Conexión Oscar 2022: Película internacional

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Querido Teo:

La categoría de mejor película internacional encara su tercer año con esta denominación y, al igual que los anteriores, todo parece hecho a pesar del nivel en la categoría. Tras "Parásitos" y "Otra ronda" el Oscar mira ahora a Japón donde ha emergido como algo más que un fenómeno crítico "Drive my car", cinta eminentemente festivalera que a pesar de sus tres horas de duración, y su ritmo cadencioso y esquivo, ha sabido conectar con una crítica que, sin duda, le ha aupado a estar presente con 4 nominaciones en los Oscar. Nueva York, Boston, Los Angeles y la National Society of Critics (NSFC) no ejercieron de pronosticadores al Oscar esta vez sino de críticos con personalidad que metieron en la carrera a la cinta de Ryûsuke Hamaguchi.

“Lunana, un yak en la escuela” (Bután)

Este año le ha tocado a Bután ser el país que por primera vez consigue la nominación en este apartado. Sin duda fue la sorpresa de las candidaturas ya que el resto de nominados parecían tener su plaza asegurada desde que empezó la temporada. Una de esas apuestas sensibles y efectivas sobre un maestro que, sin mucho convencimiento, es obligado a dar clases en una aldea glacial del Himalaya llamada Lunana truncando su sueño de viajar a Australia y convertirse en cantante.

“Lunana, un yak en la escuela” ha tenido un camino curioso en esta carrera al Oscar ya que es una producción de 2019 que ya fue elegida el año pasado para representar a su país pero en ese momento fue descalificada por temas burocráticos por definir. Ahora consigue la nominación sin posibilidades de triunfo, ante el clasicismo de una propuesta ya muchas veces vista, pero que logra conmover con sencillez y sin estridencias siendo el debut en la dirección de Pawo Choyning Dorji que evoca a cintas como “Ni uno menos” (1999) de Zhang Yimou.

“Flee” (Dinamarca)

“Flee” ha conseguido un hito histórico siendo la primera película en conseguir 3 nominaciones al Oscar en categorías tan divergentes como película internacional, película de animación y documental, demostración de cómo la cinta de Jonas Poher Rasmussen ha roto estructuras en una cinta que prosigue la buena racha de Dinamarca en los Oscar consiguiendo la séptima nominación para el país en los últimos 12 años. Aunque este año no parta con posibilidades (ya que es en documental donde “Flee” tiene alguna posibilidad de triunfo) no se puede negar el logro conseguido ya que otros títulos como “Persépolis” (2007) o “Vals con Bashir” (2008) se contentaron con la presencia sólo en una categoría, animación en el primer caso y habla no inglesa en el segundo.

“Flee” es una cinta que reinventa el formato y mezcla con animación, poesía y espíritu liberador una vía para depurar el dolor a través del retrato que hace el director Jonas Poher Rasmussen de un buen amigo, compañero de instituto en Copenhague, al que conoce de verdad a través de su pasado gracias a este ejercicio, el que muestra a un refugiado afgano que ha sufrido las invasiones de su país, el miedo continuo a ser deportado y la convivencia con su condición sexual como condimentos de una personalidad ensimismada que le impide abrirse a los demás incluso cuando comienza una nueva vida en otro país. Un torrente de sensaciones que plasma lo que es capaz el arte a la hora de mostrar una realidad aprovechándose de infinidad de recursos de forma y fondo, tanto visual como sonoro, en el que los recuerdos se agolpan fruto de la actividad incesante de una mente desbocada en su cúmulo de sensaciones y coartada por lo vivido, un fantasma que se resiste a desaparecer. El cine como refugio, mecanismo de expresión y también vía para conocerse a uno mismo.

“Fue la mano de Dios” (Italia)

Paolo Sorrentino merecía mejor suerte en esta carrera ya que “Fue la mano de Dios” llega como invitada de piedra a pesar de que para muchos estamos ante el retrato más emotivo, personal y certero de un cineasta que no ha hecho más que ganar en estatus en los últimos años. Tras ganar el Oscar por “La gran belleza” en 2014, Sorrentino repite candidatura por su colaboración con Netflix en la que viaja al Nápoles de su adolescencia, un lugar marcado por el costumbrismo, el calor de la familia y la falta de oportunidades hasta que la llegada de Maradona al equipo de fútbol de la ciudad hace recuperar la esperanza en un lugar en el que la misma parecía perdida. Todo mientras el alter-ego del director se abre a la vida y descubre el sexo, depura el dolor de la pérdida y encuentra su vocación como cineasta.

“Fue la mano de Dios” es la película más intimista y convencional en forma y narración del director italiano, tomando aire para afrontar la tragedia de su vida, pero, precisamente por ello, su estilo característico en el que hay barroquismo, cosificación y sátira también le lleva por un revelador viaje hacia el dolor en el que el director demuestra que hay mucho más que la pose de autor esteticista con la que muchos le catalogan con cierto desdén. Una película sensible, rotunda y auténtica con escenas y segmentos memorables sobre lo que supuso la llegada de Maradona a la ciudad y el calor y la pasión despertada en todo un pueblo y también sobre el poder del artista como creador, en los que además de detalle hay tanta pasión como ramalazos de locura que evoca, explora y lanza un mensaje de abrazarnos a lo que deseamos en un emocionante retrato de cómo se forja la vocación de un cineasta sobre el retrato de una ciudad y las historias que tiene que ofrecer, una forma de ver la vida y el concepto de familia mediterránea sin renunciar al surrealismo y a la fábula esteticista. Como siempre en el caso de Sorrentino un disfrute para los sentidos, el corazón y el alma en un ejercicio tan monumental y sobrecargado como sublime y revelador abordado con madurez, melancolía, sensibilidad y una enorme universalidad a la hora de retratar un lugar, un momento de la vida, el sentimiento de la pérdida y la fuerza que nos aporta lo que nos apasiona y que nos lleva a seguir hacia adelante.

"Drive my car" (Japón)

Ryûsuke Hamaguchi es uno de los directores de la temporada con el estreno este mismo año de “La ruleta de la fortuna y la fantasía” y “Drive my car”, cinta que no ha hecho más que recibir alabanzas allá por donde ha ido en su bello retrato sobre la nostalgia y la culpa a través de unos personajes heridos. Un actor y director de teatro intenta superar un trauma personal, la muerte de su pareja y su hija, cuando recibe el encargo de representar la obra “Tío Vania” en el Festival de Hiroshima, lugar en el que conocerá a una joven que se convierte en su chófer por protocolo de la compañía. Durante tres horas de película, a través de paseos, conversaciones y el proceso de preparación de la obra, con una chófer que arrastra su propio trauma, una actriz sordomuda y un actor con demasiadas ínfulas y que fue amante de la mujer del protagonista, Hamaguchi presenta un ejercicio de gran belleza que, ante la actitud pasiva y hermética del protagonista, termina calando a fuego lento entre diálogos intensos, halo poético y la demostración de la amplitud de las motivaciones de la vida que, a la hora de la verdad, residen en sentirse valorado, querido y realizado.

“Drive my car” ha arrasado en esta categoría durante toda la temporada de premios y nadie duda que tiene la estatuilla en su mano aunque sólo sea por coherencia interna ya que la cinta de Hamaguchi está también nominada en película, dirección y guión adaptado. Lejos del fenómeno de “Parásitos” de hace dos años, y con una taquilla irrisoria en Estados Unidos, la cinta cubre el nicho de la crítica más erudita y sensible y pone en el mapa a uno de esos directores que a buen seguro va a dar muchas alegrías en el futuro y que los Oscar casi han aupado antes que el circuito festivalero ya que en la pasada edición del Festival de Cannes sólo pudo hacerse por esta película con el premio al mejor guión. “Drive my car” sería el quinto Oscar para Japón (los tres primeros fueron honoríficos en la década de los 50) después de la elegiaca “Despedidas” en 2009 que dio la sorpresa derrotando a la francesa “La clase”, la israelí “Vals con Bashir”, la alemana “RAF. Facción del ejército rojo” y la austriaca “Revanche”. Desde entonces Japón sólo había conseguido la nominación hace tres años por “Un asunto de familia” de Hirokazu Kore-eda.

“La peor persona del mundo” (Noruega)

“La peor persona del mundo” es la única cinta que se ha erigido como alternativa al triunfo de “Drive my car” teniendo en cuenta que ha conseguido una meritoria nominación a mejor guión original y que, muy posiblemente, Renate Reinsve no se quedó muy lejos de poder optar al Oscar como actriz protagonista. La cinta de Joachim Trier ha conseguido muchos adeptos desde su lanzamiento en el circuito festivalero por saber conectar con los miedos y el desencanto de la generación “millennial”, aquella a la que se prometió que se comería el mundo y que ha quedado inmersa en un mar de dudas existenciales, frustraciones, sueños no cumplidos y sentimientos de culpa. Una historia planteada de manera original que narra cuatro años en la vida de Julie, una joven con una turbulenta vida amorosa que lucha por encontrar su camino profesional, lo que la lleva a descubrir quién es realmente. Ya es la sexta nominación para Noruega, país que todavía no sabe qué es ganar el Oscar.

Renate Reinsve está estupenda adoptando un perfil tan empático como patético para un personaje que transmite y que, indudablemente, conecta con muchos y muchas como víctima de inseguridades e incertidumbres. Una vida llena de tropiezos en la que no hay otra opción que ver esto como una oportunidad para levantarse y convivir con el amor, el dolor y la contraposición de lo que sentimos y de lo que hacemos. Todo contado de manera original, con escenas y reflexiones reconocibles y una mordacidad que transmite a través de sus personajes y situaciones. El director que ya sorprendió con "Reprise" (2006), “Oslo, 31 de Agosto” (2011), "El amor es más fuerte que las bombas" (2015) y "Thelma" (2017) culmina el retrato de una ciudad y de un tiempo a través de una generación conformista y algo naif pero que también ha sido condenada por las circunstancias mientras se les decía que el esfuerzo valdría la pena y que encontrarían a su media naranja. La realidad no es otra que trabajos precarios, la sensación de inseguridad por no haber cumplido con lo que la sociedad esperaba de ti y un mar de relaciones banales e intermitentes que se aproximan demasiado a la toxicidad. Una película que, independientemente de todo valor cinematográfico, destaca sobre todo por ser un brillante retrato sociológico del mundo que vivimos en la sociedad occidental.

El dictamen

Ganará: “Drive my car" (Japón)
Alternativa: “La peor persona del mundo" (Noruega)
Quiero que gane: “Fue la mano de Dios" (Italia)
Echo de menos: “Un héroe" (Irán)

Nacho Gonzalo

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