Cine en serie: “Trust”, la otra oreja

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Querido Teo:

Carlo Celadon era un estudiante adolescente cerca de Vicenza en 1988. Le secuestró en su propia casa la ‘Ndrangheta. Sobrevivió durante un período inimaginable de 828 días en una gruta infestada de ratas y sembrada de sus propios excrementos, con tres cadenas alrededor del cuello. Fue el secuestro más largo de la organización mafiosa. En la descripción que hizo Carlo de su calvario, espeluznante, incluyó la petición que hizo a sus secuestradores: «Les pedía, les rogaba a mis carceleros que me cortaran la oreja. Estaba absolutamente destruido, había perdido toda esperanza». Desde la de Van Gogh, ninguna oreja había alcanzado la popularidad de la de John Paul Getty III, que intentaba usar Carlo como último recurso para su liberación, y que sirvió para la ascensión de la organización criminal calabresa al puesto más alto del podio de las mafias.

En el centro de Roma, durante las primeras horas del 10 de Julio de 1973, John Paul Getty III, un chico pelirrojo de dieciséis años y nieto hippy de John Paul Getty, el magnate estadounidense del petróleo, fue secuestrado: lo metieron a empujones en un coche, lo durmieron con cloroformo y se lo llevaron de allí. Los secuestradores comunicaron sus demandas en un collage hecho con letras recortadas de revistas: 10.000 millones de liras (cerca de 17 millones de dólares de la época). John Paul Getty, un hombre de 81 años, con fama de ermitaño y avaro, se negó a negociar: «Tengo catorce nietos y, si pago un centavo de rescate ahora, tendré catorce nietos secuestrados».

La situación se prolongó hasta el 20 de Octubre, cuando los secuestradores del muchacho le cortaron la oreja derecha, la pusieron dentro de una caja de tiritas llena de líquido para taxidermia y la enviaron por correo a las oficinas del diario romano Il Messaggero. La oreja fue retenida en medio de una huelga postal y no llegó a su destino hasta casi tres semanas más tarde. La brutal mutilación tuvo el efecto deseado: un mes después, un hombre con pasamontañas retiró de un área de servicio de una autopista un rescate cercano a los 2.000 millones de liras (3,2 millones de dólares), una quinta parte de la suma solicitada.

Cuando Ridley Scott adapta el secuestro de Paul Getty en la película “Todo el dinero del mundo”, él y el guionista David Scarpa retratan al adolescente como la clara víctima, un peón puesto en peligro por la fortuna de su abuelo. Pero la serie "Trust", que empieza a emitirse pocos meses después de la película, se basa en el libro de Charles Fox “Juventud rara: La lujosa vida y los tiempos trágicos de J. Paul Getty III”, para sostener que fue el adolescente quien consideró el autosecuestro como una opción para conseguir dinero, y el asunto se le fue de las manos. Aquellos millones permitieron a la ‘Ndrangheta la construcción en Calabria del puerto de Gioia Tauro al año siguiente, el inicio de su predominio actual ya que hoy el 80% de la droga que entra en Italia emplea el puerto.

Hubo varios motivos por los que el rapto se convirtió en el negocio predilecto de la ‘Ndrangheta. Además de que era barato de organizar, ninguna otra mafia tenía el Aspromonte. El macizo montañoso situado en el extremo mismo de la península itálica había sido siempre un refugio seguro para los fugitivos. Sus riscos, grutas y desfiladeros boscosos se convirtieron en escondites de los secuestrados. Los liberados declararon haber oído las mismas y distantes campanas de iglesia durante su encierro. Una estatua de bronce de Cristo en la cruz entre las hayas y abetos de una llanura se volvió una suerte de buzón postal donde se depositaban a menudo los rescates. Durante años, la estatua exhibió un único y gran agujero de bala en el pecho. En el Aspromonte, el reinado de miedo y complicidades de la ‘Ndrangheta era tan absoluto que la organización podía mantener tranquilamente a los rehenes de manera casi indefinida. Más de una víctima que logró fugarse acudía al primer paseante que se topaba… para ser devuelta de inmediato a sus captores. Las empobrecidas aldeas montañosas controladas por la ‘Ndrangheta comenzaron a vivir de las ganancias del crimen. En el litoral jónico, Bovalino, tuvo un barrio nuevo entero al que se conocía como “Paul Getty”, en honor al famoso rehén que proyectó a la ‘Ndrangheta a la primera línea de la industria del secuestro.

Danny Boyle, director de “Trainspotting” y ganador del Oscar a la mejor dirección por “Slumdog millionaire”, es el productor de “Trust” y el que marca el ritmo creciente, porque la serie va ganando a lo largo de los diez capítulos. Donald Sutherland se come al resto cada vez que aparece en pantalla, hasta que gana protagonismo Brendan Fraser, con el personaje hallazgo de la historia, el menos histórico y por tanto con el que el guionista puede tomarse más libertades.

La familia ha amenazado con demanda, claro, porque se refleja la intimidad del hombre que creó una de las mayores fortunas del planeta, cuya colección de arte en el Museo Getty de Los Ángeles es un ejemplo, incluso de lo que puede llegar a hacerse con una audioguía. Lo pude comprobar personalmente hace años.

Danny Boyle dirige los tres primeros episodios de “Trust” entrando de lleno en la opulencia en la que viven los Getty. Una burbuja de lujo caricaturizada. El patriarca vive en una mansión en la campiña inglesa rodeado de un harén de amantes bajo contrato, una leona como mascota y una fastuosa colección de arte clásico.

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Carlos López-Tapia

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