“Cry Macho”

La web oficial. 

El argumento: Texas, 1978. Una ex estrella de rodeo y criador de caballos retirado acepta un encargo de un antiguo jefe: traer a su hijo pequeño desde México de vuelta a casa para alejarlo de su madre alcohólica. En el viaje, ambos se embarcarán en una inesperada aventura.

Conviene ver: “Cry Macho” es un nuevo western crepuscular dirigido por Clint Eastwood en donde un hombre curtido en un millón de batallas ha de asumir una última misión. La acción se desarrolla en el Texas de finales de la década de los 70. Mike Milo es una antigua estrella del rodeo y criador de caballos retirado que tiene 90 años y que vive de recuerdos regados de alcohol mientras espera a la muerte. En un arrebato de lealtad, y casi como una última misión, acepta el encargo de su antiguo jefe de cruzar la frontera con México para traer de vuelta a Rafo, su hijo pequeño, y a su gallo llamado Macho porque la madre del chaval de 13 años es una mujer alcohólica y mafiosa y eso ha llevado al crío a emprender un camino de huida y a vivir en la calle entre trapicheos y peleas de gallos. El viaje, enfrentarse a los diferentes obstáculos y la aventura que vivirán llevarán a Mike y a Rafo a realizar un camino de aprendizaje y reconocimiento, uno en el tramo final de su vida y el otro en el inicial. Un recorrido hacia la frontera no exento de peligros teniendo que usar diferentes vehículos para despistar a los matones que quieren impedir que salgan del país. “Cry Macho” es una adaptación de una novela de N. Richard Nash del año 1975 y la película emparenta con “Gran Torino” (2008), siendo mucho más amable y vitalista pese a las adversidades, que nos habla de un hombre que ya es consciente de que está jugando la prórroga pero que, a pesar de la edad y de los achaques, demuestra que sigue siendo eficaz para seguir en activo, una clara referencia al propio Eastwood que tiene 91 años y sigue en activo. Es una cinta sencilla, en la que no hay ni buenos ni malos sino tan solo gente que hace lo que puede con sus circunstancias y cuyo ritmo es pausado suponiendo un canto de dignidad a la vejez en la que hay que seguir viviendo y se sigue teniendo derecho a mantener experiencias, aprender lecciones vitales, poder cumplir deudas del pasado y enamorarse. La principal virtud reside en Eastwood, tanto como director como actor que nuevamente ofrece una actuación reservada y que se basa más en su presencia, cada vez más frágil, encorvada y entrañable, dejando noqueados a un reparto que no está a la altura de las circunstancias y que es lo más flojo de la cinta no pudiendo hacer nada ante la presencia del viejo zorro que inunda una propuesta inverosímil en algunos aspectos en la que sobresale la complicidad del anciano y el crío y que rinde tributo a la iconografía del cowboy y que se presenta como la vía hacia el descanso del guerrero, el destello de fidelidad en el ocaso, como reconocimiento ante la satisfacción del deber cumplido. Una de esas cintas más profundas de lo que parecen a pesar de su simplicidad y que indudablemente suponen un título de carril dentro de su obra pero que demuestran la sensibilidad y naturalidad con la que rueda un director abrazando cierto optimismo en su desenlace a pesar de retratar un mundo del que sus personajes, como él, no se sienten parte e inician el camino de la despedida que les llevará hacia el destino final.

Conviene saber: Clint Eastwood vuelve a dirigirse a sí mismo tras “Mula” (2018). 

La crítica le da un SEIS