Cine en serie: El legado de "Las chicas de oro"

Cine en serie: El legado de "Las chicas de oro"

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Querido primo Teo:

Seguramente estarás harto de escuchar que vivimos en la edad dorada de la televisión y más cuando dicha frase se pronuncia con desprecio hacia todo lo anterior a la década de los noventa, como si no se hubiera hecho nada especialmente destacable antes. Algunas comedias basadas exclusivamente en los personajes femeninos que han triunfado en este último cuarto de siglo son “Sexo en Nueva York” (1998-2004), “Mujeres desesperadas" (2004-2012) y “Girls” (2012-2017) pero el germen de ellas está en la sitcom “Las chicas de oro” (1985-1992) que escondía tras su propuesta amable una idea completamente revolucionaria, dar visibilidad a las mujeres que han rebasado la barrera de la mediana edad.

Tenemos que viajar a la televisión del año 1984 y en concreto a la cadena NBC. Tenía en su parrilla series de la talla de “Cheers” (1982-1993), “Canción triste de Hill Street” (1981-1987), “El equipo A” (1983-1987), “El coche fantástico” (1982-1986), “Enredos de familia” (1982-1989), “Juzgado de guardia” (1984-1992), “Remington Steele” (1982-1987), “Arnold” (1978-1986) y “Hospital” (1983-) y durante esa temporada iba a estrenar “Corrupción en Miami” (1984-1989), “La hora de Bill Cosby” (1984-1992), “Punky Brewster” (1984-1988) y “V” (1983-1985). La idea loquísima de hacer una comedia sobre unas mujeres mayores hizo muchísima gracia entre los ejecutivos de la cadena de televisión porque para presentar la temporada hicieron una parodia de “Corrupción en Miami” (1984-1989) teniendo como protagonistas a las actrices Selma Diamond (“Juzgado de guardia”) y Doris Roberts (“Remington Steele”). La idea iba más o menos en serio y a los productores Tony Thomas y Paul Junger Witt les preguntó Warren Littlefield, uno de los vicepresidentes de la compañía, que si podían escribir un piloto para esa hipotética serie que tenía como nombre clave “Miami nice”. 

Paul Junger Witt estaba casado con Susan Harris que alcanzó el prestigio en la televisión gracias a la comedia “Enredo” (1977-1981) en donde se parodiaba el mundo de las telenovelas. De una conversación matrimonial que pudo haberse iniciado con “mira lo que me ha pedido uno de los jefes” Susan Harris vio que era genial hacer una comedia sobre un grupo de mujeres mayores de 60 años porque nunca se les había hecho caso y escribió el guión de un piloto. A los ejecutivos materializar esa idea que comenzó siendo una broma les pareció demasiado arriesgado pero el guión escrito por Susan Harris era tan extraordinario que le dieron luz verde. 

Blanche Devereaux es una mujer sureña que trabaja en una galería de arte de Miami y que se ha quedado viuda. Vive sola en una casa y como le resulta muy grande y costosa decide alquilar habitaciones o, como dirían los "millennials", “apostar por el cohousing”. Pone un anuncio y quienes aparecerán son Rose Nylund, una mujer procedente de St. Olaf (Minnesota) que se ha mudado a Miami tras el fallecimiento de su esposo, y Dorothy Zbornak a quien su marido dejó por una azafata y que lleva en el pack a su madre, Sophia Petrillo, la cual se ha quedado en la calle tras quedar arrasada la residencia en la que estaba ingresada. En esa comedia Susan Harris quería hablar de cuatro mujeres que ya estaban condenadas a quedarse solas y que encuentran entre ellas un refugio. 

Bajo la apariencia de inocente sitcom de la década de los 80 se escondía algo empoderador, nos enseñaba a seguir hacia adelante pese a la adversidad. Sus mujeres protagonistas han recibido un golpe muy fuerte en sus vidas pero no se han quedado ancladas en el sufrimiento. “Las chicas de oro” es una reivindicación de las mujeres que ya han pasado hace mucho la barrera de los 50 años, no solamente existen sino que tienen vida y la disfrutan plenamente. Era una serie transgresora sin venderse como abanderada de la causa. La clave estaba en su naturalidad, no solamente para hablar del universo de cuatro mujeres muy diferentes, sino también para visibilizar cuestiones sociales tan importantes como la pobreza, el racismo, la lucha contra el sida, las reivindicaciones de la comunidad LGTBI, el cuidado a los ancianos o el acoso sexual.

La otra clave residía en un reparto tan bien cohesionado y que siempre estuvo en estado de gracia. Beatrice Arthur en el papel de la sempiterna malhumorada Dorothy Zbornak, Betty White como la pánfila pueblerina Rose Nylund, Rue McClanahan en la piel de la sureña desinhibida Blanche Devereaux y Estelle Getty que encarnó a la "mamma" italiana y sin filtros Sophia Petrillo. 

El 30 de Diciembre falleció Betty White (1922-2021) que era la única chica de oro que nos quedaba en el mundo de los vivos y por cuatro meses era la mayor de todas. Cuando llegó al reparto de “Las chicas de oro” Betty White ya era una estrella de la pequeña pantalla, es más, cuando el televisor comenzó a entrar en los hogares de los Estados Unidos Betty White ya estaba ahí. Fue una de las pioneras en la industria televisiva. Hizo de todo, fue modelo, azafata, presentadora de concursos, actriz, guionista, productora, se convirtió en la primera mujer en presidir una compañía y todo eso sucedió en la década de los 50. El prestigio como actriz lo consiguió gracias a la comedia “La chica de la tele” (1970-1977) por la que ganó 2 premios Emmy en donde encarnaba a Sue Ann Nivens, una presentadora de televisión que en sus programas representaba al ideal del ama de casa de los barrios residenciales usamericanos y que tras las cámaras era una casquivana y manipuladora que se aprovechaba de su imagen inocente. Los productores vieron que Betty White estaba disponible, acababa de cancelarse una de sus series, y suyo iba a ser el papel de Blanche Devereaux pero consideraron que el espectador ya había visto a White haciendo de mujer con necesidades de que la empotren y le dieron el personaje de Rose Nylund, una viuda procedente de St. Olaf (Minnesota) que era la ingenuidad personificada. La grandeza de su personaje se basaba en su catetismo y en las disparatadas historias que narraba de su pueblo. Dichos relatos eran a veces fruto de la improvisación de White y es antológica la escena en la que Rue McClanahan y Beatrice Arthur no pueden reprimir un ataque de risa. 

El personaje de Dorothy Zbornak se escribió pensando en la actriz Beatrice Arthur (1922-2009) pero ella no estuvo por la labor de aceptar trabajar en la serie hasta que se convenció al ver a las otras actrices implicadas. Beatrice Arthur se ganó el prestigio gracias al teatro en donde fue galardonada con el Tony por el musical “Mame” en 1966. La fama la consiguió en la televisión al protagonizar la sitcom “Maude” (1972-1978) por la que se llevó el Emmy en el año 1977. “Maude” fue una obra transgresora porque su personaje tenía una posición progresista muy marcada, con un discurso que incluso resulta adelantado para la época, y uno de los episodios más emblemáticos de la serie y que causó una enorme controversia en los Estados Unidos fue cuando Maude Findlay, de 47 años, descubre que se ha quedado embarazada y decide someterse a un aborto, dicho capítulo emitido en 1973 fue escrito por Susan Harris la creadora de “Las chicas de oro”. Dorothy Zbornak era una mujer que trabajaba como profesora, culta, áspera, con un ex marido que la ha dejado por una mujer más joven, y que carga con su madre que no duda en dejarla en evidencia. Los silencios de Dorothy Zbornak y sus respuestas cortantes eran recibidas con una ovación por parte del público y no dejaban de ser una extensión de la propia Beatrice Arthur. 

El rostro de Rue McClanahan (1934-2010) también era habitual de la pequeña pantalla. De formación teatral en el mítico Actor’s Studio, saltó de los escenarios de Broadway a los platós de televisión en donde se curtió en las telenovelas antes de mostrar su potencial para la comedia. Participó en la emblemática sitcom “All in the family” (1971-1979) y tuvo un papel fijo en su spin-off “Maude” en donde interpretó a Vivian Cavender, la mejor amiga de la protagonista a la que daba vida Beatrice Arthur. Susan Harris trabajó como guionista en “Maude” y era consciente del talento de McClanahan que al igual que Betty White estaba libre, ambas actrices trabajaban en la misma serie que acababan de cancelar. A Rue McClanahan le sucedía lo mismo que a Betty White, el público tenía muy presente su encarnación de Vivian Cavender que era una mujer muy dulce, tenía mucho en común con Rose Nylund, así que se optó por darle el papel de Blanche Devereaux, una mujer sureña, criada entre algodones y que siempre ha estado muy segura de su magnetismo sexual. McClanahan, natural de Oklahoma, se esforzó tanto en imitar y forzar el acento sureño que al final era como el danés de Meryl Streep en “Memorias de África” (1985) los directores en un principio le aconsejaron que se relajara pero luego vieron que era la seña de identidad de una mujer que se recreaba en la interpretación que hizo Vivien Leigh en “Un tranvía llamado deseo” (1951). 

Estelle Getty (1923-2008) tenía 60 años cuando alcanzó cierta notoriedad en el teatro gracias a la obra de Harvey Fierstein “Torch song trilogy”. A la directora de casting de “Las chicas de oro” le encantó su interpretación de madre castradora de un homosexual y la reclutó para hacerle una prueba para interpretar a Sophia Petrillo, la anciana madre de Dorothy Zbornak. Getty estaba tan desesperada por mejorar su maltrecha situación económica que no tuvo un ataque de vanidad cuando le dijeron que optaba al papel de una octogenaria. Se sometió a tres horas de maquillaje, se puso una peluca blanca y dejó a los productores impresionados con su prueba, Sophia Petrillo ya tenía propietaria. Curiosamente Estelle Getty era un año más joven que Beatrice Arthur, que encarnaba a su hija. Sophia Petrillo era una mujer que nunca dejó de luchar para sacar a los suyos adelante, incluso después de haber sufrido un derrame cerebral y de ingresar en una residencia. Ingeniosa, sin filtros, capaz de poner en ridículo a su hija y siempre con una historia siciliana que aportar. El personaje de Sophia Petrillo era en un principio secundario pero era tan portentoso y el carisma de Estelle Getty tan arrollador que acabó ganando protagonismo. 

La NBC y Disney, encargada de su producción y distribución, fueron conscientes desde el primer momento que “Las chicas de oro” era su joya de la corona. La reacción del público en la grabación del piloto fue espectacular y la crítica se enamoró de ella. Fue líder inmediato de audiencia en la noche de los sábados, hasta el punto de que las principales competidoras tiraron la toalla y emitieron reposiciones de algunos clásicos. Más que un éxito fue un verdadero fenómeno sociológico. Era una serie de consenso, congregaba a todo tipo de espectadores que semanalmente encontraban en aquella casa de Miami un lugar en el que ser felices y en donde los problemas se solucionaban con un buen trozo de tarta de queso. Los admiradores de “Las chicas de oro” eran legión y estaban repartidos por todo el mundo. “Las chicas de oro” fue reconocida con el Emmy a la mejor comedia en los años 1986 y 1987 y sus cuatro actrices fueron también galardonadas con el premio de la Academia de televisión. Betty White (1986), Rue McClanahan (1987) y Beatrice Arthur (1988) como mejores actrices principales de comedia y Estelle Getty como mejor actriz de reparto en la edición de 1988. 

El éxito internacional fue clamoroso y tuvo adaptaciones repartidas por todo el mundo. Curiosamente en España tuvo dos versiones. La primera llegó en 1996, se tituló “Juntas, pero no revueltas” teniendo a Mercedes Sampietro, Mónica Randall, Kiti Mánver y Amparo Baró como protagonistas y no tardó en retirarse de la programación. La segunda, que se estrenó en el 2010, ya usó el título de “Las chicas de oro”, estaba producida por José Luis Moreno, y reclutó a otro gran grupo de actrices españolas, Concha Velasco, Carmen Maura, Lola Herrera y Alicia Hermida pero se canceló después de emitirse 26 episodios que recibieron muy malas críticas. Las versiones internacionales de “Las chicas de oro” no han tenido ningún impacto pero es curioso ver que más de 35 años después del estreno de la serie en la NBC se siguen produciendo adaptaciones, la última se rodó en el año 2020 en Egipto. 

“Las chicas de oro” finalizó en el año 1992. Había cierto agotamiento en la audiencia pero la razón principal estaba en Beatrice Arthur que estaba realmente harta y se estaba viendo devorada por todo lo que implicaba la serie y por las continuas bromas sobre su apariencia. “Bea Arthur nunca me cayó bien”, eso fue lo que dijo Betty White en una entrevista concedida a la CNN en el año 2010 cuando su carrera se revitalizó a raíz del spot de “Snickers”. Aunque Beatrice Arthur fuera conocida por el gran público gracias a la televisión ella consideraba que estaba muy por encima de sus compañeras de reparto porque era un animal de Broadway, galardonada con un Tony, y el resto no. Miraba por encima del hombro a las demás, especialmente a Betty White por su pasado como azafata y presentadora de concursos y a la que consideraba muy poco profesional por ir a charlar con los espectadores que asistían a las grabaciones. El hijo de Beatrice Arthur justificó el comportamiento de su madre, especialmente con Betty White, como una manera de meterse en el personaje de una mujer que estaba cabreada con el mundo y que encontró su némesis en Betty White que era “Mr. Wonderful” con piernas. Beatrice Arthur anunció que no seguiría en “Las chicas de oro” y en el último episodio de la serie casaron a Dorothy Zbornak con el tío de Blanche Devereaux, que curiosamente estaba encarnado por Leslie Nielsen, y se fue a vivir a Atlanta. 

“Las chicas de oro” era la gallina de los huevos de oro a la que se tenía que seguir explotando. Tuvo su continuidad con “El hotel de oro” (1992-1993), con parte de su elenco y que solamente duró una temporada, y fue el germen de otras dos series “Nido vacío” (1988-1995) y “Nurses” (1991-1994). “Nido vacío” tenía como protagonista a un vecino pediatra que se enfrentaba a la marcha de sus hijas de casa, estaba protagonizada por Richard Mulligan, galardonado con el Emmy en 1989, y tuvo siete temporadas. Su derivada, “Nurses”, se mantuvo en antena tres años y con unos índices bastante discretos de audiencia. Tanto en "Nido vacío" como en "Nurses" se recurrió a la presencia de alguna "chica de oro" como artista invitada. 

En casi cuatro décadas el mundo ha cambiado y el formato de la comedia televisiva tiene muy poco que ver con el de series como “Las chicas de oro”. Nos hemos vuelto tan cínicos que ahora mismo no soportaríamos los productos bienintencionados, ni las risas del público, ni que los conflictos de cada episodio se resuelvan con un abrazo y devorando una tarta de queso, o los veríamos para hacer valer nuestra superioridad. 36 años después de su estreno “Las chicas de oro” ha conseguido algo que parecía imposible, conquistar al "millennial" que la ha descubierto gracias a Hulu y Disney+. El espectador del siglo XXI presume en su biografía con el hecho de dejarse parte de la nómina en suscripciones a todas las plataformas. Tiene muy poco que ver con quien descubrió “Las chicas de oro” en sus emisiones en televisión durante las décadas de los ochenta y noventa y que interpretaba cada capítulo como un encuentro familiar. Aunque “Las chicas de oro” sea un fruto de su época y tenga la inocencia de un producto destinado al gran público su esencia se mantiene intacta. No ha envejecido en absoluto y sigue siendo subversiva, más que muchas de sus deudoras que pretenden ser las voces de una generación, porque es mucho más revolucionario retratar a un grupo de mujeres mayores de 60 que se niegan a renunciar a seguir disfrutando de la vida que hablar de la colección de consoladores de varias treintañeras.

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Mary Carmen Rodríguez 

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