In Memoriam: Amparo Baró, entrañable presencia escénica y televisiva
Querido Teo:
A los 77 años y víctima del cáncer ha fallecido Amparo Baró, una de esas actrices de toda la vida, curtida en mil batallas teatrales, y que gracias a la televisión alcanzó en los últimos años los momentos de mayor popularidad de su carrera. Todo gracias a dos series como “Siete vidas”, donde era la progresista y cascarrabias Sole poseedora del arte de dar collejas sólo equiparable a la madre de Manolito Gafotas, o a la gobernanta del misterioso “El internado”. En cine no tuvo una carrera cuantiosa en lo referente a títulos pero pudo ganar el Goya a la mejor actriz de reparto por “Siete mesas de billar francés” en 2008.
Pero fue el teatro donde se vio a la mejor Baró reforzando y convirtiendo en un elemento a su favor su diminuta figura y característica voz. Fue en el teatro Windsor de Barcelona donde inició una carrera bajo el apoyo de Adolfo Marsillach, que contó con ella para sustituir a Amparo Soler Leal ante un apendicitis repentino. Formó su propia compañía a mediados de los 60 (sólo duraría dos años ante los problemas económicos) y realizó algunos de sus más destacados trabajos en “La calumnia” o “La casa de las muñecas” o en los últimos tiempos "Agosto", dando vida a la amargada matriarca Violet Weston que en cine interpretaría después Meryl Streep.
Siempre le quedó la espina de no haber trabajado con Almodóvar, rechazó participar en la ópera prima del manchego al parécele un texto demasiado chabacano, pero en pantalla grande se le vio en “Tres de la Cruz Roja” (1961), “Sendas cruzadas” (1961), “Carola de día, Carola de noche” (1969), “El nido” (1980), “Stico” (1985), “Mi general” (1987), “El bosque animado” (1987), “Soldadito español” (1988), “Las cosas del querer” (1989), “Boca a boca” (1995), “Noviembre” (2003) o “Maktub” (2011). También participó en numerosos “Estudio 1”, o en series como “Lorca, muerte de un poeta” o “Juntas pero no revueltas”, el intento de versión española de “Las chicas de oro”.
Nacho Gonzalo
Se ha ido nuestra Thelma Ritter particular, lujo de esa estirpe de actores y actrices que siempre han sabido estar a la altura fuera en papeles más episódicos o en roles centrales tanto en cine como en teatro o televisión.