No desearás al vecino del quinto Producción: José Frade para Atlántida Films y Fida Cinematográfica (1970). Guión: Juan José Millán y Sandro Continenza. Dirección: Ramón Fernández. Fotografía: Hans Burmann (C). Música: Piero Umiliani. Montaje: Pedro del Rey. Intérpretes: Alfredo Landa (Antón Gutiérrez), Jean Sorel (Pedro Andreu), Ira von Fürstenberg (Jacinta), Isabel Garcés (Socorro), Margot Cottens (madre de Jacinta), Adrián Ortega (padre de Jacinta), Annabella Incontrera (Matilde), Guadalupe Muñoz Sampedro (abuela de Jacinta), Frando Balducci (Fred Corleone). Duración: 85 min. Número de espectadores: 4.371.624. Una ambulancia recorre a toda velocidad las calles de Madrid para ingresar en un hospital a Pedro Andreu, al que han propinado una salvaje paliza. Su mujer, Jacinta, le explica al médico las causas del grave estado en el que se encuentra el herido. Y le pide que, como contexto de su relato, se sitúe en una capital de provincias española, donde abundan el cotilleo y las viejas costumbres. Pedro es un ginecólogo apuesto que sufre la ausencia de pacientes por culpa de los celos de los hombres del lugar. A estos, sin embargo, no les importa que sus esposas y novias acudan a comprarle ropa a Antón, un amanerado modisto al que todos toman por homosexual. El doctor Andreu y Antón son vecinos, por lo que coinciden con frecuencia. Con motivo de la celebración de un congreso, Pedro viaja a Madrid. Por la noche acude junto a unos compañeros a una animada discoteca. Allí, unas jóvenes intentan divertirse con él, a lo que se niega porque tiene un carácter formal y retraído. De pronto, el joven descubre a Antón bailando y besándose con dos esculturales rubias. Pronto se suma a la fiesta y acaban en un apartamento que el vecino tiene en la capital para pasar una semana al mes entre botellas de champán y chicas guapas. Cuando descubre, además, que el apuesto Pedro es un eficaz anzuelo para las azafatas extranjeras que viven al otro lado de la calle, no le deja escapar y pasan unos días inolvidables. Extrañadas por su larga ausencia, Jacinta y Socorro —la madre de Andreu— se presentan en el hotel madrileño donde supuestamente se aloja y descubren que no está allí desde hace tiempo. El conserje les facilita una dirección, en la que se presentan sin avisar. Les abre la puerta Antón, que recupera su papel de amanerado y afirma que no sabe nada. Pero Jacinta ve los libros de su novio y cree que este tiene un lío amoroso con el modisto. En la pequeña ciudad no se habla de otra cosa. A su regreso, todos los habitantes se comportan con Pedro como si no hubiera ninguna duda de que mantiene una relación con el homosexual. Jacinta, que sigue enamorada, se dispone a luchar por él aunque sea a costa de ofrecerse para mantener relaciones prematrimoniales. Cuando lo intenta, sin embargo, es rechazada y huye entristecida. Entonces se tropieza con la mujer de Antón, pues en verdad está casado y tiene cinco hijos. Las dos preparan una trampa para sus hombres. Finalmente, Pedro y Jacinta se casan, aunque el ginecólogo recibe una paliza a manos de un mafioso que le tenía por un médico sin peligro debido a sus inclinaciones sexuales pero que le conoce de sus antiguas andanzas por Madrid. Película de importantísimo éxito comercial —superó de largo los cuatro millones de espectadores—, No desearás al vecino del quinto gira alrededor de las relaciones sexuales para proponer su particular visión del «macho ibérico». La idea del hombre y de la mujer desde el prisma ? sus dimensiones eróticas y morales es uno de los aspectos centrales de El filme que, además, se enmarca premeditadamente en un contexto de choque de valores entre la tradición y la modernidad, así como entre la provincia y la capital, tenidas por sus entornos propicios. Para empezar, la narración se organiza estructuralmente alrededor de un largo flashback central enunciado por Jacinta al médico que atiende a su marido, a quien dirige la siguiente reflexión: «Hoy en día vivir en una capital de provincias es difícil, ¿sabe? Todo se complica. Se vive penndiente de los demás. Hay una confusión tremenda de ideas, de opiniones. El aire moderno contrasta con los viejos prejuicios. Las antiguas tradiciones se entremezclan con tendencias revolucionarias. En suma, somos demasiado provincianos para ser modernos y demasiado modernos para ser provincianos. Estamos acomplejados». En un lugar así es posible que un ginecólogo guapo sea odiado por varones mientras que un tipo que se comporta con exagerado amaneramiento suscite una gran confianza. A primera vista, podría parecer que No desearás al vecino del quinto supone una caricatura crítica de unos principios anticuados y prejuiciosos pero el camino discursivo es bien distinto, pues su humor de trazo grueso se basa exactamente en esos ores. La figura masculina está caracterizada por un permanente y nunca satisfecho instinto sexual. Ese estado de celo se vincula al origen racial, que se considera propio de lo español. La apelación autóctona es reiterada, ya que Antón y Pedro se presentan ante sus víctimas con capotes de torero y organizan fiestas flamencas con abundante jamón. Los tópicos tan incesantes como imposibles de resistir para las jóvenes extranjeras, vistas como objetos en todo momento. En la ilustrativa escena en que el doctor Andreu descubre a su vecino besándose con un par de chicas, este empuja a una de ellas mientras grita: «Toma, esta para ti». Ellas, suecas, italianas o inglesas llamadas genéricamente «criaturas» por parte de Antón, se muestran siempre encantadas en su papel de codiciadas y atractivas piezas de caza, solícitas al reclamo del hombre, sea guapo o feo, alto o bajo, con tal de que sea nativo. Dicho carácter choca con el de la mujer española, representada sobre todo por Jacinta. Controladora y posesiva, tiene muy claros los límites carnales del noviazgo que mantiene con Pedro. Sin embargo, cuando se convence de su homosexualidad duda sobre su propia culpabilidad por no haber llegado más lejos. Por eso se plantea perder la virginidad para «curar» a su amado quien, sin embargo, la rechaza de inmediato: «Contigo no», se defiende. Y es que el romanticismo decente es obligatorio cuando se trata de la novia con la que se llevan doce años de preparativos para el altar. La obra apuesta también por una comicidad de tintes homófobos. En general la puesta en escena se pone al servicio de la satisfacción del voyeur que está al otro lado de la pantalla. Las posiciones de cámara, en algunos ángulos contrapicados y en encuadres que potencian el atractivo de los muslos femeninos, pretenden mostrar sin sugerir. No es extraño, por ello, que el instrumento que Antón y Pedro apliquen para sus conquistas sea un telescopio desde el que pueden controlar a las azafatas europeas con las que después se divierten. Ellos son, sin duda, delegados en el texto del espectador implícito, mientras que el artilugio es una metáfora del propio hacerse de la obra. En eso sí iguala No desearás al vecino del quinto a las mujeres con independencia de que sean foráneas o españolas. El cuerpo de Jacinta también se exhibe sin cortapisas, algo que hasta ella comenta dentro de la acción al señalarse y decir «esto es una pierna fenomenal». No obstante, esta comedia costumbrista, de colores más bien alegres, espacios interiores y tono muy ligero, establece nítidas diferencias entre unas y otras como parte del juego de oposición, al que hay que sumar los contrastes urbe/provincia y modernidad/tradición, saldados en este caso con la perpetuación de los tópicos.