La segunda escena inolvidable de la película es la famosa escena del pomelo, una de las secuencias más recordadas de los años treinta, y seguramente, la más eterna de todas ellas. Tal y como sucedió con el intercambio de papeles entre Cagney y Woods, y debido a la repercusión que alcanzó, todos los protagonistas se quisieron apropiar de la idea. El punto de vista de Cagney era el siguiente: «La cosa que el público recuerda sobre El enemigo público es la escena en la que estrujo la mitad de un pomelo en la cara de Mae Clarke. Esta mitad de pomelo se ha convertido en una pieza de la herencia cultural norteamericana. Era más o menos la primera vez sino la primerísima, en la que una mujer era tratada como una fulana, en vez de una delicada flor..».3 «La escena deriva de un incidente real en Chicago cuando un gángster llamado Hymie Weiss estaba escuchando a su novia interminablemente cotorreando una mañana en el desayuno. A él esto no le gustaba, entonces cogió una tortilla francesa y la empujó sobre su cara. Repetir esto en pantalla habría sido un matiz demasiado sucio, así que nosotros utilizamos medio pomelo. No iba a escuchar el final de este pequeño episodio durante años. Invariablemente siempre que yo iba a un restaurante, siempre había algún bromista que me hacía traer una bandeja de pomelo. Llegó a ser horriblemente pesado, aunque nunca paré de comer la cantidad apropiada a su debido tiempo». «[...] Empecé a eludir comer en público. Fue duro para mí acostumbrarme a la idea de que en El enemigo público, me hubiera tocado la lotería por una noche. En efecto, la escena se basa en este peculiar suceso del gángster HymieWeiss, que murió ametrallado por la banda de Al Capone en 1926. Así lo testificaron insistentemente a través de los años Bright y Glasmon, que tuvieron el acierto de cambiar la tortilla por la mitad del pomelo. Sin embargo, el productor Darryl Zanuck afirmó que él se lo inventó todo en una conferencia del guión como forma de añadir otro pequeño ingrediente de sexo y violencia, que era de lo que se trataba. Pero esta versión choca con la versión totalmente distinta que ofreció años después el director William Wellman en una entrevista, donde aseguraba que todo se debía a una fantasía irrealizable que tenía cuando desayunaba con su inalterable e inexpresiva señora esposa, la aviadora Marjorie Crawford. Ya fuera mezcla de fantasía o realidad, le tocó a la actriz Mae Clarke apechugar con la parte receptiva de la escena. En 1983, ella misma contaba en un artículo de "American classic screen" que Cagney y Wellman discutieron como mejorar la primera escena rodada-donde Cagney sólo lanzaba la mitad del pomelo a la cara de Clarke y se marchaba caminando. Para resaltar la acción, Cagney y Wellman se pusieron de acuerdo en frotar la mitad del pomelo en la cara, y pidieron permiso para ello a Mae Clarke. Ella aceptó con la condición de que fuera grabado en una sola toma. El apartado de una sola toma y la base de Weiss coincide con otra versión que sin embargo afirma que todo se montó para gastarle una broma a todo el equipo de set de rodaje, y que la idea se planea entre Cagney y Wellman, que tienen la idea de cambiar la tortilla por el cítrico, y más tarde Jim se la proponen a Clarke. No venía en el guión original. Lo hacen para mejorar la escena del desayuno, -que a su vez sustituye a un diálogo de cama que precedía la escena y que era demasiado explícito, y que Zanuck y Wellman tuvieron a bien que desapareciera-, pues en la novela de Glasmon y Bright, la escena sólo acababa con Kitty (Mae Clarke) tirándole un vaso de agua a Tom. Ante la persuasión insistente de Cagney, Clarke aceptó con la condición de que no le hiciese daño, y sólo por gastar la broma a los chicos del set de rodaje. Con el tiempo John Bright hizo circular otra versión de los hechos que decía que todo parte de un constipado de Clarke, que pide que sólo se fingiera la escena y que reaccionó mal ante lo que vemos en el film. Según el coautor de "Beer and Blood", Clarke se sintió traicionada e insultó duramente a Cagney, a Wellman, y al propio Bright. Posteriormente, Clarke dejaría bien claro que no hablaba de forma tan soez, por lo que esta versión carece de verosimilitud.