Mr Pinkerton y las camareras

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Querido muchacho:

Ya han pasado las navidades, y después de unos días de ayuno obligado toca ir a las rebajas. Por eso mismo es el momento ideal para que personas como yo, que se acercan a las tiendas de ropa lo menos posible, vayamos tranquilamente a tomar algo al bar. Se daba la circunstancia de que el bar al que suelo ir estaba cerrado por una diferencia de criterios orgánicos con el ministerio de sanidad. Soy una persona de costumbres y me gusta que el camarero de mi bar sepa lo que tomo, de que forma quiero que me trate y demás cosas que entran dentro del trato personalizado, como Jack Nicholson en "Mejor Imposible". Así que me costó irme a otro, pero las circunstancias así lo exigían.

Por lo tanto me dediqué a buscar un bar a mi gusto. Parece que hoy en día ya no se llevan los bares modernos con sillas imposibles y cuadros abstractos en las paredes. Ahora se llevan más los espacios con adornos antiguos, mucha madera y luz tenue. Eso da lo mismo, al final un bar se define por sus camareros/as. Puede haber de todo, desde unas camareras movidas como las del "Bar Coyote" o más tradicionales como la de "Atrapado en el tiempo". Y claro, las camareras no son iguales en todo el mundo. No sé si en Estados unidos podríamos encontrarnos a una camarera como Amélie, es difícil separarla de su cafetería de Montmartre.

Iba pensando en todas estas cosas, cuando una riada humana que salía de unos grandes almacenes hizo que me metiese por una calle lateral para evitar ser arrollado. Era una calle tranquila comparada con la jauría de consumismo que había evitado. A lo lejos divisé un bar que podía adecuarse a mis gustos, sobrio, sin un cartel llamativo pero no antiguo.

Al entrar vi que había una camarera con cara de malas pulgas en la barra. Pedí y esperé a que me sirviese sentado en una mesa. Había una foto en la pared en la que se le veía a la camarera con Bill Murray. Cuando vino a servirme le pregunté si había estado en este mismo bar. Ella me dijo que no, que ya querría ella, que la foto era de cuando trabajaba en un bar de Carolina del sur, del que era cliente. Buen cliente además, lo que quiere decir que dejaba buenas propinas, algo que es sagrado por Estados Unidos. Ahora entiendo su cara de malas pulgas, había pasado de servir a Bill Murray a servir a gente como yo, que no solía dejar más propina que las dichosas monedas de uno, dos y cinco céntimos. También me dijo que si quería saber cosas sobre los famosos de Hollywood y sus propinas entrase en esta página
.

Ya ves muchacho, Internet me persigue, incluso cuando no lo busco me aparecen webs delante de mis narices. Porque no me ocurrirá lo mismo con los billetes de 500 euros...porque ¿Existen,

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