida en las masacres del «entrañable» Cara de Cuero. Además, visionó El maquinista de la General (The General, 1 926), mientras estaba rodando la película y pensó que algunos de los gags que aparecían en la obra maestra de Buster Keaton podían utilizarse para su película. «Hay una escena en particular que ilustra esto a la perfección: el héroe, Lionel Cosgrove, está intentando desesperadamente escapar de los zombis; está corriendo como loco y hay un momento en que se da cuenta que no avanza porque el suelo está resbaladizo de la sangre de los zombis. Esto es un ejemplo de un gag de Keaton». Mal gusto Una película que era un simple cortometraje divertido y sin presupuesto... y terminó convirtiendo a su creador en toda una leyenda friki (¡y eso que aún no había redes sociales!). Todo comenzó cuando, con su cámara de 16 milímetros, Peter Jackson compró un rollo de película y, con un presupuesto de 70 dólares, quiso hacer su segundo cortometraje…