Centenario Wilder: "Bésame, tonto", la escena

Centenario Wilder: "Bésame, tonto", la escena

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Querido diario:

Llegó 1964 y con "Bésame, tonto" llegó para Wilder el principio del fin. No se porque pero hoy me he levantado melodramático. Tampoco hay que exagerar, pero la verdad es que este fue uno de sus grandes fracasos comerciales y a partir de aquí Wilder fue perdiendo poco a poco adeptos, ya que nunca más volvería a alcanzar un éxito del calibre de los conseguidos en etapas anteriores, circunstancia que los estudios aprovecharían para argumentar a Wilder que llegaban nuevos tiempos.

La película tiene como protagonista a Dino, un showman seductor, se escabulle entre bastidores al finalizar su última actuación en Las Vegas. Camino de Los Angeles, adonde va a grabar un programa de TV, se ve obligado a desviarse a Climax, el lugar donde viven Barney Millsap y su amigo Orville J. Spoone, una pareja de compositores aficionados. La llegada de Dino es una oportunidad para vender sus canciones que no deben desaprovechar por lo que sabotean su coche y le obligan a quedarse en casa de Orville. Este, celoso patológico, teme que Dino seduzca a su mujer. La obliga a abandonar la casa y la sustituye por Polly, una camarera de un bar de carretera. Polly representa el papel de mujer casada respetable, y le gustaría que no fuera sólo una breve sustitución. Dino intenta propasarse y los celos de Orville hacen fracasar el plan incluso con la esposa falsa.
En fin, un argumento algo enredado y simplón en el que se rompía el mito de la mujer casada fiel y respetable, cosa que no gustó nada al público.

Para la gran mayoría, esta película es una de las ovejas negras de la filmografía de Wilder, debido a su imposible argumento y además por la poca gracia de los dos protagonistas: Dean Martín y Kim Novak, a pesar de que la rubia es posiblemente de lo mejor de la película en su papel de prostituta. Dos intérpretes que no conectaron con lo que Wilder pretendía, aunque el genio austriaco también tuvo su parte de culpa ya que seguramente estemos ante uno de sus guiones menos lúcidos.
A pesar de todo, hay que reconocer que una vez más Wilder fue un adelantado a su tiempo, ya que su película contaba lo que en pocos años se produciría: la revolución sexual y sociológica.

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