Kevin Brownlow me convenció de que debía escribir este libro. Le parecía que yo sabía cosas que nadie más sabía y que podía contar historias que nadie más podía contar. Y, con credenciales como las suyas, no tenía sentido discutir demasiado. Así que cogí la pluma y empecé a escribir mi vida en Hollywood tal como la recordaba. Ahora bien, cuando alcanzas la provecta edad que yo tengo e intentas recordar lo que ha ocurrido en tu vida, tienes mucho terreno que recorrer. Viví dos guerras mundiales, la Gran Depresión, la era de McCarthy y dieciocho administraciones presidenciales. Más tarde, cuando la octava década de mi vida estaba bien avanzada, tras la muerte de mi marido, hice dos viajes largos e intensos a Rusia para visitar la patria de mis padres. En conjunto, esta historia habla de la frustración, la desilusión y la pena: momentos que quizá es mejor dejar en barbecho o en el olvido. Sin duda, así es como me sentía en 1950, cuando me despedí por fin, sin lágrimas, de la industria hollywoodiense que me había envuelto y atrapado en su red de promesas. Había decidido olvidar y continuar con otras búsquedas. Lo hice, y nunca miré hacia atrás. Hasta ahora.